miércoles, 14 de marzo de 2018

Michelangelo: Divine Draftman and Designer. 1st part. Met NYC. Feb. 2018

Miguel Ángel es, desde mi adolescencia, uno de mis artistas favoritos de todos los tiempos. Sus pinturas, en especial La Capilla Sixtina, y sus esculturas (David, Moisés, Las Piedad, los Esclavos, etc) marcaron a fuego mi espíritu sensible. Por eso visitar esta muestra fue casi religioso para mí. Una mañana lluviosa de domingo pareció congregar a todos los pocos que recorríamos las mil maravillas de la Gran Manzana, un febrero frío de un invierno casi ártico. Cientos de personas se agolpaban delante de cada una de las obras del Maestro. Por ello confié en mi cámara de fotos para después lograr una reconstrucción de una muestra de "una-vez-en-la-vida".
Nacido en 1475, el temprano artista comienza su estudio a los 12 años en el taller de la familia Ghirlandalo en Florencia, donde aprende técnicas de dibujo y pintura en témpera y fresco, como los procedimientos generales del diseño.
Francesco Granacci lo inducirá al encuentro con la escultura en mármol, arte en el que Miguel Ángel descollará por la capacidad de dotar de vida a sus esculturas: el aspecto de las mismas es tan humano que sólo les falta respirar, o hablar, como narra la anécdota sobre el Moisés. Sus dibujos en tinta, o tiza llevan la impronta del escultor: dotados de fuerza, volumen, y movimiento, son de una belleza sorprendente.
Comenzado el siglo XVI, el artista es contratado por el Papa Julio II para pintar los frescos de la Capilla Sixtina inspirada en el libro del Génesis,  y realizar la tumba del Pontífice. Algunos de sus bocetos, a mano alzada, se exhibían en el Met. En 1533 el Papa Clemente VII lo contrata para pintar El juicio final, dramático, exuberante y bellísimo fresco, no exento de conflictividad por la desnudez que prevalece en las figuras.
No faltaron muestras del artista arquitecto, con diseños de cúpulas y frentes, en tinta y a mano alzada, ni poemas (si algo podía faltarle al genio italiano era ser poeta!) dedicados a amigos íntimos, de puño y letra. Voy a compartir con uds en un par de entradas algunas fotos que, obviamente, no logran transmitir tanta genialidad ni mi emoción al contemplar semejante obra.





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