Como extraño horrores el mar, me invento maneras de sentirme cerca de él. Vi este documental seducida por la belleza de las imagenes del trailer y del afiche. Me llevé una sorpresa enorme. Mi alma sireneica está en sufrimiento ahora.
Te voy a hablar de un proceso, del que supe por este documental: el blanqueamiento. No, no. No se trata de una manera de blanquear la ropa, tampoco del blanqueo de dineros ilícitos fugados a paraísos fiscales. Se trata del proceso de necrosis que están sufriendo los corales de todos los océanos. Esto quiere decir, que en 30 años, si todo sigue igual, habrán muerto todos los corales del mundo.
Creo que el sistema educativo de las especializaciones colabora, es muy funcional al estado desequilibrado del mundo actual: así como cada uno está atontado en su goce, y desde allí, en esa certeza se autoriza para ir contra todo y contra todos, la especialización ( en oposición a una formación humanística que implicaba saber algo de muchas cosas) hace que cada quién se encierre en su saber, mezquino, pequeño, y sólo se interese por su ámbito de influencia, escotomizando al resto de las disciplinas. Pensé así, luego de ver este increíble documental, porque sentí que quería saber de biología marina, de la sustentabilidad del ecosistema deslumbrante y magnífico desde todo punto de vista, que vive en los mares y océanos. El calentamiento global está acabando con ellos, gracias al aumento de la temperatura de las aguas. El film documenta gracias a sistemas sofisticados de filmación, ese proceso de destrucción en distintos lugares del mundo. Para el 2016, el 30% de la Gran Barrera de Corales de Australia había muerto! El documental describe el mismo proceso en un arrecife que tuve la enorme fortuna de disfrutar y querer (sí, se puede querer un arrecife, una montaña, una playa, un río): el de Akumal, en la Riviera Maya.
Soy de la idea de que nada en el mundo debería ser más importante que los niños. Ocuparse de ellos, de que puedan vivir, alimentarse, educarse, estar abrigados, tener un hogar y contención emocional. Pero dejar que la tierra que nos “soporta”, el aire que nos oxigena y las aguas (potables o no, como las de los océanos) alcancen un estado de deterioro tal que conlleven el riesgo de la viabilidad del planeta para los humanos va en sentido contrario a pensar y ocuparse de los niños.
Los océanos regulan al planeta. De sus aguas brotó en el origen, la vida. Deberíamos saberlo y tenerlo presente cada día, para preservarlos de la destrucción. Porque es probable (no sé de biología ni de oceanografía por desgracia, por eso no lo afirmo) que ellos sean también y de muchas maneras, la garantía de nuestras vidas.
El documental no es turístico ni te deja una sensación agradable, pero es imperdible.
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