Tarsila, tal como se la conoce en Brasil, nació en 1886, hija de los dueños de una plantación de café, en San Pablo. Como cuenta la leyenda de la primera foto, deseaba ser la pintora de su país. Hasta 1920, que viaja a París a estudiar pintura, aborda distintas ramas del arte. A su estadía en París la llamó algo así como su servicio militar en cubismo. Su arte, sin embargo, es colorido, exuberante, sensual. En 1928 pinta Abaporu (la cuarta foto) para su marido, el poeta Oswalde de Andrade. Junto con Mario de Andrade, fueron los impulsores del modernismo brasileño; y de la antropofagia: una propuesta cultural rupturista (que tan bien nos vendría a los argentinos practicar) que implicaba devorar, incorporar las influencias de afuera para transformarlas y volverlas algo propio y diferente. Además de subyugante, la exposición, que dura hasta junio, con actividades sobre la artista y su pintura, tiene el plus de que Abaporu, expuesta en la muestra, pertenece a la colección permanente del Malba, de Buenos Aires.
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