¡Qué sensación vertiginosa y subyugante!
La novela ya tiene tres capítulos, y cada vez que terminé uno, no tuve la mínima idea de con qué iba a continuar, o de qué iba a tratar el próximo.
Sentir la deriva, dejarme llevar, confiar en la contingencia y el azar.
Cada nuevo capítulo se escribió sin esquema previo, sin anticipar nada.
No es algo que no me haya pasado antes. De hecho parece que va configurándose (junto con las formas breves) en una suerte de estilo.
¡Pero nunca antes me había producido tanta alegría!
(No se si todo esto interese a alguien, pero necesitaba contarlo aquí, en mi casa literaria).
A mi me interesa Leonor. Que bueno dejarte llevar .
ResponderEliminarQué bueno Ruth! Gracias por comentar. Seguramente habrá más entonces.
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