¡Y qué placer poder por fin escribirlo, y que por añadidura, sea en el día de la Madre en Argentina! Sí, todavía me queda una hora para escribirlo y subirlo.
En su texto de 1908, Sobre las teorías sexuales infantiles (¡hay que volver a leer a Freud en sus textos sobre sexualidad, incluso previos a ese hito que significa aún Tres ensayos de teoría sexual, de 1905! Son asombrosas y muy vigentes las cosas que escribió.), Freud se refiere a las teorías sexuales que crean los niños sobre el misterio del nacimiento. Los niños las construyen con lo que conocen del mundo y con su manera de relacionarse con los objetos, determinada por las zonas erógenas del cuerpo que prevalecen en cada época de la infancia.
En ese texto, dice:
"Una de mis pacientes había llegado por una percepción casual a la teoría de la "couvade", que, como se sabe, es costumbre general en muchos pueblos y probablemente lleva el propósito de contradecir la duda en la paternidad, que nunca se puede eliminar por completo". (Las negritas son mías).
Bien, primero comento a Freud porque lleva años de delantera a Ulises de Joyce.
En Ulises, de 1922, en el capítulo 2, Joyce pone en boca de Stephen las siguientes reflexiones, cuando éste se encuentra ayudando a un alumno rezagado de su clase:
"Feo e inútil: cuello flaco y pelo espeso y una mancha de tinta, una huella de caracol. Sin embargo, una le había amado, le había llevado en brazos y en el corazón. De no ser por ella, la carrera del mundo le habría aplastado pisoteándolo, estrujado caracol sin hueso. Ella había amado esa débil sangre aguada sacada de la suya. ¿Era eso entonces real? ¿La única cosa verdadera en la vida?". (Nuevamente, las negritas son mías).
Cada uno saque sus propias conclusiones, de las resonancias entre ambos textos.
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