viernes, 17 de enero de 2020

HOMERO+LA ILÍADA+ BARICCO. FÓRMULA INFALIBLE.

Tuve la enorme dicha de asistir en la BNMM a la presentación de este hallazgo literario, con la presencia de Alessandro Baricco. 
También tuve la enorme dicha de que en la secundaria, mi hija tuviera problemas con Latín (asignatura en la que vaya uno a saber por qué, le daban para leer La Ilíada, que fue escrita en griego), y me comprometiera a ayudarla para evitar a toda costa que se fuera a examen (mis conocimientos de latín son vix autem pauper, de modo que mejor evitar males mayores). Así que ahí me vi con esta obra monumental de la narrativa mundial, poema épico en su origen, que con controversia mediante, está datada en la segunda mitad del siglo VIII a.C. ¡Sí! ¡Siglo VIII a. C! Su autoría se atribuye a Homero.
El eje, para que te des una idea, para mí es:
Homero, Shakespeare/Cervantes, Joyce.
Ellos lo escribieron y lo dijeron, casi (dejemos un pequeño margen de duda) TODO. De ahí la trascendencia de esta obra, junto con la Odisea. La que te comento hoy es la versión "Baricco" de La Ilíada. 
Bien. Partimos de bases sólidas.
Ricardo Piglia solía relacionar el arte de la novela y el de la traducción. Algo nodal y poderoso de las novelas excelentes, traspasa todo desvío que la traducción pueda hacer de ella.
Esta idea se verifica en esta obra, que sería traducida a varias lenguas. No es que yo sea genia, lo dice el propio Baricco en el prólogo:
"(...) Me doy cuenta de que esto es añadir paradoja sobre paradoja. Un texto griego traducido al italiano que es adaptado en otro texto italiano y, al final, traducido, pongamos, al chino. Borges se habría frotado las manos (...)".

Baricco se declara autor de cuatro operaciones mayores, en la adaptación de la obra:
1- Eliminó todas las apariciones de los dioses. Bueh, algo polémico, ya que son muy graciosas y divertidas en general (los dioses griegos eran lo MÁS).
2- Usó el italiano vivo, buscando el ritmo y la respiración del texto.
3- Pasó la narración a la primera persona. Es decir, cada capítulo está narrado por el protagonista (me suena mucho ésto). Es un recurso que redunda en efectos maravillosos en la lectura.
4- Hizo algunas adiciones al texto (¿Sabían que la cuestión del caballo de Troya NO ESTÁ en La Ilíada? Casualmente aparece en el recorte que comento hoy, como algo ya sucedido. ¿Tampoco la caída de Troya?).

Entonces, les digo lo siguiente: ¡léanse La Ilíada! ¡Es dramática, divertida, religiosa, pagana, cruel, poética, alegórica... y más!

Hoy voy a acercarles un recorte del capítulo titulado NÉSTOR. Están los troyanos, Príamo, Héctor, Paris (el que seduce a Helena y "se la lleva", a pesar de ser la esposa Menelao, encumbrado y principesco aqueo, junto con su hermano Agamenón). Y están los aqueos, entre los más destacados y conocidos por todos, Ulises el astuto y Aquiles, el de los pies alados. Néstor es un aqueo anciano y sabio, respetado por todos.
Voy a compartir un recorte de este capítulo, que me gustó especialmente:

"(...) Era el más anciano y ellos respetaban mi sabiduría. Así que les dije que teníamos que pedirles a los troyanos un día de tregua, para que nosotros y ellos pudiéramos retirar a nuestros muertos del campo de batalla. Y les dije que teníamos que aprovechar ese día para construir alrededor de nuestras naves un muro, alto, y un gran foso, para protegernos de un ataque de los troyanos. ¿Un muro? ¿Para qué necesitamos muros, si ya tenemos nuestros escudos?, dijo Diomedes. Yo los muros los derribo, no los construyo, dijo. A nadie le gustaba esa idea. Hubo hasta quien dijo: Pensad en cómo se jactará Aquiles cuando sepa que sin él tenemos tanto miedo que nos encerramos detrás de un muro. Se reían, pero la verdad es que eran jóvenes, y los jóvenes tienen una idea vieja de la guerra: honor, belleza, heroísmo. Como el duelo entre Héctor y Ayante: los dos príncipes que antes intentaban matarse ferozmente y luego se intercambiaban presentes. Yo ya era demasiado viejo para creer todavía en aquellas cosas. Esa guerra la ganamos con un caballo de madera, descomunal, relleno de soldados. La ganamos gracias al engaño, no con la lucha a pecho descubierto, leal, caballeresca. Y esto a ellos, los jóvenes, nunca les gustó. Pero yo era viejo. Ulises era viejo. Nosotros sabíamos que vieja era la larga guerra que estábamos librando, y que un día la ganaría aquel que fuera capaz de librarla de una manera nueva". 


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