Joyce mismo vivió allí algo así como una semana, invitado por su amigo Olivier Gogarty, que inspiró el personaje algo cínico de Buck Mulligan (luego de la publicación de Ulises, claro, la relación entre ambos no fue la mejor; si leyeron la novela entenderán por qué).
La foto del comienzo corresponde a cuando te bajás en la estación del Dart (el tren que se toma en pleno centro de Dublín y te deja a una distancia aproximada de un kilómetro de la torre). Allí ya tenemos la pauta de la trascendencia que tiene ahora Joyce en Sandycove, en Dublín y en Irlanda (las cosas no eran así en vida del escritor).
Más abajo, una postal de la costa y parte de la bahía, camino a la Torre. Sandycove me resultó muy encantador. Había mucha gente paseando e incluso ba-
ñándose en el mar.
ñándose en el mar.
Luego una foto del caballo de carrera Throwaway, que ganó la Ascot Gold Cup el 16 de junio de 1904. Recordarán el episodio, un absoluto equívoco, respecto a Bloom y un periódico que iba a tirar (throw away). Algunos parroquianos asumen que está señalando al caballo que ese día gana el premio, y suponiendo astucia y capacidad para hacer dinero por ser judío, asumen que se ha forrado por haber apostado al caballo ganador.
Luego, artículos personales de Joyce, entre ellos una guitarra, su chaleco, su bastón. ¡Muy conmovedor!
La famosa llave de la torre, que Buck (recuerden, inspirado en Gogarty) le sustrae a Stephen (Joyce), y lo deja fuera de la misma, en una suerte de destierro simbólico.
La famosa llave de la torre, que Buck (recuerden, inspirado en Gogarty) le sustrae a Stephen (Joyce), y lo deja fuera de la misma, en una suerte de destierro simbólico.
Tapas de la revista Time (¡no tenía idea de que había estado en la portada dos veces).
Correcciones manuscritas de páginas de Ulises, y el interior de la torre.
Por último, el manuscrito de una carta dirigida a Nora.
Me gustó muchísimo la Torre Martello. Fue muy emocionante estar allí, por los capítulos de la novela que tienen lugar y por saber que Joyce vivió allí por algunos días.
Son apenas algunas de las maravillas que guardan en el museo, que es imperdible, y las personas que están a cargo de recibir a los visitantes son muy simpáticas, hospitalarias e interesados en Joyce
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