Hay una mezcla íntima de lo verdadero y lo falso. Es cierto que me asfixio; es falso que un león me oprime. Algo falso (hice una ópera) recuerda algo verdadero (no sé música). Pero no todo lo verdadero. Confusión. Es lo inextricable o lo indivisible de dicha mezcla lo que es típico del sueño.
En el sueño, actúo sin querer; quiero sin poder; sé sin haber visto nunca, antes de haber visto; veo sin prever.
Lo extraño no es que resulten desconcertadas algunas funciones, sino que entran en juego en ese estado.
Lo falso o lo arbitrario es la función natural del pensamiento por sí solo. La noción de verdad, de lo real, implica un desdoblamiento. Para pensar útilmente hay que confundir a la vez la imagen con su objeto y no obstante estar siempre dispuesto (vigilare) a reconocer que esa identidad aparente de cosas muy disimiles no es más que un medio provisorio, un uso de lo inacabado. Es porque los confundo que puedo pensar en actuar, y porque no los confundo puedo actuar. Lo real es aquello de lo que no podemos despertarnos, aquello de donde no me saca ningún movimiento, sino que todo movimiento lo refuerza, reproduce, regenera. Lo no-real, por el contrario, surge proporcionalmente a la inmovilización parcial. (Nótese que la atención y el dormir no están muy alejados). La fijeza engendra lo falso. La atención no deja de hacerlo cuando excede determinado punto".
Es una magistral foto de lo que pasa cuando sonamos
ResponderEliminar