Decido dejarme llevar por mi propio tornado. Comienzo por el reencuentro. Compartimos con Facundo, hace ya muchos años, una lectura en el taller de Fernanda García Lao, al que concurríamos. Recuerdo como si fuera hoy el impacto que me causó escuchar lo que nos leyó Facundo. Una muerte, una visita al cementerio narrada con una mirada de azoro infantil, casi lúdica, no carente de sensibilidad. En ese momento comenzó la espera de esta novela que, peripecias absurdas y algo indignantes hicieron que tardara tanto en publicarse (les ahorro los detalles que Facundo me contó y repitió el sábado). Mudanzas mediante, las circunstancias azarosas hicieron que nos reencontráramos hace algunos meses lavando el auto. "¿Facundo?" le pregunté con mi atrevimiento habitual. "¡Sí!" respondió él, me pareció que con cierta alegría. "¿Qué pasó con tu novela? La esperaba con ganas" dije, mientras compartíamos un café, sabiendo además que había ganado el premio del Fondo Nacional de la Artes. "¡Cómo es posible que todavía no haya salido!". Bueno, me resultó evidente luego de escuchar lo que me contó, que a veces (aunque no siempre, debo admitir) obras verdaderamente literarias, como es el caso de esta novela, demoran en encontrar un buen camino. Celebro entonces la aparición de Un tornado alrededor, de Siberia Ediciones.
El sábado estuve en la maravillosa presentación que hicieran de la misma Julián López y Nicolás Artusi, con la presencia por supuesto, del autor. Sólo decirles lo afortunados que fuimos los que allí estuvimos, en la bella y cálida librería Fetiche. Disfrutamos de un derroche de literatura, inteligencia y sensibilidad.
Hecha esta introducción, voy hacia el texto que quiero escribir. Entonces decido ponerle como título lo que compartí esa noche con los presentes. Una cita de Freud (ese día era el aniversario de su nacimiento). Acabo de escribirla y sé que me quedo corta con el título. Entonces lean lo que sigue.
Aparecieron varias críticas de la novela (que no leí) de modo que me voy a abstener de develar lo que podríamos llamar "la trama"; seguramente ya la habrán comentado. Sólo decirles que es obvio por el título, que hay una pérdida, y una presencia concomitante de la ausencia que ahoga, que deja a los integrantes de una familia en los límites de la cordura. A todos los integrantes menos al protagonista, que es un niño, excesivamente sensible para su edad, necesitado de amor de una manera casi extrema. No lo encuentra. Entonces decide, en medio del tornado de su vida cotidiana que parece arrollarlo, dar amor, no esperarlo; comenzar en el mismo acto a hacer un lento y silencioso duelo. Ya Borges sostiene con sabiduría casi lacaniana que se puede dar lo que no se tiene: dar amor a pesar de no recibirlo. O felicidad, o sostén amoroso.
El sábado se mencionó a los niños de Salinger, pequeños especímenes de monstruitos, con mentes hiperbólicas para su edad. Creo que no se aplica al protagonista: ese niño convertido en adulto a fuerza de desgracias, supone aún (como todo niño) que lo que sostiene en la vida es el amor. Su mirada roza a veces el cinismo, sin expresarlo; describe sin juzgar ni adjetivar lo que la vida le va poniendo delante como desafíos a superar. Los acepta con docilidad. También se habló el sábado sobre que Un tornado... era una novela de iniciación. Puede ser, claro, puesta en ese registro, pero creo que es más que eso. Las novelas de iniciación se caracterizan por algunos tópicos: el paso del niño a adolescente tardío junto con su formación académica; la escena de la paliza y la de la iniciación sexual. Sin embargo, en la novela las decisiones narrativas del autor desbordan los tópicos. Las escasas escenas sexuales narradas, lo son desde el punto de vista del erotismo y no de la sexualidad más brutal y sin consentimiento (propia de las novelas del género): son aludidas con pudor exquisito; con velo, al igual que las escenas de violencia o de locura. Agradecí personalmente la decisión del autor: la vida desborda lo que del goce las leyes pueden regular, y Facundo Abal parece saberlo. Hay que acudir para evitar caer en la obscenidad, a los velos. Encontré la escritura de la novela muy poética, como aquel día de la lectura, con oraciones que son verdaderos hallazgos y que no voy a citar para que las descubran los lectores. Hay un ritmo de frases cortas, que emulan los latidos y la tenacidad y la síncopa del deseo que se vuelve más acuciante a medida que avanza la lectura. Un ritmo que exige que el lector ponga su parte, y les pido que así lean estas líneas; ellas expresan lo que la lectura suscitó en mi.
Un tornado alrededor es una novela sobre el amor (referido a todos y a cada uno de los lazos en los que ese sentimiento se expresa) y sobre sus límites.
Es una novela sobre el erotismo (el asociado a la sexualidad pero no solamente) y la belleza, recurso que el mismo Freud en el texto citado más arriba señala como lo que permite a veces a los humanos, sobreponernos al dolor.
Es una novela sobre el duelo: aquel que se consuma con la escritura; el que logra hacer resonar un nombre que parecía olvidado, y que el autor rescata para hacerlo existir.
Leo lo que escribí y me doy cuenta de que en definitiva, es una novela sobre el amor, sentimiento que acompañará a su protagonista, vaya a donde vaya, esté dónde y con quién sea que la vida disponga que esté. Cuando "el deseo nace del derrumbe"(frase del autor), el amor puede devenir un sentimiento vital que anude a la vida, a las palabras.
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