domingo, 2 de junio de 2019

La Esposa joven. De Alessandro Baricco. Una novela sobre lo femenino.

Comentar para ustedes este libro va a ser todo un desafío. Primero una digresión: fui a ver bailar a Julio Bocca (idolatro a Julio desde siempre) cuando anunciaba su retiro de los escenarios como bailarín. Interpretó una danza con una mesa, y los maravillosos acordes de Invierno porteño de Piazzolla de fondo. Una vez terminada su actuación, ya repuesta del nudo en la garganta que tenía por la emoción, pensé: ¿cómo es posible hacerle el amor a una mesa? Julio desplegó con su arte un cobijo erótico y sensual alrededor de una mesa. Lo encuentran en youtube.

Entonces volvamos a La Esposa joven. Es un relato con estructura de cajas chinas: relatos dentro de relatos, con cambios de voz narrativa que se suceden sin aviso. Todo el texto es un aparente continuo, con giros de voces cuyos relatos diferentes convergen, sin embargo, en la única historia que se narra. La historia es la de la emigración y el viaje, coordenadas crueles donde se entrecruza un amor a la distancia, y el tejido paulatino de las pequeñas historias familiares, historias partidas por la ambición y el éxito económico, y por la emigración. También aparece el escritor-narrador de la historia, en ocasiones, haciendo su propio viaje: la escritura de la novela, y su huída a una isla.
La Familia en su conjunto, es algo excéntrica: todos los muertos habían muerto de noche, por lo cual todos en La Familia temían irracionalmente a la noche, y cada uno desarrollaba sus medidas precautorias para sortearla, así como llenaban sus días de reglas implícitas, mecanismos de funcionamiento interno, normas de convivencia.  Él, se va de viaje en busca de éxito y fortuna, ella va desde Argentina a Italia a esperarlo en la casa de su familia, La Familia. Sí, la Odisea. Él, Ulises, ella Penélope.
Está narrada con exquisita maestría (al menos en la traducción que leí), llena de ocurrencias entre brillantes y disparatadas (por ejemplo, me fascinó lo de los silogismos inescrutables de La Madre), y con mucho erotismo y sensualidad. Con cierto guiño shakespereano (Modesto es una suerte de bufón moderno) pero sin atisbo de tragedia, esta novela es mucho más que todo lo dicho.
Por otro lado, con finura y belleza narrativa, se va tejiendo la experiencia del escritor con la novela que está escribiendo. Son pequeños destellos brillantes que dan cuenta del proceso que vive el creador con lo creado.
La Esposa joven es una novela sobre la espera, pero sin melancolía ni tristeza (ser infeliz estaba prohibido en la casa de La Familia, por improductivo) pero sobre todo es una novela de mujeres; sobre las mujeres: sobre lo que saben, sobre lo que callan, sobre sus secretos, sobre su sexo y el goce que se produce en su cuerpo, sobre el amor y la pérdida de la inocencia. Y como lo hizo Julio con la mesa, el alto nivel (por mucho pero también por excelente) de erotismo de algunas de sus escenas hacen que el lector sienta que está haciendo el amor con la novela. Hay momentos que son verdaderas joyas sobre lo femenino: la charla de ella con su abuela, enseñándole los secretos para ahuyentar a hombres incestuosos y por eso indeseables, y la magia para hacer que todas las armas de seducción se pongan a disposición de la interesada cuando el caballero en cuestión lo justifique. Esas páginas son de una belleza pocas veces encontrada por mí en lo que tengo leído hasta hoy. O cuando La Esposa joven le pregunta a La Madre ¿cómo se hace para ser hermosa?, ésta le enseña a recogerse el pelo sobre la nuca, y este relato es de una potencia sensual increíble. Más aún cuando le enseña cómo y de qué maneras goza una mujer de la voluptuosidad de su cuerpo, habilitando a esa hace-apenas-un-rato-niña a devenir mujer, en una noche memorable de cuerpos abiertos al descubrimiento y al disfrute. Ma-ra-vi-llo-so. El final es tan ingenioso como demoledor.
La Esposa joven me parece la novela que una madre podría regalarle a su hija que va a hacerse mujer, para que lea todas esas cosas de las que no se suele hablar en familia, que vuelven la vida una ocasión gozosa, y que Alessandro Baricco tuvo la audacia y la poesía imprescindibles para escribirlas. 
Al terminar de leerla, se siente la misma hermosa y paradójica sensación que se siente luego de una noche de intenso amor verdadero: se ha vencido a la muerte, con la máxima conexión que dos seres pueden alcanzar juntos, involucrando sus cuerpos; los amantes se han elevado hasta lo inefable. A la vez, se tiene la dolorosa incertidumbre sobre si lo vivido se repetirá alguna vez. 

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