A la izquierda, un recorrido fotográfico por los bares mencionados en París era una fiesta (1964); en Les Deux Magots Hemingway se encontraría con James Joyce.
A propósito de él, dirá en el libro mencionado más arriba:
"-Joyce es grande-dijo Walsh-. Grande. Grande.
-Grande- dije-. Y un buen amigo.
Nos habíamos hecho amigos en aquel maravilloso intervalo después de terminado el Ulysses y antes de que Joyce empezara aquello que durante largos años se tituló Work in Progress. Pensé en Joyce, y me acordé de muchas cosas.
-Deseo que su vista mejore- dijo Walsh.
-Él lo desea también-dije yo.
-Es la tragedia de nuestra época- me comunicó Walsh.
-Todo el mundo tiene algo que no funciona- dije, procurando alegrar el banquete.
-Tú no tienes nada.
Walsh me arrojó encima todo su encanto y un poco más, y luego se marcó a sí mismo para la muerte.
-¿Quieres decir que no estoy marcado para la muerte?- pregunté, sin poder contenerme.
-No. Tú estás marcado para la Vida- declaró, pronunciando la palabra con mayúscula".
Recorto ahora, un párrafo de El viejo y el mar (1952).
"Ahora la brisa era fresca y navegaba bien. Vigilaba sólo la parte delantera del pez y empezó a recobrar parte de su esperanza.
Es idiota no abrigar esperanzas, pensó. Además, creo que es un pecado. No pienses en el pecado, se dijo. Hay bastantes problemas ahora sin el pecado. Además yo no entiendo eso.
No lo entiendo y no estoy seguro de creer en el pecado. Quizá haya sido un pecado matar al pez. Supongo que sí, aunque lo hice para vivir y dar de comer a mucha gente. Pero entonces todo es pecado. No pienses en el pecado. Es demasiado tarde para eso y hay gente a la que se paga por hacerlo. Deja que ellos piensen en el pecado. Tú naciste para ser pescador y el pez nació para ser pez".
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