sábado, 11 de octubre de 2014

La ciudad ausente de Ricardo Piglia

En homenaje a haber recibido el Konex de Brillante 2014, hoy va un comentario sobre la maravillosa "La ciudad ausente" de Ricardo Piglia.
La ciudad ausente
Un nuevo nudo blanco de la literatura argentina.
La novela es crítica, es ficción, es política, y a la vez renueva cada uno de esos ámbitos. En las clases en el 7, a las que asistieron los historiadores, hubo sobre el final una charla sobre el complot y la paranoia en relación con Tlön, Uqbar, Orbis tertius. Los historiadores ponían la paranoia fuera, de la que Borges parece defenderse con su pequeño acto de traducción, que lo mantendría a salvo. Yo pensé en ese momento todo lo contrario. El vaticinio de Tlön, es la postulación de una realidad de ficción con mayor peso que la material, que iría desapareciendo de a poco. Para ello los ortodoxos emigran a una isla (está en la novela esa isla), y su mundo es sucesivo y temporal, como el lenguaje. Un laberinto inventado por hombres, y no por Dios, destinado a ser descifrado. La dinastía de solitarios cambiaría el mundo, con su relato. Encontré en "La ciudad...." una reescritura de Tlön... Así como también de la máquina de Macedonio para eternizar a Elena. En La ciudad... la máquina ya no es el recuerdo de Elena exclusivamente; es el origen de las narraciones. Es la máquina que presentifica la ciudad ya no de masas, sino de los relatos microscópicos de sus habitantes. La soledad del cerebro, de dónde salen las narraciones, no puede ser vigilada (resuena 1984 de Orwell!!), es el punto secreto microscópico y particular donde el cuerpo y la trasposición de las vivencias en pensamientos pueden anudarse, y formar nuevos nudos blancos. A la ciudad ausente, conspirativa, vigilante, masiva, agobiante, hay que agujerearla con los relatos que son infinitos (de ahí la referencia a Gödel), hasta llegar a la otra orilla. Hay una suerte de antropofagia en la novela, ya que los toma a ambos (así como a Borges y a Macedonio) para transformarlos en algo diferente, con consecuencias para la política, para la literatura y para la vida. La ciudad ausente también arma de una manera novedosa y creativa,"la otra historia de la novela argentina" Piglia dixit, y de la vida en la ciudad. El final, sin dudas indica una orientación, un camino. Si Joyce decía que leyendo el Ulises se podía reconstruir Dublín; leyendo La ciudad ausente se podría reconstruir nuestra historia política, nuestra literatura y sin dudas, la vida de la ciudad a partir de la segunda mitad del siglo pasado a la fecha. Brillante!