Conmemorando el fallecimiento de Roland Barthes, una divertidísima novela sobre la intelectualidad francesa de fines del siglo pasado, puesta bajo la lupa, bajo sospecha.
La
séptima función del lenguaje. De Laurent Binet.
Editorial Seix Barral. (2015)
La muerte accidentada de Roland Barthes el 25 de marzo de
1980 y su ficcionalización como posible asesinato, es el puntapié inicial para
el armado de un thriller satírico apasionante. Junto con el gran crítico
francés del siglo XX, desaparece un documento que guarda un tesoro: el
esclarecimiento de la séptima función del lenguaje: contraseña, llave maestra que
abriría todas las puertas, derribaría muros; arma indestructible que podría
cambiar la historia; la del pensamiento, la de los intelectuales, la de una
nación, la del mundo. ¿Posee el lenguaje una función encantadora o mágica?
El comisario Jacques Bayard será el encargado de
buscar dicho documento, que al momento se ha vuelto una cuestión de estado, pero
considerándose neófito absoluto en el ámbito en el que su investigación se
desarrollaría, se ocupa de encontrarse un intérprete, el profesor Simon Herzog,
quien lo guiará como un lazarillo, por los senderos laberínticos de la
lingüística y del pensamiento francés de aquellos años. Ambos se embarcarán en
una suerte de road movie literaria que los llevará a recorrer París
detrás de Jakobson, de Foucault, de Derrida,
de Althusser, de Guattari, de Sollers, de Kristeva y de todo posible interesado
en hacerse del valioso documento; irán a Italia detrás de Umberto Ecco; luego cruzarán
el charco para llegarse a Cornell University donde se toparán con Chomsky,
Rorty, Saïd, Searle y otros, en una conferencia sobre el giro de la lingüística
de aquel entonces.
Es una novela desopilante, en la que no faltan los
esclarecimientos teóricos (que Herzog debe hacer para Bayard), los perfiles
narcisísticos de los implicados, la noche en los cabarets parisinos, las justas
de saber y oratoria, los espías, los debates presidenciales (entre Giscard y Mitterand),
el sexo desenfrenado, y una mirada irónica muy directa sobre la intelectualidad
francesa, de la que pocos quedan a resguardo.
En el final, con una estrategia barroca y más allá
del subjetivismo, del relativismo y del objetivismo, Binet nos conduce al punto
en el que el arma más poderosa que el hombre parece tener es el lenguaje y su
uso creador ( si no mágico) que puede torcer destinos y hacer de las falencias,
fortalezas.
Si que dan ganas de leerla..mas si de fondo esta Paris y sus personalidades tan especiales
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