LA BATALLA DEL AUTISMO. De la clínica a la política (2013) y EL REVERSO DE LA BIOPOLÍTICA (2016) de ÉRIC LAURENT.
1-El ultimísimo Lacan y el horizonte de la
época.
“Mejor pues que renuncie quien no pueda unir
a su horizonte la subjetividad de su época. (…) Que conozca bien la espiral a
la que su época lo arrastra en la obra continuada de Babel, y que sepa su
función de intérprete en la discordia de los lenguajes”.
Función
y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis.
Jacques Lacan.
1953.
Anticipo a los lectores que no haré un comentario
puntilloso de estos dos libros imperdibles para los psicoanalistas lacanianos y
para cualquier otro psicoanalista que se diga tal. Son dos libros que merecen
llamar mucho la atención y ponernos al trabajo. Nos acercan al ultimísimo
Lacan, tal como Jacques-Alain Miller nombra los últimos años de enseñanza de
éste; a los nudos, las cuerdas, los agujeros, los registros R,S,I, y extrae las
consecuencias clínicas de dichos desarrollos. Nos lleva por el recorrido de los
nudos con una orientación precisa: su utilidad para la clínica.
Haré un comentario de lectura de ambos, considerando
que deben, ineludiblemente, ser leídos juntos. Una lectura fragmentada o
separada haría que algunas de las consecuencias de su lectura se perdieran, o
al menos asumo que se habrían perdido para mí.
En primer lugar, la lectura no sólo logró que prestara
atención a la frase con la que comienzo el texto, tan citada entre nosotros,
sino también que la leyera correctamente quizá por primera vez: Lacan dice
claramente que es la subjetividad de la época la que debe unirse al horizonte
de los analistas. En repetidas ocasiones y de diversas maneras, explicita en el
texto que el horizonte del que se trata en el psicoanálisis es el inaugurado
por la ética freudiana; por sus conceptos y por sus principios. No se trata, a
la inversa, de que el horizonte (ético) se adapte, se amolde, se degrade para
estar a tono con la subjetividad de la época, caracterizada por el borramiento
colectivizado de la enunciación; por la proliferación del goce de la mirada por
doquier, en detrimento de la toma de la palabra -la verdadera, aquella que abriría
el camino para el descubrimiento de la verdad subjetiva-; que nos presenta en
múltiples ocasiones, con las personas que escuchamos en consulta o las que nos rodean, el
rechazo visceral del inconsciente en favor de los goces “encapsulados” que
cortocircuitan el lazo con los otros.
Por otro lado, la lectura conjunta de ambos libros
arrojó para mí la evidencia de que en el ultimísimo Lacan hay una
discontinuidad en referencia a la clínica y a su orientación. Es ese salto el
que hace posible abordar las subjetividades de nuestra época, sin retroceder
respecto a la ética del psicoanálisis. La clínica nodal es el instrumento
irremplazable que Lacan lega al mundo, me atrevo a decir, en un salto
cualitativo de mayores trascendencias que, sin embargo, sin prescindir de la
subversión freudiana, se apoya en los tres registros R, S, I en tanto equivalentes:
cómo se superponen, se interpenetran, en cómo es posible que no estén anudados
y una operación en el análisis consiga, con el cuarto, anudarlos. Es una
estructura orientada por lo Real y por la incidencia del goce y de lalangue en el cuerpo. Joyce logra ese
anudamiento con su escritura, sin recurrir a un psicoanálisis, cuestión que no
deja de asombrar a Lacan, señalando que es en el mejor de los casos, lo que
podría lograr un análisis llevado lo suficientemente lejos.
Orientado por la práctica del psicoanálisis, Laurent
se ubica en La batalla del autismo… en una posición que deja de lado la
pregunta por la causa (no sin comentar los impasses a los que la ciencia ha
llegado al respecto) para resaltar que dicha condición debe ocupar un espacio
público, estar en las agendas de los estados, y empezar a tener gravitación
propia en la esfera de las leyes. Destaca el incremento de los casos
registrados en países del primer mundo en los últimos años (más allá de que los
criterios diagnósticos varían y que el autismo ha comenzado a ser “medido” en
diversos ámbitos), y que su prevalencia podría indicar que estaríamos frente a
nuevas subjetividades (notoriamente más presentes en hombres que en mujeres, y
más acentuado en aquellos, por la “permeabilidad” de las niñas respecto del
lenguaje).
Lo digo en plural porque esa es la apuesta de este
libro: la de transmitir que el encuentro con el trauma de lalengua, la inscripción del mismo en el cuerpo, qué
características tiene esta inscripción y cómo y cuándo se hace posible la
constitución del objeto en estos casos, son siempre diversos de un sujeto a
otro, y deben éstos ser acompañados en su diversidad, por múltiples
profesionales y, llegado el caso, parientes, en un abordaje también múltiple.
Esta posición es inclaudicable, y lleva a mostrar los peligros éticos y las
inconsistencias (sufridas por los pacientes y resaltadas por los padres y
familiares) de los modelos comportamentalistas y pedagógicos-educacionales que
tienden a ponerse en marcha para tratar de “normalizar y adaptar” a estos
sujetos desde niños, incluso con disciplina de premios y castigos en el mismo
proceso, evidente ejercicio de la biopolítica.
Laurent llama a que “…afrontemos la angustia de la
incertidumbre para no caer en las tentaciones autoritarias del modelo único”.
(1)
Un recorrido exhaustivo abarca desde la delimitación
del diagnóstico, de manera simultánea, en los años 40, por Leo Kanner y Hans
Asperger, hasta los Lefort, pasando por casos clínicos e incluso, por
documentales que abordaron la temática (por ejemplo, Elle s´apelle Sabine, de
S. Bonnaire), y por los casos del espectro autista, como los autismos de alto
rendimiento, que muchas veces encuentran su propio modo de estar en la vida y
de lidiar con su condición con menos sufrimiento y más satisfacción, inventándose
su modo propio de hacer frente a lo real del cuerpo y de lalengua.
Aborda los fenómenos significantes en lo Real, el
fenómeno del doble, las peculiaridades del cuerpo que en este síndrome se
encuentra: descripción habitual del mismo como “armadura o caparazón”, siguiendo
el camino desbrozado a partir de Lacan, por Jacques-Alain Miller y su
elaboración del goce del Uno: el goce pulsional que hay se satisface sin pasar
por el Otro.
Su propia experiencia clínica con niños psicóticos y
autistas le permite a Laurent afirmar que el retorno del goce se produce no de
manera anudada al objeto a (como en la neurosis), ni tampoco en el lugar del
Otro (como en la paranoia) o en el cuerpo (como en la esquizofrenia) sino bajo
la topología del borde, de neo-borde (dado que no hubo producción del agujero,
de los agujeros corporales en estos sujetos). (2)
Operar sobre ese neo-borde con el psicoanálisis y lo
que Laurent define como una clínica del circuito, permitirá sutiles desplazamientos
de goce, y extracciones de goce (que Laurent nombra “acontecimientos de cuerpo”
y no efectos de significación) y modificaciones del espacio pulsional posible,
teniendo en cuenta con Lacan, los diferentes registros del Uno de lalengua: al no estar habitados por la
función del equívoco propio de lo simbólico, las palabras se vuelven para estos
seres hablantes persecutorias, irruptivas, dejándolos sin recursos e invadidos
por "afectos" (serían como emociones corporales sin correlato representacional, acontecimientos de cuerpo) que no logran situar; invadidos por el ruido incesante de lalengua, al que tratarán en el mejor de
los casos, de reducir y asir por el recurso al cálculo (por lo real de los
cálculos de la ciencia y los números, o por modos de lenguaje estereotipados,
repetitivos, sin enunciación).
El autismo, para el autor, en tanto “(…) revelador de
las tendencias disfuncionales de nuestra modernidad democrática” será abordado,
en una segunda parte, desde la perspectivas del marketing político y el bien
público, desde las burocracias sanitarias, desde la educación y el aprendizaje,
desde el intento de la ciencia de delimitar, circunscribir y tratar con sus
métodos estas condiciones, echando mano a las estadísticas y su manipulación,
intentando en el mismo movimiento, quitar de la escena al psicoanálisis
(específicamente, en Francia).
Evocando en mí aquello que Borges dijera sobre la
democracia: “(…) es una superstición basada en las estadísticas”, Laurent
plantea que “Esta crisis es la de los disfuncionamientos democráticos
provocados por la gestión burocrática de poblaciones cada vez más grandes e
indiferenciadas, despreciando lo que Lacan llamó [se refiere a La proposición
del 9 de Octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela] los efectos
segregativos de la ciencia” (3)
Termino el comentario con una cita a tener muy
presente en nuestra época: “(…) el autismo sería el revelador de una falla
radical en la posibilidad de comunicarse. El inicio del siglo XX fue el del
descubrimiento de la extensión de la neurosis y del conflicto psíquico. El fin
del siglo pasado estuvo marcado por la revelación de la extensión y la
frecuencia de la psicosis y la depresión, que alcanzaron su condición
ordinaria. ¿Podría ser el siglo XXI el de la evidencia de un estatuto ordinario
del autismo?” (4).
Si así fuera, los psicoanalistas estaremos llamados a
acudir a la cita, teniendo en cuenta el horizonte de cada sujeto autista, uno
por uno. Laurent se pregunta entonces: “¿En qué consiste la aplicación del
psicoanálisis al autismo? Se trata de permitirle al sujeto desprenderse de su
estado de repliegue homeostático en el cuerpo encapsulado. Ello supone hacerse
el nuevo partenaire del sujeto, fuera de toda reciprocidad imaginaria y sin la
función de la interlocución simbólica”. (5)
La riqueza del libro culmina reafirmada por una
nutridísima bibliografía sobre el tema, citada y consultada por el autor, y por
la evidencia de que la clínica del autismo brinda importantes enseñanzas al
psicoanálisis.
2- La vida, los cuerpos, la alegría de vivir.
“(…) son los cuerpos los que dictan la vida,
todo lo demás es una consecuencia. (…) una
inclinación, una herida, un sesgo, a veces un acto brillante, a menudo
instintos obscenos que vienen de lejos. Todo está escrito ahí. Los pensamientos
vienen luego, y son siempre un mapa tardío, al que atribuimos, por convención y
cansancio, cierta precisión”.
La
esposa joven.
De Alessandro
Baricco.
El
reverso de la biopolítica surge
como el pasaje al escrito de las “lecturas lacanianas”, al decir de Laurent,
llevadas a cabo en la École de la Cause freudienne, en París, durante los años
2014 y 2015. El eje de las mismas es, sin lugar a dudas, el cuerpo del ser
hablante y los goces que lo marcan, que lo traumatizan, que lo satisfacen, en
la era de las “paradojas del individualismo democrático de masas. Este vínculo
social nuevo, en efecto, basado aparentemente en un hedonismo aliviado de las
exigencias de otras épocas, ya no produce alegría de vivir. El cuerpo no
responde, escindido como está entre los goces privados autorizados y los
imperativos cada vez más apremiantes de convertirse uno en su auto-emprendedor”
(6). Las paradojas están relacionadas con el hecho de que el cuerpo, que habla
goce, no tiene que ver con ningún hedonismo, sino con un real que lo ha
impactado y con su marca; hay una incidencia traumática de goce que escapa a la
representación. Centrándose en el parletre,
el misterio del que se trata es el punto de real, “la unión de la palabra y el
cuerpo” (7). El cuerpo será abordado no ya como imagen, menos aún como máquina
y como organismo, sino como el lugar (topológico) en el que se aloja el goce,
en defecto respecto del trauma, que es exceso, es acontecimiento de cuerpo, sinthome.
Pivoteando alrededor del seminario XXIII, El sinthome de
Lacan y el abordaje del nudo- Joyce que se plantea allí, Laurent se ocupa del
síntoma, de la escritura, de la sublimación, de las dimensiones clínicas y
políticas del parletre, y de aquellos
que dijo Lacan, siempre nos llevan la delantera a los psicoanalistas, los
artistas: Joyce, por supuesto, pero también Rembrandt, Rothko y Gehry.
Laurent señala que frente al intento de gestionar y
agrupar modos de goce para guiarlos por el mercado o la regulación burocrática,
el psicoanálisis, para salvaguardar la singularidad, “añade una experiencia que
culmina en un punto de anclaje de la singularidad de goce: el de una escritura
lógica” (8).
Este libro, entonces, podrá abordarse como un estudio
sobre la letra, la lógica que de ella emana, y la escritura en la que ella
decanta. Un abordaje del síntoma-escritura. Del acontecimiento de cuerpo, que
emerge en tanto sorpresa y contingencia, en el cuerpo que se tiene,
traumatizándolo. Es evidentemente la manera de oponer el sinthome al síntoma; orientación que da cuenta de cierta
discontinuidad en la clínica.
Con el seminario XIX, Aun en perspectiva, se
ocupa de la lógica de la sexuación en relación con las identificaciones y con
aquello que una mujer puede encarnar para un hombre: un síntoma, a descifrar.
Señalará que Lacan subvierte la idea de identificación
freudiana y el lugar del falo como articulador de los efectos de goce en el ser
hablante, al plantear la identificación al síntoma, como la que se produce en
un análisis (si llegara a su fin) a aquel goce que no se presta a ningún efecto
de sentido ni de revelación [de la verdad]. El sinthome entonces es un viraje hacia una feminización de la
doctrina y la estructura, orientada por lo Real del goce. Es el pasaje de lo
litoral (entre el saber y el goce del a) a lo literal, para producirlo como una
escritura que verifica la inexistencia de la relación sexual.
El cuerpo se siente, en el impacto contingente con lalengua, antes de toda entrada en juego
de la mirada, y de los efectos constitutivos de la imagen. Vemos aquí la
conexión directa con la clínica del autismo que Laurent desarrolla en el libro
anteriormente comentado.
La posibilidad de que un análisis produzca una
identificación con un goce fuera de sentido (sinthome), desanudado ya el ser hablante del goce del cifrado de su
inconsciente, está directamente determinado por la estructura redefinida por
los registros equivalentes R, S, I, que son nombre de la relación sexual que no
existe, y el goce del cuerpo que, al escribirse, la verifica como tal. Se trata
de un error de escritura que será
apoyo del decir, o como lo plantea en el Seminario
XVIII, el hueso que la carne del lenguaje recubrirá.
A la vez implicará una reformulación del lazo social,
en tanto infiltrado de goce: se trata de una lógica de bolsas y cuerdas: “Para
escribir el goce como vínculo, como cuerda que ata el saco del cuerpo y anuda
los cuerpos entre ellos, no basta con hacer de la letra un agujero en lo
simbólico (el significante), es preciso tomar en cuenta lo imaginario del
cuerpo-saco y lo real del goce que se inscribe en la cuerda-borde que
aprisionará los bordes del cuerpo hablante” (9). Esta operación será posible
sin el recurso de la castración. Por lógica, también implica repensar la
interpretación (será aquella que por la vía del equívoco, resuene en el cuerpo)
y la transferencia, en la que el analista, operando al nivel de la réson, reducirá su presencia lo más
posible a encarnar el objeto a. Los efectos de la primera en relación con lo
segundo, se conocerán a posteriori, porque de lo que se trata es de hacer
réson en “las tripas” para que algo del goce contingente emerja. Hacerse
incauto de un real implica soportar la contingencia de ese goce, y someter el
goce del escabel al del sinthome.
A nivel de la inserción del psicoanálisis entre los
discursos de la época (subsidiarios de los universales) advierte Laurent que
hay que abandonar la aspiración a la predicción del régimen del todo, y aceptar
que “Al nivel del deseo, en democracia, el Uno de la unión siempre se pierde”
(10), tanto como no perder de vista que las nominaciones impuestas por las
burocracias sanitarias y psicosociales son ejercicios biopolíticos, destacando
que “En la economía del goce, un significante amo vale lo mismo que otro
cualquiera” (11).
La perspectiva que permite abordar la escritura del
cuerpo-goce abre dos modos de satisfacción para el ser hablante, explicitados
por Lacan en el Seminario XVIII ya citado. En su división, el sujeto puede
satisfacerse en el registro de la palabra o en el de la lengua, en cuyo corazón
se asienta el vacío de referencia, pero que sin embargo, es sostén de todos los
goces producidos por los discursos.
En el reverso de la biopolítica, surge la poética que
vía interpretación hace resonar el cuerpo; la forma de cada un@ de hablar la
lengua del cuerpo.
Cuando el olvido (relativo a las formaciones del inconsciente)
no sea necesario y el parletre se advenga a la contingencia, podrá colarse
entre dichos discursos haciéndolos inconsistir; sabiendo hacer suficientemente
con ellos, al decir de Laurent, apoyándose en la escritura de su síntoma,
haciendo cada vez con lo imposible.
Citas.
(1). Laurent, Éric. La batalla del autismo. De la
clínica a la política. Página 19. Grama Ediciones. 2013.
(2). Ibid. Pag. 80.
(3) Ibid. Pag. 232.
(4). Ibid. Pag. 210.
(5). Ibid. Pag. 53/54.
(6). Laurent, Éric. El reverso de la biopolítica. Pág.
11. Grama Ediciones. 2016.
(7). Miller, J-A. El inconsciente y el cuerpo
hablante. Lacaniana 17. Revista de la Escuela de la orientación lacaniana. Pag.
26. Grama Ediciones. 2014.
(8). Ibid. (5). Pág. 25.
(9). Ibid. (5). Pág. 130.
(10). Ibid. (5). Pág. 254
(11). Ibid. (5). Pág. 266
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