Qué enorme placer es leer a Juan José Becerra. Sus novelas El espectáculo del tiempo y El artista más grande del mundo son imperdibles. En ellas la prosa florece y llena la mente del lector, y atraviesa su cuerpo (con ésto quiero estimularlos para que las lean, no se van a arrepentir).
En Fenómenos argentinos, descubrí con alegría que además del gocelector que ya había experimentado, hay un antídoto poderoso contra ciertas bacterias insidiosas de la argentinidad, presentes en los medios de comunicación y otros dudosos ámbitos. Los fenómenos que nos presenta son variados y numerosos: Eduardo Feinman, Jorge Lanata, Marcelo Longobardi, Marcelo Bonelli (no tengo presente en este momento cuánto hacía que no me reía tanto con un texto), Diego y Leo, por supuesto no faltan, el discurso político hegemónico del momento y la sutil y fútil construcción que lo sostiene, etc, etc.
Becerra no echa mano al facilismo de la opinología. Detrás de sus ironías hay archivo, investigación, formación periodística. Pero como escritora, me impactó el uso magistral del lenguaje y los múltiples recursos que obran en los artículos: sarcasmo, ironía, humor, metáforas luminosas e inesperadas, que de faltar los personajes abordados nos dejarían al borde del vómito. Pero lo que más me impactó de esta lectura es un arte que no había notado en las novelas anteriores: vaya a saber uno cómo lo logra, pero Becerra escribe párrafos que parecen no conservar la lógica y habitual diacronía en la que las palabras y los signos se ordenan en un texto. ¡Becerra parece escribir sus párrafos desde el punto final! Algo así como armar un rompecabezas de 500 piezas en un solo movimiento. Asombroso!
Me pasa cuando leo la ficción de Germán García, y sumo ahora a Becerra, juninenses ambos: escritores mayúsculos de nuestra castigada tierra, que narran, cuentan historias, pero sobre todo, nos susurran muy bajito con su prosa, el secreto, la fórmula mágica para soportar la argentinidad al palo, para hacer llevadero el arduo oficio de ser argentino (Becerra dixit: "(...) el problema de la abundancia es más dramático que el de la escasez.").
Inmersos en una actualidad que combina el "silencio político" y la "altisonancia espiritual", leer a Juan José Becerra da las armas imprescindibles para ser argentino y no morir en el intento.
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