domingo, 31 de marzo de 2019

Próxima novela

Hace años que no esquío. Sin embargo el esquí estará presente en mi próxima  novela! 

viernes, 29 de marzo de 2019

Conversación con Marcelo Zabaloy, traductor al español de Ulises y Finnegans Wake, publicados por El cuenco de plata.

Comparto con ustedes la última parte de la jugosa charla que mantuve con Marcelo Zabaloy. 

“Hasta el capítulo 8 llevaba notas. Llevaba 1000 y pico de notas, sobre ese modo de trabajo con la lengua que los psicoanalistas conocen. Las había hecho para mi, pero me di cuenta de que era un proceso neurótico. Buscando y buscando doy con una traducción al francés publicada por Gallimard. La compre, la leí y no era lo que presentaba el texto. Di con una versión hecha por un francés, Hervé Michel, y subida a su pagina. Le escribí, y en mi próximo viaje con un grupo de jugadores de rugby, nos encontramos. El había hecho lo mismo que yo:había torcido el texto, porque la otra opción es tratar de enderezarlo. Después nos corregíamos el texto mutuamente. Eso me convenció de que el método estaba bien, de no insistir con las notas. Entonces a partir del capítulo 9 no hay más notas. Y lo que saque de Hervé es que el tenía paginado igual que el original: donde terminaba el original terminaba su traducción. Entonces pensé que yo podía hacer lo mismo usando un cuadro de texto, variando los últimos renglones para que coincidiera. Las notas son las notas del texto, no son notas de Marcelo Zabaloy. Son las notas donde los niños del tabernero dormido despotrican contra la enseñanza, hablan de la escuela, del alfabeto y de la forma de las letras. El resto carece de notas. Así hice el libro y lo terminé. Otra vez ver quien lo iba a publicar. Obviamente El cuenco de plata iba a publicarlo, había que buscar un prologuista. Surgió entonces el nombre de Eduardo Lago, referente en España del Finnegans Wake. Nos habían invitado en 2016 para una charla en la Biblioteca Nacional, organizada por la Casa de España con el Círculo de traductores literarios, con Jorge Monteleone, porque se cumplían 70 años de la aparición de la primera traducción de Ulises, hecha por Salas Subirat. Lago es muy amigo de Vila- Matas, tienen un blog juntos; Eduardo Lago tradujo el capítulo 8. Con Eduardo Russo le mandamos un mail para vernos a raíz de la posibilidad de que escribiera un prólogo en un próximo viaje que haría a Argentina. Teníamos que encontrarnos a almorzar para discutir la posibilidad de que escribiera el prólogo. La cuestión es que el día antes al encuentro murió Edgardo! 
Me enteré en la puerta en la Casa de España que tenía que dar la charla en inglés porque la audiencia era un grupo de alumnos de la Universidad Notre Dame de Washington o Nueva York, de viaje por America Latina en busca de los trazos de Joyce en la literatura americana. Zafé con la conferencia, adapté lo que iba a decir al inglés. Estábamos muy contentos de que por fin veríamos a Lago y leeríamos la traducción. Yo había ido con el borrador. La cuestión es que Edgardo nunca lo vio. Lo enterraron en Chacarita. Había tres gatos locos... sus compañeros de la editorial y yo. Salude a las hijas, les di un beso y me fui. Así terminó la historia del Finnegans Wake. En 2016 salió el libro. No hicimos ninguna presentación, salió el libro y salió. Me encontré finalmente con Lago, pero obviamente no podía escribir sobre algo que no había leído, no tenía tiempo para leerlo, ... y el estaba con el capítulo 8. Fue honesto. Hay que destacar la valentía de Pablo Hernández, socio de Edgardo, al publicarlo, y quien lo revisó entero conmigo fue Eugenio Conchez, un profesor  de Literatura de la Universidad de La Pampa, un tipo de 35 o 36 años, un tipo deslumbrante, humilde, un humor genial, y detallista al máximo. Encontrar las palabras, los neologismos! Como traducirlos? Era una tarea de arqueólogo. Le decía: vos seguirme, si encontrase una palabra que suene mejor y que no pierda ninguno de los múltiples sentidos condensados, si no la dejamos. Fíjate que no se trabe la lectura. Entonces yo leía y leía y el decía para! Si algo le sonaba raro. La revision con Eugenio fue la última.
Y cuando terminó y lo solté tenía que seguir con algo, con otra cosa...

Las aventuras de Marcelo Zabaloy por la República de las Letras continuaron con Queneau, con Perec (por ejemplo traduciendo la novela La disparition, La desaparición, lipograma que suprime del texto la letra E. Este trabajo le tomó un año, para continuar con la versión de lipograma en A: esta tarea lo lleva a concluir que la letra A es prescindible en la lengua castellana! Por el contrario la dificultad es escribir sin la E), y con su propia escritura. Su novela, Rapsodia, fue finalista del Premio Clarin. 

jueves, 28 de marzo de 2019

Esto es agua. Una joya de David Foster Wallace

Es largo, pero créanme, no le sobra ni una palabra. Lucidez desgarradora, hermosamente triste. Para leer, pensar, atesorar. 

Esto es agua

Están dos peces nadando uno junto al otro cuando se topan con un pez más viejo nadando en sentido contrario, quien los saluda y dice, “Buen día muchachos ¿Cómo está el agua?” Los dos peces siguen nadando hasta que después de un tiempo uno voltea hacia el otro y pregunta “¿Qué demonios es el agua?”
Este es un requerimiento estándar para los discursos en las ceremonias de graduación, el uso de una pequeña y didáctica historia. El cuento resulta ser uno de los métodos más ejemplificativos y menos tediosos del género, pero si creen que planeo presentarme aquí como el pez viejo y sabio que les va a explicar a ustedes, jóvenes peces, qué es el agua, por favor no lo hagan. No soy el pez viejo y sabio.
El punto de la historia de los peces es simplemente que las realidades más obvias e importantes son con frecuencia las más difíciles de ver y sobre las que es más difícil hablar. Enunciado como una frase, por supuesto, éste es sólo un lugar común como cualquier otro, pero el hecho es que en las trincheras del día a día de la existencia adulta, los lugares comunes pueden tener una importancia de vida o muerte, o por lo menos de ello me gustaría hablar en esta despejada y encantadora mañana.
Claro que el principal requisito para este tipo de discursos es que debo hablar sobre el significado del estudio de las ciencias sociales y humanidades, tratar de explicar por qué el título que están a punto de recibir tiene un valor humano real y no sólo un fin material. Hablemos entonces del cliché más generalizado en los discursos de graduación, que es que la formación en ciencias sociales y humanidades tiene como objetivo tanto proveerlos de conocimiento como enseñarles cómo pensar. Si ustedes son como yo cuando era estudiante, no debe gustarles escuchar este tipo de cosas, e incluso se sienten un poco ofendidos por la afirmación de que necesitan que alguien les enseñe cómo pensar, dado que el hecho de que hayan sido aceptados en una universidad tan buena como ésta parece probar que ya saben hacerlo. Sin embargo, vengo a plantear que el cliché no resulta ser para nada insultante, porque lo que verdaderamente importa para su educación –misma que se supone reciben en una escuela como ésta- no gira en torno a la capacidad para pensar sino en decidir sobre qué decidimos pensar.
Si su total libertad de pensamiento con respecto a las decisiones sobre qué pensar les parece demasiado obvia como para desperdiciar tiempo discutiéndola, les pediría que piensen sobre los peces y el agua, y que sólo por un par de minutos hagan un paréntesis en su escepticismo sobre el valor de lo totalmente obvio.
Aquí va otra pequeña y didáctica historia. Están dos hombres sentados juntos en un bar ubicado en una parte remota de Alaska. Uno de los hombres es religioso, el otro es ateo, y los dos discuten sobre la existencia de Dios con esa especial intensidad que viene después de la cuarta cerveza. Entonces el ateo dice: “Mira, no es que no tenga razones para no creer en Dios, no es que nunca haya experimentado el Creo-En-Dios-Y-Rezo y esas cosas. Justo el mes pasado me agarró una tormenta de nieve lejos de casa, estaba totalmente perdido y no podía ver nada, la temperatura era cincuenta grados bajo cero, entonces lo intenté: me arrodillé en la nieve e imploré ‘Oh, Dios, ¡si es que existes! Estoy perdido en la nieve y moriré si no me ayudas’”. El hombre religioso mira desconcertado al ateo y dice “Entonces debes creer ahora, después de todo aquí estás, vivo”. El ateo mueve la cabeza y dice: “No, hombre, lo único que pasó es que casualmente un par de esquimales pasaban por ahí y me mostraron el camino de regreso”.
Es fácil ver esta historia a través del cristal con el que normalmente se analizan este tipo de situaciones en cualquier carrera de ciencias sociales y humanidades: exactamente la misma experiencia puede significar dos cosas completamente diferentes para dos personas, considerando las diferentes creencias y patrones, y las diferentes formas de construir significados basados en la experiencia. Como priorizamos la tolerancia y la libertad de pensamiento, por supuesto que no vamos a querer afirmar que una interpretación es verdadera y la otra falsa o mala.
Lo cual está bien, excepto por el hecho de que nunca terminamos hablando sobre de dónde vienen estas creencias y patrones. Es decir, de dónde vienen dentro de estos dos hombres. Como si la orientación más básica de una persona, y el significado de su experiencia fueran de alguna manera inherentes a ella, como la altura o el número de zapato; o fueran automáticamente absorbidos de la cultura, como el lenguaje. Como si la forma de construir significados no fuera el resultado personal e intencional de una decisión consciente. Además, tenemos la cuestión de la arrogancia. El ateo está convencido de que el hecho de que los dos esquimales hayan pasado en ese momento no tuvo nada que ver con su rezo pidiendo ayuda. Cierto, también hay un montón de religiosos arrogantes y seguros de sus propias interpretaciones. Son probablemente más repulsivos que los ateos, y que, por lo menos, la mayoría de nosotros. Pero el problema de los dogmáticos religiosos es exactamente igual al del no-creyente de la historia: la certidumbre ciega, una mente cerrada que equivale a un aprisionamiento tan absoluto donde el mismo prisionero ignora que está encerrado.
El punto es que pienso que ésta es una parte de lo que el mantra de “enseñar cómo pensar” debe significar: ser un poco menos arrogantes, tener “consciencia crítica” sobre mí mismo y mis certidumbres…porque un buen porcentaje de las cosas que doy por dadas, resultan eventualmente diluidas e incorrectas. Yo he aprendido esto de la manera difícil, como seguramente ustedes también lo harán.
 Aquí va un ejemplo del carácter erróneo que hay en las cosas sobre las cuales tiendo a estar automáticamente seguro. Todo en mi inmediata experiencia sostiene mi profunda creencia de que yo soy el centro absoluto del universo, la más real, vívida e importante persona en la existencia. Raramente pensamos en este tipo de este egocentrismo natural por el hecho de que es socialmente repulsivo, pero en el fondo es básicamente el mismo en todos nosotros. Es nuestra configuración predeterminada, inherente a nosotros desde el nacimiento. Piensen en esto: no existe ninguna experiencia que hayan tenido en la cual ustedes no hayan sido el centro de la misma. El mundo como lo viven está ahí en frente a ustedes, o detrás, o a un lado, en frente, o en la televisión, o en su monitor, o en dónde sea. Los sentimientos o ideas de otras personas tienen que ser comunicadas a nosotros de alguna manera, pero las propias son inmediatas, urgentes, reales. Ya van entendiendo. Pero por favor no se preocupen que me esté preparando para predicar sobre la compasión o las también llamadas “virtudes”. Esto no se trata de virtud sino sobre decidir cambiar, o liberarse de alguna manera, de esa configuración predeterminada, la cual es: ser profunda y literalmente egocéntrico, y ver e interpretar todo a través del lente de sí mismo.
 Las personas que pueden ajustar su configuración predeterminada de esta manera son con frecuencia denominadas “bien equilibradas”[1], término que, sugiero, no es fortuito. Siguiendo la línea académica, una pregunta obvia sería qué tanto de este ajustarnos a nuestra configuración predeterminada involucra realmente conocimiento o intelecto. No es de extrañar que la respuesta sea: depende de qué tipo de conocimiento del que estemos hablando.
 Probablemente el aspecto más peligroso de la educación académica, por lo menos en mi caso, es que posibilita mi tendencia a sobre-intelectualizar las cosas, a perderme en el pensamiento abstracto en lugar de simplemente poner atención a lo que está pasando frente a mí. En lugar de poner atención a lo que está pasando dentro de mí. Como seguramente a estas alturas ya saben, es extremadamente difícil mantenerse alerta y concentrado en vez de quedarse hipnotizado por el constante monólogo que tiene lugar dentro de nuestra cabeza. Lo que todavía no saben son las implicaciones de esta lucha.
 A veinte años de haberme graduado, me he dado cuenta paulatinamente de estas implicaciones, y advertí que el cliché universitario de “enseñarte cómo pensar” era realmente la síntesis de una muy importante y profunda verdad. “Aprender a pensar” realmente significa aprender a ejercer cierto control sobre cómo y qué es lo que pensamos. Significa estar lo suficientemente conscientes para escoger a qué le ponemos atención y decidir cómo vamos a construir significados a través de la experiencia. Porque si ustedes no pueden o no quieren ejercer este tipo de decisiones en su vida adulta, estarán totalmente derrotados. Piensen en el viejo cliché de cómo la mente es un “excelente sirviente pero un pésimo amo”. Éste, como muchos otros clichés, tonto y banal en la superficie, en realidad expresa una gran y terrible verdad. No es coincidencia que la mayoría de los adultos que se suicidan con armas de fuego siempre se disparen a sí mismos en…la cabeza. Y la verdad es que la mayoría de estos suicidas estaban muertos mucho antes de jalarle al gatillo.
 Y esto es realmente, sin mentiras ni bromas, de lo que su educación debe tratarse: cómo evitar ir por tu confortable, próspera y respetable vida adulta, siendo un muerto, inconsciente, esclavo de tu cabeza y de tu configuración predeterminada, esa que te hace estar única, completa y totalmente solo día tras día. Esto puede sonar a una exageración o un sinsentido abstracto. Entonces hagámoslo concreto. El hecho es que ustedes recién graduados todavía no tienen idea de lo que “día tras día” realmente significa.
 Resulta que hay una buena parte de la vida adulta americana de la cual nadie habla en los discursos de graduación. Esa parte involucra aburrimiento, rutina y una bonita frustración. Los padres y las personas más grandes aquí entenderán perfectamente de lo que hablo. Por ejemplo, supongamos que este es un día normal en la vida adulta, se levantan en la mañana, se dirigen a su desafiante trabajo de oficina digno de un graduado, trabajan por nueve o diez horas, al final del día están cansados y muy estresados: todo lo que quieren es irse a su casa, prepararse una buena cena, tal vez despejarse un rato y dormirse temprano porque tienen que levantarse temprano al día siguiente a hacer lo mismo de nuevo.
 Pero de repente recuerdan que no hay comida en la casa –no han tenido tiempo suficiente para comprar comida esta semana a causa del desafiante trabajo- entonces al final del día tienen que subirse al automóvil y manejar hasta el supermercado. Es la hora que marca el fin de la jornada laboral y el tráfico es espantoso, entonces llegar a la tienda toma mucho más tiempo del que debería, y cuando finalmente llegan ahí, el supermercado está atiborrado de gente, porque por supuesto es la hora del día en que las demás personas que también tienen trabajo tratan de hacer cabida en su horario para ir de compras al supermercado, y la tienda está horrorosa y fosforescentemente iluminada, ambientada con espantoso pop corporativo o esa genérica música de fondo capaz de matar almas. Es el último lugar en el que quisieras estar pero no puedes entrar y salir inmediatamente. Tienes que deambular por los inmensos y saturados pasillos para encontrar las cosas que quieres, tienes que maniobrar con tu carrito entre todas las demás personas, que también están cansadas y tienen su propio carrito, y por supuesto están los viejos que se toman todo el tiempo del mundo, los que toman demasiado espacio, los niños hiperactivos, y tú tienes que poner la mandíbula dura y ser amable mientras les pides que te dejen pasar, hasta que por fin encuentras lo que buscabas, sólo que ahora no hay suficientes cajas abiertas a pesar de que la tienda está llena, entonces la fila para pagar es interminable. Lo cual es estúpido e irritante, pero no puedes desahogar tu ira con la frenética señora trabajando en la caja registradora, quien para ese entonces ya ha trabajado más horas de las que le tocan al día en un trabajo cuya rutina e insignificancia sobrepasan la imaginación de cualquiera de nosotros aquí en esta prestigiosa universidad…Pero bueno, finalmente llegas al frente de la fila y pagas por tu comida, y esperas tu cambio o a que una máquina apruebe tu tarjeta para después escuchar un “Que tenga un buen día” en una voz que suena como la muerte misma.
 Y después tienes que llevar tus feas y poco sólidas bolsas de plástico en tu carrito que tiene una de esas llantas locas que lo hacen moverse irremediablemente a la izquierda, todo mientras pasas por un estacionamiento sucio y lleno de gente, y tratas de subir las bolsas a tu automóvil de manera que nada se vaya a salir y rodar por la cajuela durante el camino, y luego tienes que manejar en medio de un lento y pesado tráfico para llegar a tu casa, etcétera, etcétera. Todos han pasado por esto, claro, pero todavía no ha sido parte de la rutina de ustedes, graduados, día tras semana, tras mes, tras año. Pero lo será, junto con otras rutinas no menos aburridas, tediosas y sin sentido. Excepto que ese no es el punto. El punto es que dentro de toda esta mierda frustrante entra el trabajo de escoger.
 Como el tráfico es lento, los pasillos atestados y la fila para pagar larga, si no hago una decisión consciente sobre qué pensar y a qué ponerle atención, estaré enojado y seré miserable cada vez que tenga que ir de compras al supermercado, porque mi configuración natural hace que en situaciones como estas todo gire en torno a mí, mi hambre, mi fatiga, mis ganas de irme a casa, y parecerá que todos los demás en el mundo están en mi camino, y a todo esto, ¿quién chingados son todas estas personas en mi camino? Y mira qué repulsivas lucen la mayoría de ellas y cómo parecen ovejas haciendo fila en la línea para pagar, o qué tan irritante y descortés es que las personas hablen así de fuerte por celular en medio de la fila, y, miren qué injusto es esto: he trabajado realmente duro todo el día, tengo hambre, estoy cansado y no puedo irme a mi casa por culpa de estas estúpidas y malditas personas. O, por supuesto, si estoy en una forma más socialmente consciente de mi configuración predeterminada, puedo pasar mi tiempo atorado en el tráfico estando enojado y disgustado con todas esas gigantes y estúpidas camionetas familiares, Hummers pick ups mientras gastan su derrochador y egoísta tanque de 150 litros, y puedo extenderme hablando de cómo las calcomanías religiosas o patrióticas parecen siempre estar pegadas en los vehículos más monstruosos manejados por los más feos, desconsiderados y agresivos conductores, quienes además suelen hablar por celular mientras tocan su claxon solo para ponerse seis estúpidos metros adelante en el tráfico, y puedo pensar en cómo los hijos de nuestros hijos van a odiarnos por haber desperdiciado todo el combustible del futuro y probablemente haber jodido el clima, y en cómo todos somos malcriados, estúpidos y egoístas, y cómo todo apesta, y así sucesivamente… Miren, si decido pensar así está bien, muchos de nosotros lo hacemos, excepto que ese pensamiento tiende a ser fácil y automático, no tiene que representar ninguna elección.
 Pensar de esta manera es mi configuración predeterminada. Es la forma automática e inconsciente con la que experimento lo aburrido y frustrante de la vida adulta, una vez que opero con la automática e inconsciente creencia de que soy el centro del mundo y que mis necesidades y sentimientos inmediatos son lo que deben de determinar las prioridades del mundo. La cosa es que obviamente hay diferentes maneras de pensar este tipo de situaciones.
 Hay mucho tráfico, todos estos vehículos están parados y estorbándome en el camino: no es imposible pensar que algunas de esas personas manejando camionetas familiares hayan estado en horribles accidentes automovilísticos en el pasado y ahora manejar para ellos se ha vuelto una experiencia tan traumática que su terapista no ha tenido más remedio que aconsejarles comprar una camioneta grande en la que se sientan suficientemente seguros al manejar; o que la Hummer que se acaba de meter en frente de mí está siendo manejada por un padre cuyo hijo está herido o enfermo en el asiento de copiloto, y está tratando de evadir el tráfico para llegar pronto al hospital, y que tiene una prisa más legítima que la mía. Realmente soy yo quien está atravesándose en su camino. O puedo escoger forzarme a considerar que muy probablemente las demás personas haciendo fila en el supermercado están tan aburridas y frustradas como yo, y que en lo general algunos de ellos tal vez tengan vidas mucho más difíciles, tediosas o dolorosas que la mía. Y así sucesivamente.
 De nuevo, por favor no piensen que les estoy dando un consejo moral, o que estoy diciendo que “tienen que” pensar de esta manera, o que alguien automáticamente espera ello de ustedes, porque es difícil, toma voluntad y esfuerzo, y si son como yo, algunos días no serán capaces de hacerlo, o no querrán hacerlo. Pero la mayoría de los días, si están lo suficientemente atentos como para decidir, pueden decidir ver diferente a la señora gorda con mal de ojo y demasiado maquillaje que acaba de gritarle a su hijo en la fila para pagar. Tal vez ella no siempre es así; tal vez lleva tres noches seguidas sosteniendo la mano de su marido quien está muriendo de cáncer, o tal vez esta misma señora es la empleada mal-pagada de oficina, que justo ayer, te ayudó a resolver un engorroso trámite ejerciendo un pequeño acto de bondad burocrática. Claro, ninguno de estos casos es probable, pero tampoco imposible. Depende de qué es lo que ustedes prefieran considerar.
Si están automáticamente seguros de saber qué es la realidad y quiénes y qué es importante –si quieren operar con su configuración predeterminada- entonces ustedes, como yo, probablemente no van a considerar ningún escenario que no sea fastidioso o sin sentido. Pero si realmente han aprendido cómo pensar, cómo poner atención, entonces sabrán que tienen más opciones. Estará en sus manos hacer de una situación lenta, infernal y estresante no sólo una experiencia significativa sino algo sagrado, un fuego con la misma fuerza que enciende las estrellas; compasión, amor, la subsuperficie de todas las cosas. Esta onda mística no necesariamente tiene que ser verdad: la única Verdad que lleva mayúsculas aquí es que ustedes tienen la capacidad de decidir cómo quieren ver las cosas. Esto, me parece, es la libertad de la educación verdadera, de aprender cómo estar “bien-equilibrados”: Ustedes pueden decidir conscientemente qué tiene importancia y qué no. Ustedes deciden qué es lo que van a adorar, porque aquí hay otra cosa que es verdad: en el día a día de la vida adulta no existe tal cosa como el ateísmo. No existe tal cosa como no adorar nada. Todo el mundo adora algo. La única elección está en qué decidimos adorar. Y una gran razón para decidir adorar a algún dios o algo parecido a un espíritu –llámese Jesucristo, Allah, Yavé, la Diosa Madre, Las Cuatro Nobles Verdades o una colección de principios infrangibles- es que prácticamente cualquier cosa que adores te comerá viva. Si adoran el dinero y las cosas –si eso es lo que consideran que tiene verdadera importancia en la vida- entonces nunca tendrán suficiente. Nunca van a sentir que tienen suficiente. Es la verdad. Adorar su propio cuerpo, belleza o encanto sexual siempre los hará sentirse feos, y cuando la edad se empiece a notar en ustedes, habrán muerto un millón de veces antes de que los entierren. Hasta cierto punto ya todos sabemos estas cosas –han sido codificadas como mitos, proverbios, clichés, trivialidades, epigramas, parábolas: el esqueleto de toda buena historia.
 El secreto está en mantener esta verdad en frente de nosotros diariamente. Si adoras el poder te sentirás débil y con miedo, y necesitarás más poder sobre otros para anestesiar el miedo. Si adoras tu intelecto, o ser considerado inteligente, terminarás sintiéndote estúpido, un fraude siempre a punto de ser descubierto. Y así sucesivamente. Miren, la cosa más insidiosa de estas formas de adoración no es que sean malignas o llenas de pecado; es que son inconscientes. Son configuraciones predeterminadas. Son el tipo de adoración que gradualmente nos atrapa, día a día, haciéndonos más selectivos en lo que vemos y en cómo medimos el valor de las cosas sin ni siquiera estar plenamente conscientes de que lo estamos haciendo. Y el llamado “mundo real” no te desanimará a operar con tu configuración predeterminada, porque el llamado “mundo real” de hombres, dinero y poder se lleva bastante bien con el combustible del miedo, desprecio, deseo, frustración y la adoración de sí mismo.
 Nuestra misma cultura contemporánea le ha puesto un arnés a estas fuerzas de modo que han cedido el paso a la riqueza, el confort y la libertad personal. La libertad para ser amos de nuestro pequeño reino, solos en el centro de toda creación. Este tipo de libertad suena muy atractiva. Pero por supuesto hay diferentes tipos de libertad, y del tipo más preciado de libertad no van a escuchar hablar mucho allá afuera en el mundo competitivo del ganar, conseguir y mostrar.
 El tipo de libertad más importante involucra atención, consciencia, disciplina, esfuerzo, y ser capaces de preocuparse realmente por las demás personas y sacrificarse por ellas, una y otra vez, realizando miles de pequeños, y nada sexys, actos, día tras día. Esa es la verdadera libertad. Eso es ser enseñado a cómo pensar. La alternativa es la inconsciencia, la configuración predeterminada, la “carrera de ratas” –la constante e insistente sensación de haber tenido y perdido algo infinito. Ya sé que todo esto probablemente no suena nada divertido, refrescante o inspirador como suelen hacerlo los discursos de las ceremonias de graduación. Lo que es, como lo veo hasta ahora, es la verdad, con un montón de basura retórica recortada. Obviamente pueden pensarlo cómo ustedes deseen. Pero por favor no lo vean como un sermón en donde la Dra. Laura[2] mueve el dedo índice como metrónomo y de forma acusadora.
 Nada de esto se trata de moral, religión, dogma o sofisticadas preguntas sobre la vida después de la muerte. La cuestión aquí, es la vida antes de la muerte. Es llegar hasta los treinta, o tal vez incluso los cincuenta, sin querer dispararse a sí mismo en la cabeza. Es sobre el verdadero valor de la educación, que no tiene que ver con calificaciones o títulos sino con la simple conciencia –conciencia de lo que es real y esencial, tan escondido a simple vista alrededor de nosotros, que tenemos que recordarnos a nosotros mismos una y otra vez:
“Esto es agua.”
“Esto es agua.”
“Estos esquimales pueden ser mucho más de lo que parecen.”
Es inimaginablemente difícil hacer esto –vivir de manera consciente, adulta, día tras día. Lo que significa que una vez más el cliché es cierto: su educación realmente es el trabajo de una vida, y comienza ahora.
 Les deseo mucho más que suerte.

miércoles, 27 de marzo de 2019

Conversación con Marcelo Zabaloy, traductor de Ulises y Finnegans Wake, publicados por El cuenco de plata. 2da Parte.


¿Qué piensa el traductor al ver realizada su obra?

Al terminar la traducción completa del libro, se da cuenta de lo cíclico de su aventura de traducción, apoyada fundamentalmente en la versión francesa de Valery Larbaud, revisada por el mismísimo Joyce, regalo que recibe de su esposa y uno de sus hijos, durante un viaje por París. La versión francesa es la que le permite eliminar las dudas que quedaban de la traducción al español que, como la Odisea de Homero, comienza y finaliza en Ítaca.


¿Tenía previsto algún destino particular para su trabajo?

Superada la angustia y la incertidumbre de la tarea ya terminada; la sensación de vacío que se produce por el tiempo intenso dedicado a ella, por sugerencia de Marcela, su esposa, decide escribir a editoriales españolas, entre 20 y 30 editoriales. Un par de editoriales le responden que no estaban tomando originales o que no se dedicaban a traducciones, hasta que una señora francesa, Mme Laure Merle d´Aubigné, le sugiere probar con El cuenco de plata, por ser una editorial que traduce literatura extranjera. Escribe entonces a dos o tres mails que manda en Argentina, adjuntando el capitulo 17, donde todo comenzara, con el párrafo de las similitudes entre la mujer y la luna. Luego reconoce que se olvida del tema. En febrero recibe un llamado de Edgardo Russo, de El cuenco de plata, que le pregunta si les había escrito. Ante su respuesta afirmativa, Russo se disculpa por no haber contestado, pensaron que era una joda. Al cerciorarse de que no lo era, Russo le manifiesta el interés de la editorial en publicar su traducción. Le piden que envíe más material y él les manda el libro completo. Cuando se encuentran, finalmente, los interesados ya tienen listo el contrato.

¿Cuándo ve la luz la publicación?

Corría el 2010 y el libro finalmente aparece en 2015. La cuestión de la escritura del prólogo (que Russo quería que lo escribiera Jorge Monteleone) la fue demorando.


¿Cómo se sobrepone al desgaste que este tipo de demoras generan?

Mientras tanto, para sobreponerse al hecho de haber terminado la traducción de Ulises y a la demora, decide empezar a traducir Finnegans Wake. Al comentárselo a Russo, Edgardo le responde que se deje de joder, que ¡¿cómo va a traducir eso?!
Él responde que para él Ulises terminó. Que si querían publicarlo bien, y si no, le daba lo mismo. Que se abocaba al Finnegans Wake. Entonces se habló de la posibilidad de que prologara la edición Ricardo Piglia, que luego se enfermó y no pudo hacerlo.  Ya vencido el contrato, allá por el 2013, vuelven a revisar la traducción: vía  Skype, él leía desde Bahía Blanca y Russo escuchaba y sugería las correcciones que le parecían pertinentes, desde Buenos Aires. Participaban también, de esas largas reuniones virtuales que disfrutaban tanto, esta vez, la versión de Salas Subirat, que aportaba Russo, y la francesa por su parte. El texto fue leído y releído, corregido no menos de cuatro veces, completo.


¿Hubo algún acontecimiento especial cuando el libro se materializó?

Luego de largos cinco años, finalmente el libro sale el mismo día en el que nace mi nieto, a quien los padres (no lectores) deciden, influenciados por su trabajo sobre el texto de Joyce y porque les gustaba el nombre, llamar Ulises.


¿Qué sucedió después en la vida del traductor?

Durante todo el tiempo que duró ese largo proceso, seguía con el Finnegans… que le lleva desde el 2009 al 2016, con el mismo nivel de entrega y dedicación que puso para Ulises, sin tener tampoco nada previsto; nadie se lo había encargado. Con el entusiasmo y el criterio de aquella primera lectura de Ulises, aborda este nuevo desafío; llega hasta la página 240, cuando se plantea que no tenía sentido seguir: habiendo llegado allí con impulsos de cosas maravillosas y deslumbrantes que tiene el texto, pero también con muchas que eran como un cuarto oscuro impermeable. Buscar el método de composición y de trabajo que había aplicado Joyce fue lo que se propuso encontrar, intuyendo que el método dilucidado en Ulises podría servirle para Finnegans… a saber: leerlo primero; intentar luego como pasatiempo, una traducción, para la que debió complementar la lectura con  todo ensayo y texto escrito sobre F.W que encontrara para poder seguir.


¿Qué relación tenía con las distintas lenguas con las que Joyce escribe su work in progress?

Evidenciando su amor y pasión por las lenguas, se aboca simultáneamente al aprendizaje de la lengua francesa, a través de la literatura (a instancias de una tía que le enseña). En ese proceso lee a Perec, a Quenau. A partir de su conocimiento del francés, se propone buscar bibliografía sobre Finnegans Wake en esa lengua. Es cuando decide pasar un par de meses en París, para ir a la Biblioteca Nacional, debido a que esa obra de Joyce fue escrita completamente en Francia: allí debían de estar los rastros. Se hace miembro de la BNF; se alquila una pieza con baño y cocinita en Belleville, en la Rue Simon Bolivar, y como dice él, “se hace el Cortázar”: se toma el tren cada día, y a las 10 de la mañana, cada día, está en la Biblioteca. Busca ensayos sobre Joyce: había 800 títulos, privilegia los relativos al proceso de traducción de FW, y anota los títulos pertinentes. Con los libros de la Biblioteca, (fotocopia todo lo que le interesa ya que allí todo está dispuesto para que uno pueda hacerse del material consultado) o los que consigue comprar se aboca a la tarea. Todo lo hecho era en relación con el capítulo 8, Anna Livia Plurabelle. Joyce (que decía que no tenía nada intraducible), con sus amigos, estuvo metido en ese proceso. Cuando llega a la BNF ya había traducido hasta el capítulo 8.

¿Considera esta obra una suerte de delirio de lenguaje?

Toda palabra escrita tiene su razón de ser. No hay en la obra, ninguna palabra gratuita. Por grotesco que parezca el eufemismo, el neologismo, tiene una razón de ser y remite a algo, un algo múltiple. Su traducción al español es una copia en espejo de la versión original: empieza y termina cada página con las mismas palabras (lee un párrafo del libro en voz alta, que resulta ¡hilarante!).




martes, 26 de marzo de 2019

Creación. Creation. Arte conceptual. Conceptual art. Joseph Kosuth.



A sentence in five colors. 

Do you think in colors?


Una oración en cinco colores.

¿Pensás en colores? 


Joseph Kosuth.
Fondation Luis Vuitton.

lunes, 25 de marzo de 2019

Mañana en el Centro Descartes. Los esperamos.








No se lo pierdan. Va a estar muy interesante.

Los esperamos!



martes, 19 de marzo de 2019

Conversación con Marcelo Zabaloy, traductor de Ulises y Finnegans Wake, publicados por El cuenco de plata.

Una soleada mañana en Palermo, Buenos Aires, me encuentro con Marcelo Zabaloy. Habíamos tenido un intercambio sobrio y corto por mail. En uno de esos mails, le digo que a pesar de que el proyecto que tenía en mente quedaba stand by, si en algún momento pasaba por Buenos Aires y tenía ganas, podíamos tomar un café. Como sucediera la primera vez que le escribiera, su predisposición es total. A los 10 minutos arreglamos el encuentro del que les hablo. “De estas cosas no puedo hablar con nadie, así que encantado de encontrarnos. Cuando alguien se interesa...” me dice. A mi me interesaba conocer al traductor por deseo (¡nada más y nada menos que por deseo! Nadie le había encargado que hiciera la traduccion ni tampoco tenia destino previsto el resultado!) de dos de las más geniales y complejas obras de la literatura del siglo XX: Ulises y Finnegans Wake de James Joyce. 
Llega puntual. Yo había visto fotos suyas en internet, y el un video en el que me hacen una entrevista de radio. Nos sentamos delante de nuestros cafés y comenzamos a charlar. Accede gentil a que grabe nuestra charla. Me habla para comenzar, de su pasión lectora, nacida de El príncipe valiente, de la colección Robin Hood, regalo que recibe de su madre en la infancia. En la adolescencia, la lectura lo proveerá de temas de conversación para acercarse a las chicas “que siempre leen más” y sociabilizar. A los 18 su encuentro con Borges lo confronta por primera vez con un nombre y un título que luego lo apasionaran: James Joyce, escritor irlandés, autor de un libro difícil: Ulises. Que tan dificil seria...
Como Marcelo había concurrido a una escuela bilingüe, ya había leído en inglés Counterparts de Dublineses y le había encantado.
Llega entonces el momento de ir a la biblioteca de la Cultural Inglesa y ver si se producía el encuentro. ¡Había en la biblioteca un ejemplar de Ulises en inglés, por supuesto! Es entonces cuando se aventura a la lectura de tan magnética obra. Sin recurrir a la versión de Salas Subirat, y viendo que el primer capítulo no le ofrecía una resistencia particular, continúa leyendo con la ayuda de un diccionario. De esta primera experiencia reconoce haber perdido al menos el 40% (lo que estaría muchísimo más que bien, dada la magnitud de la empresa). La segunda lectura tuvo por compañía a la biografía magnífica que Richard Ellmann escribiera sobre el autor irlandés, así como ensayos sobre la obra y sobre el autor. Esta vez la lectura le resulta más fluida. 

No será hasta la tercera lectura, provisto ya de su propio ejemplar en inglés, que siente la necesidad de compartir con su esposa un párrafo del capítulo 17, Itaca, donde hay un poético y bellísimo paralelismo entre el rostro de la mujer y la luna (ver entrada previa en el blog). Va traduciendo a su oyente a medida que lee, sostenido en la confianza que un vínculo de 40 años le otorga (¡dando por sentado que su mujer no saldrá corriendo al escucharlo!). Ese momento mágico (epifanico quizás) le sirve de impulso para traducir el párrafo, que le lleva todo ese domingo. Sigue con toda la pagina, luego con todo el capítulo. Será al terminar la traducción del célebre monólogo interior de Molly Bloom (capítulo 18, Penelope) sin puntuación alguna, que se le impone ¡traducir la novela entera! Entonces es cuando, con la misma compulsion y desesperación de un fumador, dice, cada momento libre del que disponga será usado para avanzar en la traducción de Ulises, tarea de tal intensidad que lo sumerge en un tiempo fuera del tiempo, en un tiempo en suspenso. La traducción completa le lleva 4 años, desde el 2005 hasta el 16 de junio de 2009, dosificando el trabajo de tal modo para terminar, simbólicamente, justo en el día de la fecha en la que el libro narra la vida de su protagonista, Leopold Bloom.

domingo, 10 de marzo de 2019

Infancia. Childhood.



"El pasado era énfasis, nostalgia de algo transitorio de la infancia, ese lugar inventado al que siempre se puede recurrir". Miserere. De Germán García. Editorial Mansalva. 2016

"The past was emphasis, nostalgia of something transient of childhood, that made up place which you can always draw on". Miserere. De Germán García. Editorial Mansalva. 2016.

Mis hermanos y yo, viendo al aire libre a Pipo Pescador!! (anoten los dibujos de mi remera!!! Siempre quise ser cantante de rock, se los había contado?)

miércoles, 6 de marzo de 2019

Anticipo de un encuentro epifánico con Marcelo Zabaloy, traductor al castellano de las últimas versiones de Ulises y Finnegans Wake de Joyce, que editara recientemente El cuenco de plata! A little look at a coming epiphanic meeting with Marcelo Zabaloy, translator to spanish of Ulysses and Finnegans Wake by Joyce, that El cuenco de plata published recently.

 La aventura de una vida apasionante puede comenzar con un libro, con un párrafo de un libro;  en el cruce de las lenguas, en sus sonidos y música que exceden nuestra comprensión. Hoy les adelanto un acontecimiento de este orden. En los próximos días habrá más.
The adventure of a passionate life may begin with a book, with a paragraph of a book, in the crossing point between languages, in their sounds and music that go far beyond our comprehension. Today a little look to an event of that kind. More coming next days!

Con este párrafo del capítulo 17 de Ulises de la versión en inglés comenzó todo. All began with this paragraph of chapter 17 from Ulysses: 

"What special affinities appeared to him to exist between the moon and woman?
Her antiquity in preceding and surviving successive tellurian generations: her nocturnal predominance: her satellitic dependence: her luminary reflexion: her constancy under all her phases, rising, and setting by her appointed times, waxing and waning: the forced invariability of her aspect: her indeterminate response to inaffirmative interrogation: her potency over effluent and refluent waters: her power to enamour, to mortify, to invest with beauty, to render insane, to incite to an aid delinquency: the tranquil inscrutability of her visage: the terribility of her isolated dominant implacable resplendent propinquity: her omens of tempest and of calm: the stimulation of her light, her motion and her presence_ the admonition of her craters, her arid seas, her silence: her splendour, when visible: her attraction, when invisible". 

"¿Qué afinidades especiales le parecía a él que existían entre la luna y la mujer?
Su antigüedad en preceder y sobrevivir sucesivas generaciones telúricas: su predominancia nocturna: su dependencia satelítica: su reflexión luminaria: su constancia bajo todas las fases, saliendo y poniéndose en sus horarios establecidos, creciendo y menguando: la forzosa invariabilidad de su aspecto: su respuesta indeterminada a una interrogación no afirmativa: su poder sobre las aguas efluentes y refluentes: su poder de enamorar, de mortificar, de revestir de belleza, de enloquecer, de incitar y de ayudar a la delincuencia: la tranquila inescrutabilidad de su rostro: lo terrible de su propincuidad aislada, implacable, dominante y resplandeciente: sus augurios de tempestad y de calma: la estimulación de su luz, su movimiento y su presencia: la admonición de sus cráteres, sus mares áridos, su silencio: su esplendor, cuando es visible: su atracción cuando es invisible".

lunes, 4 de marzo de 2019

Coloquio XXXII Descartes.

En este lunes que no parece tal, tomá tu agenda y anotá lo que no te podés perder el sábado!

Te esperamos!!


domingo, 3 de marzo de 2019

Acontecimiento imprevisto! Unexpected event!

Te sucede un día, que inesperadamente, las cosas cambian la orientación del sentido.
It happens to you one day that, unexpectedly, things change their sense direction.









Presentación Revista ABC La cultura del Psicoanálisis N# 2

viernes, 1 de marzo de 2019

Purgatorio. Canto XXX. La Divina Comedia. Purgatory. Canto XXX. Dante Alighieri.


En su camino por el Purgatorio, Dante se cruza con una presencia femenina que lo llena de estupor y quebranto, a la vez que experimenta toda la potencia del antiguo amor: se trata de Beatriz, en un carro triunfal, que le recrimina el haberse alejado de ella; el haber transitado sendas inciertas, dándose a otras mujeres. Beatriz lo conmina a la penitencia para expiar sus culpas.

In his way through Purgatory, Dante runs into a female presence that makes him feel stupor and pain, at the same time that he feels the power of the former love: it´s Beatriz, in a triumphal carriage, that reproaches him for having got away from her towards wrong ways, for having given himself to other women. Beatriz compels him to penance to expiate his guilt.

*La Divina Comedia. Purgatorio. Dante Alighieri. Traducción y notas de Jorge Aulicino. Editorial Edhasa.
*La Divina Comedia de Dante. William Blake. Editorial Taschen.