lunes, 17 de noviembre de 2014

Hoy Niveles de vida de Julian Barnes. El autor nos presenta tres narraciones diferentes pero parecidas. Las tres unidas por un hilo de oro: el deseo de volar. El ser humano sueña y se desespera por poder separar sus pies del suelo aunque sea por un rato, desde siempre. Los viajes en globo, la danza son modos de volar que están al alcance de la mano de muchos. A ellos dedica los dos primeros textos. Para la tercera narración elijo un párrafo aparte porque tiene que ver con una manera de volar que es contingente, que no puede elegirse ni puede negarse si se presenta: el amor. La tercera parte de este bello libro escribe el duelo de Julian por su mujer muerta. Si se te murió alguien querido hace poco, te vas a sentir acompañado, comprendido, y menos solo leyéndolo. Si no conociste el verdadero amor, o tuviste la suerte de no perder a nadie que amaras con tu corazón, probablemente te suene a chino o que el tipo está totalmente loco, en la época donde hay que desapegarse para correr más rápido, sin perder tiempo hacia sentirnos prescindibles, hacia nuestra propia destrucción. Por el contrario, el amor a veces, y el duelo por un amor casi siempre, implica inexorablemente ir para atrás. Recordar, añorar, reelaborar, llorar por lo postergado, por lo inconcluso, por lo mágico que no se repetirá; sentirse un extraño en medio de una multitud vociferante. Y cuando el tiempo y el trabajo del duelo pasen, sentirse afortunado por haber vivido una experiencia destinada a pocos. Y yo que di por terminado mi año hace algunos días, y no paro de dar con libros increíbles! Ahora transito la Antología Personal de mi querido Ricardo Piglia.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Para este lunes, "Distancia de rescate" de Samanta Schweblin "Distancia..." es un libro embriagante. Por momentos desesperante. Claro, soy mujer, y Samanta (ignoro si tiene hijos) sabe lo que las madres sentimos por nuestros hijos. Conoce de nuestros fantasmas y paranoias. Pero también que el mundo cambia para una mujer cuando tiene un hijo, y ama a ese hijo. Lo que podía ser un bello paisaje rural puede volverse el oscuro lugar de dónde brote el veneno fatídico. En una suerte de reescritura de "Pedro Páramo", en diálogo permanente con una voz que vamos construyendo de a poco, y que a la vez que advierte, también empuja a seguir, nos situamos en un pueblo donde todos están potencialmente muertos. Tanto que el hilo que mide la distancia de rescate puede llegar a romperse. Probar veneno o dejarse envenenar tiene consecuencias mayores. Y no hay escape de esta Comala que Samanta inventó. De allí lo fuerte del final. Quizás porque se dio cuenta de ello, o simplemente porque el hilo lo porta la madre, el padre que viaja a socorrer, escapa. Una novela impactante.