martes, 21 de abril de 2015
Termino de leer Miss Once de María María Pia López
Hay varias cosas que podría decir, como ¡Vayan a comprarla! ¡Léanla!
María Pía hace una operación mayor con su última novela: nos hace entrar en la Babel con la que ella pinta su barrio, nos hace ver cada cara, cada negocio, cada desasosiego, cada soledad. Realiza dicha operación por un múltiple forzamiento, que resuena con el forzamiento de la mezcla étnica, cultural y lenguajera que ya es no solo el Once, sino toda gran metrópoli: fuerza la ortografía, la gramática y la sintaxis, para hacernos vivir en carne propia lo que algunos discursos que tratan de instalarse vendiendo armonía y felicidad de plaza, tratan de obviar.O quizá no lo obvian, simplemente no lo ven.
Me pareció una novela de soledades rellenadas a fuerza de cotidianeidad. Soledades que no se niegan a sí mismas, sino que se saben. Pero que no logran hacer el gesto, decir la palabra que haría que otro, reconociéndose en un lugar parecido, intentara acercarse para escuchar, acompañar, abrazar. Lo que a mi entender daría paso al encuentro epifánico entre las soledades morales, de alma y de cuerpo.
Es la mejor composición y el mejor retrato que he leído de lo que significa vivir hoy en Buenos Aires. Ella, que vive en Once, dice en el libro que hubo una época en la que se quiso Palermizar todo, barrio donde yo vivo.
Después de leer su novela, digo que hay una época, la actual, en la que se Oncenificó o se Onceanificó todo, porque hoy no hay todo sin exceso. Palermo y Once solo difieren en las marcas de los productos que se comercializan en uno y en otro.
Las Glorias y las Misereres humanas son las mismas en cualquier lugar. Estemos mezclados o segregados.
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