Acabo de decidir que me voy de fiesta hoy, y quiero invitarlos. La fiesta es bolañana, y es imperdible.
Si no, lean y decidan por ustedes mismos:
"El momento en que uno decide ser escritor es un instante de locura total y de voluntad entendida en el sentido nietzscheano de la palabra, que es un sentido bastante delirante. (...) Escribir no es normal. (...) Uso la palabra escribir como antónimo de esperar. No hay espera, hay escritura. (...) Tener el valor, sabiendo previamente que vas a ser derrotado, y salir a pelear: eso es la literatura. (...) Lo que es necesario para escribir es ser un muy buen lector. (...) Luego hay que tener algo que decir. (...) A mí la literatura me ha servido básicamente para leer. Y gracias a la literatura he podido leer libros maravillosos, increíbles, como encontrar tesoros. Y en mi vida, que ha sido más bien nómade y de una pobreza extrema en ocasiones, leer ha contrapesado esa pobreza y ha sido mi soberanía y ha sido mi elegancia. Podía estar en cualquier situación y si leía a Horacio, por ejemplo, el dandy, el que estaba viviendo por encima de sus posibilidades era yo, siempre. La literatura a mí me ha producido riqueza. Es riqueza. (...) Los escritores no sirven para nada. La literatura no sirve para nada. La literatura sólo sirve para la literatura. Para mí eso es suficiente. (...) Sin sueños no hay literatura. Soy totalmente fiel a los postulados surrealistas: el sueño es vital. No sólo diría que sin sueños no hay literatura, sino que sin sueños no hay vida. Lo más probable es que la carencia de sueños en una vida conduzca a la locura. El sueño es como el psiquiatra que cada noche te está curando. El viaje de la literatura, como el de Ulises, no tiene retorno. Y esto es aplicable no sólo al escritor sino a cualquier lector verdadero.(...)
No creo en el triunfo. Nadie, con dos dedos de frente, puede creer en eso. Creo en el tiempo. Eso es algo tangible, aunque no se sabe si real o no, pero el triunfo, no, de ninguna manera. En el campo de los triunfadores uno puede encontrar a los seres más miserables de la Tierra, y hasta allí yo no he llegado ni me veo con estómago para llegar.
En el momento en que llegamos en la literatura al todo vale, a una especie de democracia mediática en donde todo es bueno, en donde todos podemos tener nuestros quince minutos de fama, pues ahí se acaba la literatura y se acaba, en gran medida, porque les estamos dando mierda a los lectores. (...) la gran mayoría de los escritores, en un alarde de inocencia absoluta, todavía cree en la posteridad, cuando los científicos están hartos de decirnos que el universo tiene los días contados, que estamos abocados a una implosión o congelación. (...) Pretender aspirar a la posteridad es el mayor absurdo imaginable, son trabajos de amor perdidos, como diría Shakespeare. Pero precisamente por esto tiene también su lado hermoso, ya que perder la certeza de nuestra grandeza inmortal nos lleva a crear cosas mucho mejores, como el valor, la dignidad, la ética, la moralidad, la bondad, que desparecen de nosotros y tienen un radio de acción tan mínimo como heroico".
¡MUY BUEN FIN DE SEMANA PARA TODOS!
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