domingo, 21 de marzo de 2021

OTOÑO. CANTO DE OTOÑO. DE LAS FLORES DEL MAL DE CHARLES BAUDELAIRE.


 I

BIEN PRONTO en las tinieblas frías vamos a entrar;
¡adiós, claridad viva de estos cortos estíos!
Ya oigo caer y fúnebremente resonar, 
la leña retumbante en los patios sombríos.

En mi ser va otra vez a entrar todo el invierno: 
horror, odio, temblores y trabajo forzado; 
y como el sol hundido en su polar infierno,
mi corazón un bloque será rojo y helado. 

Escucho y cada tronco al caer me estremece; 
el cadalso no se alza con eco más velado.
Mi espíritu una torre que sucumbe parece
al golpe de un ariete incansable y pesado.

Mi mente, por el choque monótono mecida, 
cree que clavan un féretro en un sitio ignorado;
¿para quién?- ¡Ya es otoño; el estío ha pasado!
El ruido misterioso tiene un sol de partida.


II

Me gusta de tus ojos el verdoso fulgor, 
dulce beldad, mas hoy todo me es amargura;
y nada, ni la alcoba, ni el fuego, ni tu amor, 
valen para mí el sol que sobre el mar fulgura. 

¡Y sin embargo, ámame! Ten maternal ternura, 
hasta para un ingrato, para un indiferente. 
Sé, mi amante o mi hermana, la efímera dulzura
de un otoño glorioso o la de un sol poniente. 

¡Corta misión! ¡La tumba espera ávidamente!
Ah, déjame, la frente posada en tus rodillas,
gustar, mientras añoro el verano caliente,
de la media estación las luces amarillas. 

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