No. No les voy a hablar del célebre poema de Baudelaire. Voy a hablarles de La noche en otra parte, de Martín Cascante. El primer libro de cuentos de Martín mereció el Primer Premio en 2016 del Concurso del Fondo Nacional de las Artes, y fue editado por La parte maldita.
Compartí con Martín durante algún tiempo, el taller de Vera Giaconi, de modo que reconocí con alegría algunos de los cuentos que él trabajó allí.
La prosa de Martín es singular. Quizás su profesión de economista le haya dado armas poco habituales. Los relatos, encarnados en voces masculinas, femeninas, o en narradores omniscientes, se mueven en el registro de la ostranenie. Lejos de inmiscuirse en las pasiones humanas, los personajes a los que Cascante da vida, se muestran impávidos, casi indolentes frente al horror, a la muerte, a la traición, al odio, al racismo.
Entonces no son ellos los que se sorprenden ante las circunstancias que viven, sino el lector: el arte de Martín recurre al extrañamiento, a la distancia, para narrar con humor e ironía, con economía y precisión muy kafkianas. En sus relatos no hay excesos, no hay abismos sino para el lector, que vive asomado al vacío; y si el lector no se abisma en ese vacío es gracias a la muy precisa y no menos bella prosa donde no falta ni sobra nada. Al modo de un exquisito orfebre o de un neurocirujano experto, sin margen para el error, sus relatos proponen historias nada excepcionales; ni distópicas ni heroicas, sino aquellas que cualquier ser humano podría vivir en los bordes de la realidad psíquica y material, en las que los protagonistas saben que son a la vez, el cuchillo y la herida, la víctima y el verdugo. Disfruté mucho, mucho pero mucho Los defectos del cuerpo y La espalda de Clara.
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