Seminario XI. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Jacques Lacan.
En una noche de lluvia de invierno torrencial, Ricardo Chávez Castañeda dio una amena charla sobre el mal y la literatura.
Abodó la cuestión de los subgéneros, como aquella variante de la literatura que simplifica la subjetividad, que polariza. Se refirió a Morfología del cuento de Vladimir Propp, que postula que en los cuentos hay pasos que se verifican como variables que se repiten, entre ellas la de los aliados. Ricardo planteó que es imprescindible buscar aliados (en la narración y en la vida) para enfrentar el mal, que situó en relación a las crisis, las amenazas, el miedo. Así el mal surge en las relaciones entre un contexto y una persona. La simplificación conlleva la posibilidad de reacción, que desde la complejidad se vería diferida. Su teoría sostiene que la literatura es la domesticación del mal, para compartirlo, para evitarlo, y que el medio ambiente del ser humano son las historias, que inoculan dosis pequeñas de mal, ya que, dijo, la felicidad no se escribe. Desde el punto de vista de la estructura narrativa, el conflicto es omnipresente.
¿Por qué escribir, entonces, si ya se escribió, en apariencia, todo lo que merecía ser escrito? La vulnerabilidad extrema es lo que hace no renunciar al arte en general y a escribir. Los que no tenemos opción (me incluyo) más que seguir escribiendo, no renunciamos, porque no se trata de una profesión, de una carrera, de una fortaleza yoica. Simplemente no hay otra opción.
El mito primigenio del arte, para Ricardo, se basa en la cualidad gregaria del hombre: todo aquello que atente contra la comunidad hay que hacerlo a un lado. Entonces el marginado, el abandonado, el mortificado encuentra en el arte su salvación. Para Ricardo, el arte existe para salvar personas, no para crear objetos. No importan los objetos sino como vehículos de salvación y de la transmutación que se logra a través de ellos. El arte es un camino difícil porque se transita en soledad, aceptando ser quién se es en el arte, sin buscar originalidad. A lo largo de los siglos se ha escrito solo sobre algunos pocos temas, que se reiteran y persisten. La locura máxima del artista es que lo que haga modifique en algo al mundo. Lo que se escribe es una contrahistoria que subyace a lo que se escribe.
Pero si el arte prescinde de la ambición de trascendencia, cambia la perspectiva hacia el valor de goce de la actividad artística para el que la ejerce.
Hay maneras de ir contra el mal y una de esas maneras es la literatura.
Horacio González introdujo el valor y el sentido de la tragedia, y la psicoanalista que agazapada en mí subsiste, planteó la permanencia del conflicto y la consecuente perdurabilidad de la literatura dada la inevitable tensión entre pulsiones y deseos particulares y la comunidad, con lo gregario que implica renuncia. No hay adecuación posible, no hay armonía, no hay necesariedad alguna en los lazos entre los seres hablantes. La literatura propondría el espacio de la catársis de esas pulsiones domesticadas, que resuenan en consonancia con lo que se lee.
También charlé con Horacio González sobre lo que ocurre en este momento crucial en nuestro país. Coincidimos en que se trata de la plasmación de un matiz del mal; un empuje al sacrificio (a los dioses oscuros diría Lacan).
Recomiendo sobre el tema, El mal o el drama de la libertad de Rüdiger Safranski. Imperdible.
leonor. acabo de imprimir el texto para leerlo en mi programa de radio de los sabados en viedma. le reitero mi invitacion para el Tren del amor a la Palabra, viedma bariloche el 15 de nov.irá tambien una sicoanalista amiga a exponer sobre sicoanalisis y poesía. abrazo desde la villa maritima el condor. tulio galantini. Sociedad de Poetas del fin del mundo.
ResponderEliminarClaro Tulio, me encantaría. Escribime al mail leonorcurti2002@yahoo.com con los detalles.- Muchas gracias!
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