Crear algunas palabras para no decir,
tan sólo contemplarlas
como si fueran rostros
de recién nacidas criaturas del abismo.
Crear esas palabras
con la exaltada gratuidad
de un fuego que no va a ser utilizado
y que sólo arderá como un espejo hipnótico
de nuestra propia gratuidad fundamental.
Crear esas palabras
únicamente para que el juego continúe
como si cierto mar que no existe
esperara a la vez
ciertos peces que no existen
y ciertas olas que sin embargo existen.
9.
Toda palabra llama a otra palabra.
Toda palabra es un imán verbal,
un polo de atracción variable
que inaugura siempre nuevas constelaciones.
Una palabra es todo el lenguaje,
pero es también la fundación
de todas las transgresiones del lenguaje,
la base donde se afirma siempre un antilenguaje.
Una palabra es todavía el hombre.
Dos palabras son ya el abismo.
Una palabra puede abrir una puerta.
Dos palabras la borran.
112.
Inventar el regreso del mundo
después de su desaparición.
E inventar un regreso a ese mundo
desde nuestra desaparición.
Y reunir las dos memorias,
para juntar todos los detalles.
Hay que ponerle pruebas al infinito,
para ver si resiste.
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