HHhH. Himmlers Hirn heisst Heydrich, es decir, "El cerebro de Himmler se llama Heydrich". Esta frase es la que está condensada en el a priori enigmático título de esta apasionante novela. Casi podría asegurar que Binet había leído muy bien a Hannah Arendt en su Eichmann en Jerusalén antes de escribirla.
Con un tono distante, irónico y humorístico, Binet nos mete de lleno en el surgimiento del nazismo, y nos acerca a los principales personajes de tan monstruoso régimen.
El nudo de la trama, narrado a la manera de una obra de non fiction devela el "fallido" atentado contra Heydrich, jefe de la Gestapo, apodado "la bestia rubia" o "el carnicero de Hitler", que termina de todos modos, a pesar de lo fallido, costándole la vida (recordar a Capote con su A sangre fría, aunque en este caso, sin ningún atisbo de empatía por parte del autor hacia los personajes, a excepción de los perpetradores del atentado llamado Operación Antropoide).
¿Cómo se gesta un monstruo? ¿Cómo se historiza una de las mayores atrocidades (por desgracia ni la primera ni la última de la historia de la humanidad) de la que fue capaz el ser humano? ¿Ficcionar la historia es traicionar los hechos? Todas estas preguntas y otras guían al autor, lo hacen vacilar o afirmarse en una mirada determinada, logrando de manera deslumbrante transmitir lo siguiente: lo monstruoso va gestándose, paso a paso, escalón de la degradación por escalón, para alcanzar puntos de lo siniestro, o del horror que logran justificarse plenamente si se miden con la decisión tomada en último término, y no con el comienzo, sobre el telón de fondo de un caldo espeso, oscuro y maloliente de lo peor de la condición humana. Para muchos de estos hombres, se trataba de "hacer lo mejor posible su trabajo", aunque ese trabajo fuera la aniquilación de millones de seres humanos. Como en el caso de Hitler (rechazado en la Academia de Bellas Artes de Viena), Heydrich fue expulsado de joven de la Marina, por meterse con la mujer equivocada, al estar comprometido con Lina von Osten, quien finalmente sería su esposa y madre de sus hijos. Sin embargo, ni en el caso de Hitler ni en el de Heydrich esos rechazos significan suficientemente el haber sido artífices ineludibles del Holocausto. Como lo hace Arendt en su magnífico ensayo, en otro tono y haciéndonos partícipes de las decisiones narrativas que debe tomar en algunos casos, Binet plasma lo banal del mal: Heydrich había quedado sin trabajo y sin ingresos económicos con una boda en puerta. Debía ganar dinero, y para eso, se hace parte del régimen. Sus "aptitudes naturales" para las tareas encomendadas lo hacen ascender rápidamente en una carrera tan vertiginosa como sanguinaria.
La segregación, el racismo, el amor, la ternura, el horror, el heroísmo y la valentía, la traición, una plenitud de matices de lo humano se despliegan en un remolino arrasador.
Hace poco alguien cercano me contaba algo desolador sobre cómo se cocinan las ranas. Estando la rana viva, se la sumerge en agua: si el agua está hirviendo, la rana salta fuera de la olla, en cambio si el agua está a temperatura ambiente, la rana permanece en ella. Se logra cocinarla calentando de a poco y paulatinamente el agua, hasta llegar a la ebullición. ¿Sugestivo no?
HHhH es una novela trascendente e imperdible.
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