“ Primer principio: nunca se debe dejar de contener la pluma, si no se tiene algo más valioso que escribir que el silencio.
(...)
Séptimo principio: cuando se tiene algo importante que escribir, debe prestársele una atención particular. Hay que pensar a menudo en ello y, tras esas reflexiones, volver a pensarlo todo de nuevo para no tener motivo de arrepentirse, cuando uno ya no es dueño de retener lo que ha escrito.
“Lo escrito, escrito queda”. Las palabras pasan, se les da la vuelta,se las cambia, se las suaviza; pero la escritura no tolera semejantes alteraciones. (...) Uno es dueño de pensar; pero no lo es de los pensamientos escritos y entregados al lector”.
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