Terminé hace poco la cuarta temporada de la serie The Crown. Me resultó atrapante, pero también implicó atar algunos cabos: Margaret Thatcher-Lady Di-Guerra de Malvinas. Un efecto inesperado y durísimo de la serie. Recordé que apenas algo menos de un año antes, en la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini a la que concurría, nos dieron el día libre para que pudiéramos seguir por televisión, cual si fuéramos una orgullosa colonia del Commonwealth, la boda de Carlos y la malograda Diana.
Desde hace algunos años siento que algún día iré a las islas. Me gustaría mucho visitarlas; incluso escribir sobre ellas. Por eso cuando en el mostrador de una librería vi este "librito", me lo compré sin dudarlo (esta colección de "libritos" de Anagrama se las trae; hace poco les comenté sobre el de Baricco).
649 soldados y oficiales argentinos murieron durante la "gesta patriótica", destinada a una ominosa derrota antes de nacer.
Cuenta Leila que salvo excepciones, "EL ESTADO NO NOTIFICÓ OFICIALMENTE LA MUERTE DE QUIENES NO VOLVIERON". (Cualquier evocación al Aras San Juan corre por cuenta de ustedes). Los muertos argentinos, luego de la ignominiosa rendición, quedaron regados por aquellas tierras heladas y hostiles. Fue una iniciativa del ejército vencedor (que perdió a 255 hombres) darle sepultura a esos cuerpos, en un cementerio creado a tales efectos. El gobierno argentino aceptó la iniciativa, reservándose el "derecho de decidir, cuando sea adecuado, acerca del traslado de los restos [...] desde esa parte de su territorio al continente". Claro, esta demostración de "bravura patriótica" de papel, no implicaba en absoluto una "repatriación", concepto caro a los vencedores; no se repatria algo desde el propio suelo patrio... Entonces empezaron los "problemas".
El encargado de armar el cementerio fue el oficial Geoffrey Cardozo que, según da la impresión, se tomó la tarea con seriedad y humanidad, ocupándose de identificar los cuerpos que eran posibles de identificar. De 230 cuerpos, 122 quedaron sin identificar. Cardozo consignó dónde habían sido recuperados los cuerpos, y en los que no tenían nombre escribió con tinta indeleble, en la última de las 3 bolsas que "abrigaban" a esos chicos argentinos mandados al sacrificio, la frase "Soldado argentino solo conocido por Dios".
No voy a contarles más. Sólo que Cardozo hizo llegar su minucioso informe al gobierno argentino, que "lo enterró" (permítanme el exabrupto irónico). Cabe agregar que no fue sólo el abyecto y último gobierno militar el que hizo de cuenta que "aquí no había pasado nada". TAMBIÉN LO HICIERON LOS GOBIERNOS CONSTITUCIONALES ELEGIDOS POR LOS ARGENTINOS EN LOS AÑOS SIGUIENTES.
LEAN ESTE LIBRO, SE LOS RUEGO.
Encontrarán mezquindad, miseria humana, deshonor, patrioterismo, grietas entre los familiares de los caídos, la paradoja de la identidad, cálculos políticos sobre los cuerpos de los muertos, historias quebradas, dolores que persisten, incomprensión.... "... un carnaval de huesos", torturadores devenidos héroes, fuego amigo, empresarios que no dudaron en financiar vuelos privados para que los familiares visitaran las tumbas de sus hijos- hermanos-esposos, desdén por la vida (de los soldados, obvio), jóvenes que se creyeron héroes y lo pagaron caro, la guerra híbrida.
Sí, lo sé. Es un espejo espantoso, que llama a la náusea. Pero es un espejo que nos refleja como sociedad. Y como seres humanos. Una sociedad en la que da la impresión que la democracia tan en boca de todos, queda reducida a un simulacro; donde todo y cualquier cosa es negociable por un buen precio, un rédito político, o la promesa de una reelección.
En el Aeropuerto internacional de Ezeiza, antes de pasar por Migraciones en el espigón internacional, se podía ver hasta hace no mucho, una foto aérea del Cementerio Argentino de Darwin. Hace mucho que no voy a Ezeiza. La pandemia irrumpió en nuestras vidas. Pero según recuerdo hace ya al menos tres años que la foto fue retirada del hall (hago la salvedad de que quizá volvieron a ponerla y como yo no viajé no la vi. Si alguien puede informarme sobre el particular, se lo voy a agradecer).
Allá por el 2010, en Buenos Aires anónima, incluí un texto breve escrito sobre el tema, causado por un paciente que atendí muchos años antes, en el Hospital Piñero (donde coordiné un equipo de adultos de Psicopatología por siete años). El tiempo no modificó mi manera de sentir.
El texto se llama Las islas y el crucero.
Extraigo una parte del mismo:
Extraigo una parte del mismo:
"(...) en una ciudad de espaldas y a prueba de dolor, un hijo que nunca había visto el mar, y sin la suerte o la desgracia de haber sido llamado por aquel destino trágico, tuvo un sueño que evocaba la tierra, su tierra.
Era un sueño que gritaba su ser y realizaba un deseo: el de no ser condenado al olvido, como lo habían sido sus hermanos, habitantes mudos de aquel crucero, testigos imposibles de las profundidades.
¿Si una tierra (...) olvida a sus héroes, podrá abrir sus brazos maternales y amar a los hijos errantes, a los desdichados del destino?
Afortunadamente, el Reino de los Sueños se rige por el principio de la no contradicción".
Tu escrito me llegó muy hondo.Estuve en Malvinas,lloré tanto!Todavía el Equipo Forense (tan significativo para nuedtra Historia,y además tan argentino) no había comenzado la identificación de los cuerpos;y la leyenda "Soldado argentino sólo identificado por Dios" era tan doloroso!. Además el estado deplorable de algunas tumbas (cuidadas por un sólo hombre argentino que debía viajar kilómetros para hacerlo) y la profanación de la virgen que había sido colocada allí,produjeron en todos nosotros una profunda tristeza.Desplegamos nuestra Bandera y nos volvimos en silencio aPuerto Argentino.
ResponderEliminarHola Chuny: te agradezco muy especialmente tu comentario. Imagino tu dolor y el desasosiego que habrás sentido. Es muy triste lo que pasó, y genera mucha indignación. Te mando un abrazo muy fuerte.
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