Hoy es el día de los muertos. En México, país que adoro y añoro, es una fiesta! Así que la festejo con uno de los escritores, tan mexicano él, que más amo y admiro: JUAN RULFO. Comparto unos párrafos de su inmortal Pedro Páramo, y la lectura de El llano en llamas que hice hace algún tiempo. ¡A disfrutar y VIVA MÉXICO, CABRONES!
Porque le bastaron a Juan Rulfo un libro de cuentos (El llano en llamas) y una novela, la enorme Pedro Páramo ( que está entre mis diez libros imprescindibles, como lectora y como escritora), para entrar en el canon occidental.
Por la aspereza y lirismo de su prosa poética; por la transmisión sin concesiones de la idiosincrasia mexicana, por su humildad y grandeza, hoy festejo el aniversario de su nacimiento con dos párrafos de Pedro Páramo, que elegí para ustedes:
"Al menos eso había visto en Sayula, todavía ayer, a esta misma hora. Y había visto también el vuelo de las palomas rompiendo el aire quieto, sacudiendo sus alas como si se desprendieran del día. Volaban y caían sobre los tejados, mientras los gritos de los niños revoloteaban y parecían teñirse de azul en el cielo del atardecer.
Ahora estaba aquí, en este pueblo sin ruidos. Oía caer mis pisadas sobre las piedras redondas con que estaban empedradas las calles. Mis pisadas huecas, repitiendo su sonido en el eco de las paredes teñidas por el sol del atardecer".
"El sol se fue volteando sobre las cosas y les devolvió su forma. La tierra en ruinas estaba frente a él, vacía. El calor caldeaba su cuerpo. Sus ojos apenas se movían; saltaban de un recuerdo a otro, desdibujando el presente. De pronto su corazón se detenía y parecía como si también se detuviera el tiempo y el aire de la vida".
Por la aspereza y lirismo de su prosa poética; por la transmisión sin concesiones de la idiosincrasia mexicana, por su humildad y grandeza, hoy festejo el aniversario de su nacimiento con dos párrafos de Pedro Páramo, que elegí para ustedes:
"Al menos eso había visto en Sayula, todavía ayer, a esta misma hora. Y había visto también el vuelo de las palomas rompiendo el aire quieto, sacudiendo sus alas como si se desprendieran del día. Volaban y caían sobre los tejados, mientras los gritos de los niños revoloteaban y parecían teñirse de azul en el cielo del atardecer.
Ahora estaba aquí, en este pueblo sin ruidos. Oía caer mis pisadas sobre las piedras redondas con que estaban empedradas las calles. Mis pisadas huecas, repitiendo su sonido en el eco de las paredes teñidas por el sol del atardecer".
"El sol se fue volteando sobre las cosas y les devolvió su forma. La tierra en ruinas estaba frente a él, vacía. El calor caldeaba su cuerpo. Sus ojos apenas se movían; saltaban de un recuerdo a otro, desdibujando el presente. De pronto su corazón se detenía y parecía como si también se detuviera el tiempo y el aire de la vida".
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