ADVERTENCIA AL LECTOR: en materia de amor, es tan probable que caiga el meteorito como que se sobreviva a la catástrofe. Al fin y al cabo, morir no es una empresa fácil. La vida resiste, se impone. Solo requiere para hacerlo que se la ayude un poquito.
Una certeza de domingo, día crucial en esta ficción: los libros te encuentran. Llegan justo a tiempo, cuando leerlos es semejante a recibir el antibiótico adecuado para una infección que resiste cualquier otro tratamiento.
La ilusión de los mamíferos de Julián López es una novela sublime, una inyección de humanidad directa a la vena.
El tema es el amor, claro, y su fin; su fin pero también su final.
El encuentro es entre dos hombres. Uno de ellos, con esposa e hijos. El domingo es el día vital, fuera de sus respectivas vidas. El día de una vida paralela, un limbo fuera del tiempo en el que lo único que existe es el otro: sus deseos, sus apetitos, su cuerpo, sus goces, sus gestos, su respiración. No hay fuera de campo, no hay pasado, hay pura inmanencia, materialidad. Es el día de la exaltación de la belleza, de la proliferación de perfumes y sonidos, asordinados luego, en el resto de los días que transcurren fuera de ese ámbito de protección uterina donde la felicidad no parece imposible. En ese ámbito no hay preguntas, hay certezas. No hay tristezas más que esbozadas en algún tinte melancólico; hay plenitud.
La soledad (en general, pero sobre todo la soledad en la vejez, que es expresada en una oración simple pero cargada de connotaciones que reverberan), la invisibilización, el desdén del diferente y el amor son los ejes de la trama. La estructura es fragmentaria. Breves capítulos, plenos de intensidad. La temporalidad se altera: el pasado fecundo es la mirada de una abuela que irrumpe en la narración. El espacio también se altera: Buenos Aires, Once, Berlín.
La ilusión... requiere un lector entregado, deseoso de dejarse envolver por una poesía tan bella como inusual, elegíaca y a la vez sensual: una poesía sublime en el sentido en que Harold Bloom la desarrolla: cada frase intenta afirmar desesperadamente lo que a la vez niega al escribirse. No hay ninguna garantía en la naturaleza para cierto tipo de mamíferos: hay ilusión.
Julián López no es un poeta maldito, ¡Es un maldito poeta!, de esos que hacen saltar el corazón fuera del cuerpo con una palabra, o que provocan lágrimas imparables sin que el lector sepa muy bien cómo lo hizo. Es un placer indescriptible el que me produce leer a poetas que narran con la exquisitez y el gusto por las palabras que se percibe en López.
La soledad es una ilusión que se cura con otra ilusión: el amor. Entonces ¿qué nos cura del amor?¿El amor tiene cura?¿Qué queda después del amor? La inmanencia de una mañana de sol, del verde de los árboles, del cuerpo en movimiento, de las funciones vitales, de la apropiación de los escombros de la vida allí donde se los encuentre. Mirar al mundo después del meteorito.
Buen domingo para todos.
Hermoso comentario para hermoso libro, gracias!! 😘
ResponderEliminarGracias a vos Pablo. Por la recomendación y por comentar.
EliminarCriaturas de arena(Leonor Curti) y La carretera(Cormac Mc Carthy) transcurren en escenarios comunes. La Patagonia y el extenso territorio de Estados Unidos. Lugares desolados, de intenso frío, aridez y desesperanza. La soledad se impone y presagia un futuro despiadado. Imposible dejar de leerlos. Susana Masoero
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