domingo, 16 de junio de 2019

Pongamos algo de emoción a esta tarde gris. EL SEXO Y EL ESPANTO, de Pascal Quignard.


El sexo y el espanto
Pascal Quignard.  Minúscula; 1994


Difícil tarea la de presentar en algunos renglones esta obra enorme, tan contundente y poética, como la frase con la que comienza, bajo el título de Advertencia: “Llevamos en nosotros el desconcierto de haber sido concebidos”. Ausentes por toda la eternidad de la escena que nos arroja a la existencia.
El autor parte de una hipótesis, que un recorrido minucioso por las letras y el arte griego, etrusco y romano, le permitirá transmutar en tesis: se produjo en Occidente una metamorfosis del erotismo alegre de los griegos en melancolía aterrada en Roma, de la mano del emperador Augusto. Para ir más lejos aún, sostendrá que el cristianismo con su moral, no hizo más que adherir a la moral que ya imperaba. Con su análisis de los frescos conservados en Pompeya, luego de la erupción del Vesubio, en el 79 DC, hilará un tejido deslumbrante que unirá la antigua Grecia con la Roma imperial, dando cuenta de lo que se concebía en cada una por sexualidad, matrimonio, fecundidad, virtud, fidelidad, potencia, goce, deseo, desnudez, vida, muerte. En Roma será cuando el espanto muerda el cuerpo en tanto sexuado. Espanto que el autor localiza en la mirada: en Grecia la mirada frontal hacia Medusa petrifica y mata; en Roma será la mirada oblicua, de soslayo, la que dará cuenta tanto del espanto como de la fascinación por el sexo.
Un libro para disfrutar, para aprender, para sorprenderse y por qué no, para tener como consulta permanente cuando se trata de los desarreglos que el lenguaje impone en la sexualidad del ser hablante.
Será además, un deleite seguro para todos aquellos amantes de la etimología, y uno más que probable para los que hagan sus primeros pasos en esta disciplina.
Un deleite de principio a fin.  

(Texto publicado en BREVES, lecturas comentadas. Publicación del Centro Descartes de Buenos Aires).


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