miércoles, 19 de junio de 2019

REVISTA DESCARTES N* 26. Jacques-Alain Miller, la Movida Zadig. Noviembre 2017. Otium Ediciones


                                                                     

Jacques-Alain Miller. La movida Zadig y otras orientaciones.  

Este número imperdible de la revista Descartes, comienza con un bello y extremadamente poético artículo de Germán García sobre el complejo vínculo de los poetas italianos Eugenio Montale y Pier Paolo Pasolini. Gracias a Claudio Magris, trasciende un intercambio entre ambos, y el consejo que Montale le diera de que mejor no mencionar a Pasolini. Los puntos suspensivos de Eugenio Montale, es el modo que G. García elige para exponer que es momento para los psicoanalistas que el espacio que delimitan los puntos suspensivos en un escrito sean llenados de la buena manera. Dirá de Montale: “(…) Pero en la sobria distancia de aquellos puntos suspensivos está la frialdad de quien pasa junto al dolor y las bajezas humanas y sigue adelante”. El entredicho entre los poetas italianos remitía a la toma de posición de Pasolini en relación con el aborto (tema tan candente en nuestra tierra en estos días). Pasolini, hereje por excelencia (cuyo cuerpo encarnaba el oxímoron del goce arrasador y la culpa cristiana insoportable) sostuvo que el tema del aborto instalado en la sociedad por el poder dominante implicaba la doble cara (que él mismo encarnaba): “el ansia de dar formalmente cuerpo a realidades existentes, lo cual es el primer principio de la democracia” tanto como “una culpa para la conciencia”; a la vez que el tema velaba para él, el acto que lo precedía: el coito, como hecho político. Para él había que ocuparse de los coitos no convencionales (de una sexualidad múltiple y no procreadora) [Ver ¿Progresista yo? Por Ernesto Meccia, en el suplemento Soy, de Página 12 del 28 de noviembre de 2015]
Dirá entonces García de Pasolini, contraponiendo a éste y sus pasiones, la “sacralidad” de Montale: “(…) Para dar testimonio poético de los dramas de la realidad es a veces necesario descender directamente a los remolinos del vicio por muy cenagosos que sean, acercarse a la existencia hasta arriesgarse a la indecencia y la promiscuidad; (…) sin esa participación fisiológica y ostentosa no es posible, en ciertos casos, señalar el escándalo de la miseria y de la oscuridad de las criaturas”. “(…) Sin la “desesperada vitalidad” no tendríamos algunas de las más esenciales revelaciones de la condición humana e histórica”.  Finalmente García señala que  Jacques-Alain Miller  intenta decir algo; llenar esos puntos suspensivos en el silencio sonoro creado por Jacques Lacan, después de tantos años. 

En el apartado Jacques-Alain Miller. La movida Zadig, continúa la clase que Jacques-Alain Miller diera el 24 de junio de 2017 en la ECF. Allí recorre la historia de la fundación de la EFP, por Lacan, en 1964. Luego de disolverla (“porque se volvió, de ahí en más, inepto y funcionando a contracorriente de aquello para lo cual había sido creado. Se produjo entonces en 1980/1981, la dispersión de los alumnos de Lacan, su diáspora”), se crea la ECF. Todo había sido demolido para ser llevado a un nivel superior, de aufhebung.  En línea con lo propuesto por García en su artículo, Miller señala que ninguna elección es sin el cuerpo, sin el gusto. Al recorrer los escritos técnicos de Freud, dirá que para el psicoanalista no hay neutralidad posible (recalca que ese término no está en Freud, sino que es instalado por Bergler en 1937),  sino schweben: planear, estar en suspenso, flotar. De otro modo “corre el riesgo de no encontrar nunca más de lo que ya sabe”. Señala que los psicoanalistas extienden la posición de la cura fuera de la cura, encarnando al que no elige. El deseo del analista lacaniano expulsa el término indiferencia de la economía del discurso analítico, así como la persecución de la verdad. Pasa luego por la teoría de la Escuela-sujeto, entrelazada necesariamente en su horizonte con la subjetividad de su época. El sujeto entonces, será un vacío (ni la persona, ni el individuo, ni el analizante), y la subjetividad de una época será transindividual, (no se priva de citar a Dante en el Paraíso, para evocar la Babel). 
(Curso realizado con motivo de la manifestación pública de los miembros de la ECF contra Marine Le Pen, a favor de Macron).
A continuación, leemos el artículo La movida Zadig. Zero Abjection Democratic International Group, con Lacan, una lección de política, relato imperdible; Voltaire, breve digresión, y el comentario de Jacques-Alain Miller sobre la misma, El eterno patapouf, y Simone Weil, lección de política diferente. 

En el apartado Jacques Lacan y otras palabras, encontramos El primer Lacan: cinco cartas inéditas de Lacan a Kojeve, por Juan Pablo Lucchelli; Hegel y Freud. Ensayo de una confrontación interpretativa, por Alexandre Kojeve; El hombre que fue domingo, por Marco Filoni; La vida como afecto, por Patrice Maniglier; e Ida y vuelta de la letra a la homofonía, por Jean-Claude Milner, en el que me detendré. 


Ida y vuelta de la letra a la homofonía. por Jean-Claude Milner

En su artículo Milner destaca que el Seminario 20 implica un cambio de paradigma en la doctrina lacaniana y se multiplican por ello las innovaciones: la introducción de los nudos y una nueva doctrina de la autonomía de la letra, basándose en La tercera. Lacan decide entonces, no atribuir a la casualidad los efectos homofónicos de lalangue: se tratará de lo que se deposita, lo aluvional, lo que se petrifica en ella; de un uso particular de la experiencia del inconciente. 
Milner comenta lo inadvertido que le había pasado este cambio de perspectiva, y lo relaciona con su indiferencia respecto de Joyce, cuya obra considera esencial para Lacan, a partir del Seminario 20. Dirá que se resistía al “giro joyceano” que daba Lacan, dejando atrás a los giros lingüístico y topológico. ¡Por resistirse al programa de investigación de Joyce, se oponía a la teoría de Lacan! El principio de simultaneidad reemplazaba al de sucesión, propio de la escritura alfabética (Milner relaciona la idea de simultaneidad, la posibilidad de hablar y escribir en varios niveles a la vez, con la aceleración y la falta de tiempo que crecía en Lacan, cercado por la inminencia de la muerte). Su resistencia hacia la homofonía propuesta por Lacan echaba raíces en su propia fidelidad a su pasado de lingüista. El material de lalangue es la homofonía, y sus ecos (por ejemplo entre voeu y veut) abren el tiempo de la interpretación. Lacan rechazará la “arbitrariedad” saussureana dado que la homofonía no pertenece al espacio del signo lingüístico. “(…) la homofonía y, gracias a ella, lalangue resulta de las experiencias inconcientes de un grupo”.  Abre así el camino hacia una nueva teoría de la cultura, dependiente de la escucha de la homofonía y sus efectos.  Con certeza Milner relaciona el malestar (Unbehagen) freudiano con el globish, (cierta versión simplificada y mezclada del inglés británico y americano de alcance mundial, como lingua franca). En contraposición con la conceptualización negativa y diferencial de la langue, lalangue es positiva y afirmativa; básicamente no-toda (un pastout), ilimitadamente infinita. El placer que engendra la homofonía conecta con los ecos de la infancia temprana y la adquisición de la lengua materna. Milner dirá que “la lingüística y la gramática aborrecen a la homofonía”. De allí que la poesía haya devenido el campo privilegiado de estudio; que Lacan instara a los psicoanalistas a ser poetas, así como la relevancia que toma para Lacan la obra de Joyce. La lingüística se inscribió dentro de la época de la ciencia galileana clásica, que el descubrimiento del genoma humano modifica irremediablemente. La experiencia del error (bévue) es compartida entonces por la genética y el psicoanálisis (así como también lo es la idea de nudo). Toda representación de la vida supuestamente basada en la realidad moderna, es una manifestación de racismo; el arma suprema contra ello será la irrepresentabilidad de los caracteres de la vida, o, agrego, la infinita plasticidad múltiple y lúdica de la homofonía. 

A continuación, Dichos inciertos propone Otra perspectiva, de Marcelo Izaguirre; Sciarreta, Sibony y la confusión de antaño, de Germán García; Escrito en la pared, Un psicoanálisis con Sigmund Freud, de Beatriz Gez; Besar los propios labios, de Maximiliano Fabi; A la luz del psicoanálisis la ley es otra cosa, de Cecilia Fasano,  y ¿Otro triunfo de la religión?, entrevista de Caroline Newton a José Fernández Vega. 
Cierra el número de la revista, La soledad de la poesía, con comentarios sobre Jorge Quiroga, de Alicia Alonso, y El que recuerda, de Federico Barea.

Publicado en Breves, lecturas comentadas. Publicación del Centro Descartes de Buenos Aires.

No hay comentarios:

Publicar un comentario