Hablo de fortuna porque reviví el pensamiento luminoso y siempre propio de Javier.
Esta semana festejé con ustedes el Bloomsday, con el NUDO DE ULISES. según mi intuición y mis lecturas, Lacan descubre en la obra joyceana una suerte de metabolización del goce por medio de la práctica de la escritura y de un hacer con la lengua, dándose cuenta de que ese descubrimiento abría una perspectiva absolutamente novedosa para la práctica del psicoanálisis: la de que se pudiera alcanzar un fin, un final que implicara para el que atravesaba la experiencia, un nuevo lazo al cuerpo, a la lengua, y a la imagen, dejando atrás las significaciones y los sentidos recurrentes, fabricados con el material de lenguaje del Otro. Nada más alejado de que los analistas devinieran expertos en anudamientos y de las ciencias duras. Más bien, se tratará del forzamiento que lleva a cabo la poesía sobre la materialidad del lenguaje, habitando el campo sonoro y fuera de sentido de la lengua.
Quiero compartir ahora, partes del artículo NUEVO NUDO-AMOR de Javier Aramburu, incluido en el libro mencionado más arriba.
"(...) ¿Cómo es ese nudo Joyce? Decíamos, marcha a ese punto donde el psicoanálisis se detiene: Joyce allí está solo, en el punto donde el Otro está barrado, y en ese punto o se sucumbe o se crea.
Para Joyce el poeta se hace, no nace, no es un don, un saber del Otro, recibido del Otro. Él no cree que el texto esté ya dado como sentido por la Iglesia o el Estado, o aun como enigma por el Oráculo. Dante llevado a ese punto por un fugaz mirada, cree aún en Beatriz. El Otro de Dante tiene más existencia que el Otro de Joyce. No es Emma, esa histérica bobalicona, tampoco Amalia, la que representa para Joyce la causa perdida de su nuevo amor.. (...) Amalia es para Joyce un homenaje a Dante. Éste no deja de producir en su significación vacía, un sentido nuevo. Nombre nuevo para un nuevo amor que se temporaliza, ya Dios también habla italiano.
En Joyce hay tiempo de creación sin continuidad. No trata de eternizar el instante, de vencer la muerte, de hacer eterno lo evasivo de una mirada, de alcanzar a Dios en la figura de Beatriz.
(...) Él se hizo artífice de las palabras, letra a letra, como los cabalistas, él trabajaba con los restos del Otro en el que no quería creer. (...) Él des-hizo los valores comunes, alimenticios, como dice refiriéndose a Cranly, del idioma, su utilidad institucional. Su trabajo fue descomponer, atomizar, es su respuesta a lo que en el Otro del lenguaje figura como mensaje a descifrar. Pero sin que ese trabajo sobre la lengua lo despedazara a él. Al contrario, él encuentra su ser de artífice en ese descomponer, tratar los restos de un lenguaje que no eterniza al creador.
Si Joyce es el artífice, no es menos su efecto; hay goce en ello. Si no es inocente es porque ocupa su carne. Sin duda el héroe no es el de las novelas de acción; su acto es en el lenguaje. Pero la diferencia no es ésta, ésta nos lleva a otra: no hay moraleja, no hay predicación, no hay anuncio de otro hombre, ni siquiera superhombre. Lo que transforma es el goce, no hay martirio. (...) la literatura siempre remitió a la literatura sólo que con Joyce ésta se hace con letra de goce. Todo lo contrario del formalismo del arte por el arte, no es frivolidad literaria, se hace carne de goce, revela su letra de goce: saber real".
¡FELIZ BLOOMSDAY PARA TODOS!
¡¡Me asombra mucho que todo esto haya sido dicho en una conferencia por Javier allá por 1991!!
Para mí,simple lectora aficionada a los buenos escritores, En Ulises, Joyce goza desmenuzando un día y obligando al buen lector a la intertextualidad. Por que´buscamos lo amanerado en algo tan sencillo como lo que ocurre durante un día en la vida. Fantástico!!!
ResponderEliminarAdela hola! Ulises es un manantial humano en continuo fluir! Una obra de arte. Cariños
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