Aquí vale, más que nunca, lo que Nietzsche nos dijo y conviene releer: "Yo podría imaginarme que un hombre que tuviera que ocultar algo precioso y frágil rodase por la vida grueso y redondo como un verde y viejo tonel de vino, de pesados aros: la sutileza de su pudor así lo quiere. A un hombre que posea profundidad en el pudor, también sus destinos, así como sus decisiones delicadas, le salen al encuentro en caminos a los cuales pocos llegan alguna vez y cuya existencia no les es lícito conocer ni a sus más próximos e íntimos: a los ojos de éstos queda oculto el peligro que corre su vida, así como también su reconquistada seguridad vital. Semejante [hombre] escondido, que por instinto emplea el hablar para callar y silenciar, y que es inagotable en escapar a la comunicación, quiere y procura que sea una máscara de él la que circule en lugar suyo por los corazones y cabezas de sus amigos (...). Todo lo que es profundo ama la máscara, no encontraría confirmación más significativa y modo mejor de ejemplarizarla que esta obra maestra, en la que Platón festeja, desvelando la naturaleza de Eros y sus efectos, la gran victoria de Sócrates en liza con los poetas, y celebra, por lo tanto, la gran fiesta del filósofo, con el espléndido juego de las máscaras que pasan".
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