martes, 24 de abril de 2018

Hasta que puedas quererte solo, de Pablo Ramos.

El Evangelio según Ramos.
Hasta que puedas quererte solo es el último libro que Pablo Ramos publicó. Es el primero de él que leo. Entonces necesito poner en contexto esta lectura. En general me resultan pesados los libros sobre alcohólicos. Lamento no haber encontrado, por ejemplo, el gusto a la literatura de Bukowski todavía, como lamentaba de joven que no me gustara la cerveza, sintiendo que me perdía de algo grande que el resto del mundo disfrutaba. Lo mismo me pasa con libros sobre adicciones y drogadictos. Por deformación profesional suelo encontrar un regodeo autocompasivo en esa literatura.
Sin embargo, Hasta que puedas... me atrapó desde el primer momento. No leí autocompasión ni justificaciones algunas en sus líneas. Por el contrario, lo encontré profundamente alegórico, místico quizás. Al lector no le queda ningún resquicio de duda sobre el poder mortífero de las sustancias. ¿Cómo hace Pablo Ramos para transmitir la destructividad de las drogas y el acohol, de la repetición infinita del tropiezo con la misma piedra, de la decepción permanente de los seres queridos, de la persistente sensación de impotencia frente al sin sentido de la vida y la incapacidad para hacer algo bueno con ella?
Nos propone un Vía Crucis nuevo, invertido. Se me ocurrió llamarlo el Evangelio según Ramos. Escribe crónicas en doce pasos, relativas a las doce máximas que rigen los tratamientos de recuperación de los adictos (lo sean al alcohol o a las drogas, o a ambos). Cada una de esas crónicas está dedicada a algún ser que, cruzándose por obra del azar con aquél que llamaré Judas Ramos, encarnó un milagro pequeño y humano en su vida, y que en su momento él no supo/pudo/quiso ver y mucho menos agradecer. Ramos pone en acto en su escritura, y hasta lo explicita, lo que los que escribimos sabemos: escribir es civilizar el dolor, es la oportunidad de hacer justicia cuando la justicia ya no es posible, es hacer resonar el eco de las almas de los que no están (también, lógico, puede ser maldecir, sepultar, negar, vengar... pero ninguna de todas esas cosas suceden con Hasta que puedas...). 
En el Evangelio según Ramos, el Vía Crucis lo recorre Judas a lo largo de varios años, no Jesús, quién aparece multiplicado y encarnado en todas esas oportunidades para poner la maquinaria del amor a funcionar. Pero el momento de la redención no había llegado todavía para Judas.
Sí, googleé Vía Crucis. Y sí, las paradas que hizo Jesús hasta la cruz, según Wikipedia, fueron catorce no doce. Faltan dos en el recorrido de nuestro Judas. La decimotercera es la escritura de este libro. ¿Qué decir de su escritura? Que es verdadera. Que no echa mano a recursos estilísticos, ni efectistas, ni sentimentales. Las situaciones, los encuentros, los desencuentros, son narrados con economía precisa de palabras, y con la distancia necesaria y suficiente para que el lector no sufra lo que se narra, pero a la vez, tenga absoluta percepción y aproximación a lo que se pone en juego en la enfermedad de la adicción. Hasta que puedas... no es una apología de la adicción, sino del amor y la ternura imprescindibles en la existencia para que el ser humano no se vuelva cínico, ni destructivo para los otros o para sí. Es la invocación a una mirada que asegure que el mundo es un lugar propicio, y es también un canto a la virtud salvadora de la escritura, que permite volver a tirar los dados cada vez, y modificar la gramática de la lengua que limita la vida.
¿Y el último paso, el decimocuarto? Es fácil descubrir en manos de quién está la verificación de la redención al final del recorrido.

3 comentarios:

  1. Imagino que sos Pablo. Nada que agradecer. La literatura, cuando la siento verdadera y excelsa, me inspira, me llena de entusiasmo y alegría que inevitablemente, necesito compartir. Disfruto mucho, además, cuando me encuentro con gemas, con perlas, como lo es tu novela, casi por azar, por estar escritas por escritores que no son del mainstream. Quizás eso sea la garantía de su calidad. Gracias a vos Pablo! Te estaré leyendo.

    ResponderEliminar