domingo, 27 de noviembre de 2022

BODAS DE SANGRE . LORCA POR TELLAS EN EL TGSM. CUANDO EL DESEO SE VISTE DE LUTO.

Empiezo por el final: NO SE PUEDEN PERDER LA PUESTA DE VIVI TELLAS EN EL SAN MARTÍN. 

Ahora voy a tratar de argumentar por qué. 

Porque se trata de LORCA!! Y Lorca siempre está bien, Porque sabía del deseo, del amor, de la vida y la muerte. Esas son las líneas de fuerza que atraviesan el texto con la misma intensidad y profundidad con que el texto atraviesa al espectador. Parece que la misma le fue inspirada a Federico por un hecho real, en 1928: el crimen de Níjar. 

Un hombre enamorado que se aventura al matrimonio (por conveniencia, para el resto de los involucrados) con una mujer que no le corresponde, pero que se impone hacerlo, para librarse de un amor que la empuja a lo peor: a la errancia, a la locura, a la muerte. 

¿Es Bodas de sangre una obra sobre el amor? Sí y no. Diría que por encima del tema del amor, hay otro más dramático si se quiere: la vida de sometimiento, encierro y muerte del deseo de las mujeres: para ellas habrá, en el mejor de los casos, un hombre, hijos y una enorme pared levantada contra todo lo demás. Bodas de sangre es una obra lacerante sobre seres cuyo destino está trazado de antemano: unir sus existencias a algún hombre, parirle hijos, y esperar... esperar que uno a uno esos hijos, si son hombres, vayan cayendo uno a uno, producto de las múltiples aristas de la violencia de la España de Lorca. Por momentos sentí la presencia de Puig en la sala que, con certeza, habrá leído a Lorca, Sólo que no encontré ese margen de redención que el gran escritor argentino brinda generoso a "sus mujeres" en sus novelas. El único respiro vendrá cuando ya no queden hombres de la familia para morir. Entonces, en una paz luctuosa y en una vida a la que solo le quedará esperar su propia extinción, serán otras las mujeres que sufrirán asomadas a la ventana, esperando la llegada de las malas nuevas de la muerte. 

La puesta, de Guillermo Kuitca, es impactante: ya la primera escena quita el aire: en una inquietante penumbra, entre humo y tristeza, personajes sombríos vestidos de negro enmarcan la presencia arrolladora de la madre, encarnada por una maravillosa María Onetto, a quién le descubrí rostros interpretativos nuevos que disfruté. 

Me sentí en presencia, o formando parte de un cuadro que brotaría de una mezcla de Velázquez con Goya! Impresionante. La segunda parte superará incluso a la primera, con un escenario surreal de un bosque que brota de las "entrañas" del escenario. 

El negro del luto es la presencia omnipresente de la obra, porque más allá de las muertes efectivas de los hombres, la obra clama por las mujeres muertas en vida. Solo la novia, una gran Miranda de la Serna, estará de blanco, cuando se deje llevar por el  deseo y el empuje a lo peor que lo guía. Parece no haber salida para las mujeres de la España de Lorca. 


El elenco, por su parte, cumple con creces transformado en presencias fantasmagóricas acuciantes. 

Para destacar también es el vestuario de Pablo Ramírez, donde los apenas tenues toques de color, intentan matizar el luto. 

La música de Diego Vainer hechiza, y se destacan la cantaora Nina Loureiro y los bailarines Pablo Lugones y Eugenia Roces. Llevan al espectador en un segundo a la mismísima tierra del flamenco: al nudo entre alegría y tristeza, entre vida y muerte. 

Un detalle: me pareció que hay momentos en los que se desliza el texto del tuteo al voceo, que en cierta forma me generaron un ruidito, que para nada disminuye el goce estético de esta puesta que honra los escenarios de nuestra ciudad. 

Para el final, el texto. ¡Qué podría decir para estar a la altura de Lorca? Su poesía es maravillosa, perfecta, matemática en su hechura, profunda en sus resonancias, lírica en sus alusiones, poética en sus imágenes, brotadas con salvajismo de la tierra misma. 

Es probable que me esté dejando cosas en el tintero, la obra es muy fuerte y conmovedora. 

Solo quiero agregar que el final (no voy a contarlo) me produjo un nudo en la garganta y una emoción que me dejaron sin palabras por varios minutos. 

VAYAN A VER ESTA OBRA MARAVILLOSA! 

No se van a arrepentir.  
 

domingo, 6 de noviembre de 2022

Sin novedad en el frente dirigida por Edward Berger, en Netflix. Cuando la microscopía del horror puede convertirse en arte.

Les  quiero recomendar este film, recientemente subido a la plataforma Netflix. Supe de él gracias a un colega, Marcelo Barros, que hizo un comentario tan elogioso como crudo del film. 

Es una remake de un clásico de 1930, dirigida por Lewis Milestone. Esta vez, se trata de la dirección de Edward Berger. 

El film trata sobre la Primera Guerra Mundial. Una guerra salvaje, de trincheras, cuerpo a cuerpo, tan anodina e incomprensible como todas y cada guerra. Al menos para los que consideramos las vidas humanas como por encima de cualquier otro interés. El film, tanto el de 1930 como el que hoy les recomiendo, se basan en la novela homónima de Erich Maria Remarque. 

Se trata de un relato visual de la microscopía de la guerra: de los resquicios, de las grietas incalculables por las que se infiltra el horror del que es capaz el ser humano. El mal  no descansa, se escucha en algún momento en el film. Y el mismo da cuenta de ello a cada segundo. 

Sin embargo te la recomiendo porque el director hizo a mi criterio, una obra de arte con este film: hay imágenes que embriagan de belleza; primeros planos que dejan sin aire, con una sensación de desasosiego y de agobio. Si bien el final no me terminó de convencer (en algún momento sentí que se rompía el pacto con el espectador, el que es imprescindible para que la historia que nos están contando sea verosímil, aunque no sea acorde a los hechos o a la historia), fueron las historias tangenciales, paralelas, microscópicas las que más me subyugaron. A éstas se suman logros estéticos de alta calidad, como cierta metamorfosis que el director les hace sufrir a sus protagonistas en sus fisonomías (me muero por contarles pero no quiero quitarles el efecto que produce mirar el film). 

Cuando terminé de verla pensé en dos manifestaciones artísticas antinómicas; una que amo y otra que fue una gran decepción. Primero la decepción. Pensé en Blonde, y en que el director podría mirar este film para tener testimonio directo de cómo el arte hace condescender al horror a la belleza. Este film lo logra con creces. Por otro lado, tuve la sensación de "esto yo ya lo experimenté antes...". Y sí, cuando vi las pinturas negras de Goya (en mis top 3 de expresiones artísticas pictóricas favoritas). Pensé en los cuadros de los fusilamientos del 3 de mayo, y en el Aquelarre. Búsquenlas y verán de qué les hablo. 

Si ven este film, verán horrores, verán cuerpos mutilados, vidas cercenadas, amores quebrados, sueños evaporados, pero también verán la expresión del arte más maravilloso.