lunes, 23 de abril de 2018

Gombrowicz en el San Martín. A propósito de la obra El casamiento, en cartel hasta comienzos de junio.

 Tuvo lugar el sábado a la tarde, en el hall bautizado Alfredo Alcón, una interesante mesa sobre el escritor polaco, que viviera en Argentina más de dos décadas. La invasión nazi a Polonia lo encuentra aquí, invitado al país en gira de escritores polacos.
La actividad, coordinada por Nicolás Hochman, acercó a los asistentes las ideas, concepciones de lectura, aproximaciones en otros casos, sobre la obra de Gombrowicz, de María Rosa Lojo, Germán García, Damián Malvacio y Luis Ziembrowicz.
M. R. Lojo puntualizó que llegó a leer al escritor gracias a un artículo de Sábato en una edición crítica de literatura argentina. Señaló el carácter de perisférico de W.G, y que jugaba con la deconstrucción de lo monumental. Lo calificó del inmaduro perpetuo, característica que le gustaba mucho a ella.
Luis Ziembrowicz, miembro del elenco de El casamiento, comentó haberlo conocido en los ´90, a través de un amigo. Destacó el carácter de clandestinidad y a la vez de diversa inclusión del escritor (era conocido y adorado por boxeadores, por ejemplo).
Germán García leyendo un párrafo del autor, instó a leerlo. Destacó especialmente que preguntarse por el hombre no conducía lejos (trajo comentarios del propio escritor, en el que sostenía comportarse de distinta manera en cada situación y dependiendo del interlocutor de turno; también recordó que el autor sostenía que de su tiempo en Argentina y de los escritores que se nucleaban a su alrededor quedaría poco). Nadie de sus conocidos podría dar cuenta de lo que W. G fue como escritor. Propuso por ello, pensar cómo funciona la literatura Gombrowicz
 Damián Malvacio, parte de la obra también, comentó que El Casamiento era su primer acercamiento a la obra del escritor.
Luis comenta el argumento de la obra, y la dificultad de un texto estrafalario para la memorización y la puesta en escena. La forma determina la necesidad de una coreografía para montar la obra. El autor deja cosas abiertas, juguetea con el teatro: tira los dados y es un maestro para ordenar el absurdo.
En relación con la supuesta dificultad que implica leer sus textos, pregunta introducida a los invitados por Hochman, Lojo señaló que cada lector debe situar esa dificultad; que El casamiento incluye ideas vertebrales del pensamiento y la creación de Occidente, y por ende el disfrute dependerá de la puesta. Señaló que la literatura está para traicionarla, y que entonces debe primar el espíritu lúdico, gesto muy propio del autor polaco.
Malvacio, comentó que la no linealidad del texto se presentó como una dificultad para la puesta, para la que tuvo que encontrar un mecanismo, en un texto que se presenta como un desfile de máscaras.
García, por su parte, retomó el tema de la literatura Gombrowicz revelando lo que llamó "el secreto" del autor: Stanislaw Witkiewicz, escritor, fotógrafo, filósofo y pintor polaco, autor de la obra "Madre" y de "Insaciabilidad": en esta última relaciona la cultura polaca con la alemana, situando la teoría de la forma como fundamental. "Haga lo que haga, produzca una forma", señaló García, como máxima gombrowicziana. Respecto de la obra señaló que la encontró demasiado argentina, en la que podría haberse retomado lo musical, para plasmar la desintegración de una forma preexistente, pero para crear otra nueva, en el esfuerzo de recomponer. El acuerdo era mortífero para el polaco; había que crear diferencias para generar lo nuevo. Respecto de algún tip para acercarse a su lectura, Hochman (que introdujo la inquietud) propuso tener en mente que el autor era un provocador, que buscaba incomodar. Lojo propuso que se lo lea con irreverencia, que no es un espacio sagrado. García propuso Transatlántico como su obra "más argentina" (termina con la frase "¿Parricidio o filicidio?"), comentando que desde su perspectiva, fue la cultura de la pérdida, de la ausencia, lo que atrajo a W. G de la Argentina, de la que dijo: "Argentina... tan puta y sin darse el gusto".
Luego de la participación del público, entusiasmado por lo que se comentaba, García comentó que la ironía del polaco apuntaba a dar cuenta que aquí "se hacía lo que se debía hacer", y no lo que se quería. Se leerá Gombrowicz con ganas de hacerlo, dijo. Recordó para un cierre que no podía ser mejor, que Borges decía que el libro se termina cuando el lector lo cierra y deja de leerlo.



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