martes, 5 de mayo de 2020

A PROPÓSITO DEL ARTÍCULO "EL OTRO QUE NO EXISTE Y SUS COMITÉS CIENTÍFICOS" DE ÉRIC LAURENT.

Hacía tiempo que me debía la lectura del artículo escrito por Éric Laurent, publicado aquí:
Lacan Quotidien 874 disponible en: https://www.lacanquotidien.fr/blog/wp-content/uploads/2020/03/LQ-874.pdf 
Por fin, hoy lo leí. Y digo por fin porque ahora en Argentina se discute si extender o no una cuarentena que, de prolongarse implicaría dos meses de aislamiento continuo, que detuvo la expansión del virus como la economía, produciendo que muchos empiecen a preguntarse ahora ¿cómo se saldrá de este estado de cosas?. Doble pregunta que implicaría una planificación estratégica por parte del gobierno, a la vez que la incertidumbre por las consecuencias subjetivas de lo que se vive. 

En este artículo, Laurent hace un recorrido más que interesante por las posturas diferentes que asumieron los líderes de los países europeos y otros, documentado en un informe del 16 de marzo del Imperial College de Londres, del equipo liderado por Neil Ferguson: resumiendo, se refiere a los modos mitigación (evocando el darwinismo presente en países que optaron por el fortalecimiento de la inmunidad de la población hacia el virus, al tiempo que admitían sin que se les moviera un pelo, que tendrían que sacrificar a aquellos que no iban a estar en condiciones físicas ni etarias para llevar adelante semejante lucha), y contención (aquellos que optaron, como Argentina, por el aislamiento y la evitación del contagio masivo del virus). La primera propuesta evoca sin tapujos, un efecto de "manada": reducir a la población de humanos al nivel del animal; desconocer subjetividades y afectos; cuerpos expuestos sin atenuantes a los efectos de un virus desconocido. El segundo se apoya en la exhortación a la ética personal; hacernos responsables a cada uno, de la vida propia y de la ajena, con la dificultad de que comiencen a proliferar mecanismos de segregación entre nosotros,  disimulados o no (es paradigmática la escena en The Host - sí, vuelvo una vez más a este film que se anticipó en más de diez años a lo que estamos viviendo- en la que, esperando en la vereda un semáforo para cruzar, un transeúnte escupe en el charco de la calle, y cuando llega el autobús salpica con el agua escupida a todos los que esperaban, generando reacciones impredecibles. También en el film, las fuerzas del orden, en lugar de ir tras la criatura que había desencadenado la catástrofe, van tras la familia que "había estado en contacto" con ella, persiguiéndolos y poniéndoles precio a sus cabezas). 

Lo paradojal del caso es que, se haya optado por cualquiera de los dos modelos, llegó un punto en que el de la mitigación tuvo que acercarse al de la contención (determinando aislamientos para evitar un desastre sanitario mayúsculo, por el índice de crecimiento de los contagios), y el de contención tuvo o tiene que acercarse al de mitigación, para que no muera la actividad económica del país, y para decirlo rápido y tomando ficciones verosímiles que circulan, para evitar que "estemos sanos pero sin nada para comer" (es, creo, un extremo; una caricaturización de la situación). 

Entonces, en el calce del nudo que conformarían lo real de la irrupción del virus, los comités científicos, sostenidos en la inexistencia del Otro, y el ámbito de la ética personal, se ubicarían las respuestas subjetivas a lo imposible de soportar: "la angustia, la esperanza, el amor, el odio, la locura y la debilidad mental", cito aquí a Laurent. 
Las religiones parecen haberse declarado incompetentes o canallas, ante semejante cuadro:  ¡desde una misa de Pascuas siniestra, dada con una plaza vacía, hasta la encarnación demoníaca del frasquito de "agua bendita protectora contra el virus", vendido a mil pesos! 

El virus, por otro lado, parece haberle bajado los humos al discurso de la ciencia, que hace todo lo que esté a su alcance para prolongar la vida humana, tratando de desmentir lo más humano que existe, que es el hecho de que somos mortales, aunque luego no se sepa qué hacer ni dónde meter a la población cada vez más longeva e inútil para la producción de bienes o servicios (caso Italia, por ejemplo): no se sabe aún cómo atacar al Covid-19 por ser una mutación de otro virus. ¡Este virus es nuevo! Entonces ahí empieza a complicarse la cosa, a enturbiarse. Se podría decir que tal vez la ciencia no encuentra respuestas definitivas, ni al nuevo interrogante ni a otros por surgir, porque detrás sigue palpitante el misterio de la muerte, para el que no hay respuesta (aclaro que es mi opinión al respecto; estoy viendo una serie, que en cuanto la termine, si valió la pena, la comento). Como dijera alguna vez Lacan en una charla que se puede ver por Youtube, quién soportaría la vida, de otro modo; si no supiéramos que algún día terminará. 

Si la salud fuera una prioridad en los presupuestos nacionales, quizás esta pandemia no habría alcanzado las proporciones desmesuradas que alcanzó. Se habría podido atender cada caso, con los recursos necesarios, logrando que los cuadros evolucionaran hacia la curación, en su mayoría. Quedó demostrado o al menos se anticipó que eso no iba a suceder. Aunque en los medios ya se alza el coro de voces que sugieren, ante los negocios cerrados y los bolsillos vacíos, que se empiece a decir que "el cuadro que produce el virus es curable", Parecería tratarse de que se invierten las prioridades, y que el riesgo de la exposición al virus al comienzo letal, se resolvería ahora con recursos de la estadística. 

Entre el impasse temporal que implicaría el logro de la vacuna, y las urgencias para que no mueran las economías, se abre un limbo frente al que estamos parados ahora, y que llevó, por ejemplo, al gobierno de la ciudad de Buenos Aires a proponer "para cuidar a los adultos mayores", "rastrearlos" con el gps de los celulares, cada vez que salieran, previo gestión de la autorización pertinente, y hacer caer sobre ellos tareas comunitarias si incumplían las restricciones impuestas. Medida que afortunadamente revieron y no pusieron en práctica. 

¿Qué nuevos protocolos vendrán a cuidar nuestras vidas a partir de ahora, ante la urgencia de que el aparato productivo de los países donde se decidió el aislamiento, se vuelva a poner en marcha? ¿Cómo reaccionar frente a ellos?
Cito a Éric Laurent, que dice: "Prepararnos para poder discutir juntos sobre la validez de los dispositivos intrusivos que se establecerán hasta la puesta a punto de la vacuna, única salida verdadera".  (La negrita es mía).

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