sábado, 26 de septiembre de 2020

THE SOCIAL DILEMMA O EL DILEMA DE LAS REDES SOCIALES. SERIE DE NETFLIX. 2020.






















 Creo que este documental puede ponerse en serie perfectamente con los dos que ya comentara con anterioridad: Human nature y Un natural selection. 


El título en castellano limita mucho el alcance del original: las redes encarnan hoy en día, en mayor o menor medida para cada uno de nosotros, un verdadero dilema: el que implica que podamos hacer uso de ellas, sin quedar fagocitados, reducidos al goce tonto que proponen. Me refiero a la utilidad de poder comunicarse al instante con personas en distintos lugares del mundo, el de haber estrechado lazos con otros durante la pandemia gracias a las plataformas como Zoom, o generar espacios de encuentros que introduzcan una discontinuidad en el aislamiento, en los estados de ánimo medrosos o paranoides, sin por eso dejar que nuestras vidas se reduzcan a los mensajes de whatsapp (suele ocurrir que personas compartiendo una cena, por ejemplo, no solo no dejen sus teléfonos por ese breve lapso de tiempo, sino que se manden mensajes, contenidos o comentarios con comensales sentados a un metro de distancia, usando el smartphone en lugar de hablarse), o que instalen la reticencia al encuentro personal, que involucra de manera directa los cuerpos. 
Hasta aquí no dice nada muy novedoso. Lo que sí creo que muestra de manera paradojal es la actitud de ciertos cerebros involucrados de manera directa en el desarrollo de estas tecnologías de redes (Twitter, Instagram, Facebook y otras tantas) en el llamativo rol de “arrepentidos”: “no me imaginé que crear el botón de “Me gusta” podía producir lo que produjo (se refiere al nivel de adicción que genera en los usuarios, a la inflación de un falso narcisismo y a sentimientos depresivos que incluso llegan en casos extremos al suicidio, cuando el tan ansiado Like no llega). 
El genial artista Banksy lo plasmó en la imagen de arriba, en el grito de dolor del niño que, inferimos, se siente no amado y rechazado por los demás. Estos desarrolladores de ingenierías y productos de redes se muestran ahora sorprendidos y preocupados por las consecuencias de sus ideas sobre las personas: quieren advertirnos, incluso lo hacen creando espacios “éticos” contra el uso indiscriminado de las redes y del uso de las toneladas de información que de ellas obtienen los algoritmos que digitan los contenidos que vemos, y de esa manera “nos conducen” por senderos delineados de antemano por cerebros artificiales para que consumamos mejor lo que sea: bienes comprables, horas de conectividad, imagenes determinadas, fake news, sexo, porno, búsquedas amorosas, o gatitos: leen a través de nuestras búsquedas nuestros estados de ánimo y de ese modo configuran lo que necesitamos, queremos, deseamos o soñamos con tener o conseguir. Sí, tan palpable en el día a día como aterrador. Por ejemplo, se relata cómo las redes logran distanciar a las personas del gran país del norte para que lejos de producir acercamiento entre los demócratas y los repúblicanos, en pos de una convivencia más amable y compasiva, lo que se acreciente sea la división, la segregación y el odio (me suena tristemente cercano y conocido). 
El arrepentimiento llega a tal extremo que la mayoría de estos genios no permiten que sus hijos usen las redes sociales. Vaya paradoja, si es que eso sucede realmente (me resulta muy fantasioso pensar que haya chicos que estén completamente fuera del uso de las redes sin que su sociabilización corra serios riesgos, generando la exclusión en los grupos de pares). 
Una madre, decidida a tener una cena tradicional en familia, hace que todos guarden sus celulares en una caja transparente que se cierra con un timer y solo se puede abrir al cabo del plazo convenido. Uno de los hijos se levanta violentamente de su lugar, rompe la caja, se lleva su teléfono y sube corriendo a encerrarse en su habitación, dejando la cena sin tocar en la mesa. Azoro total de esa madre. Otro hijo va a levantar del suelo su celular que en el golpe de la caja, cayó. Su pantalla se ha quebrado. Desolación para ese muchacho. Y ahora? La madre propone: “si pasas una semana sin usar el celular, te compro una pantalla nueva”. El chico acepta. Perdón!?!?!? Es como decirle “si te desintoxicás, cuando te repongas yo te daré una nueva dosis”. Extraña manera de intentar poner un límite a un goce tonto sin pérdida aparente. 
De este modo, se nos advierte que nos cuidemos, que nos protejamos de las redes, del uso de internet y de las pantallas, porque pueden dañar nuestra subjetividad y nuestra libertad de decisión. 
Bien, para sacar tus propias conclusiones tendrás que pasar alrededor de dos horas mirando Netflix en tus dispositivos favoritos, para luego conectarte por las webs respectivas con las fundaciones u ONGs éticas que nos quieren preservar del mal. 
Alguien, en un foro de discusión plantea si no habría pasado lo mismo con el surgimiento de la televisión. Recuerdo que en mi casa se la llamaba la caja boba o el chupete electrónico. Creo que es la pregunta de alguien que si bien no se puede dejar de lado que intente preservar el status quo, también hay que percibir que se dio cuenta de lo que sabemos gracias a Freud, Marx y Lacan principalmente: el circuito pulsional y su repetición, la recuperación de goce y su análoga, la de la producción de los bienes en la era inaugurada por el capitalismo. 
Y es en ese punto en el que, creo yo, el psicoanálisis lacaniano tiene mucho para decir y aportar. Mucho más y más seriamente que estos documentales de dudosas intenciones.  

viernes, 25 de septiembre de 2020

ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE WILLIAM FAULKNER. MIENTRAS AGONIZO, UNA NOVELA IMPERDIBLE!



Conecté con un libro que hacía años me esperaba, inquietante, en mi mesa de luz. El título no me ayudaba a acercarme. Resonaba a priori con cosas que había vivido hacía poco tiempo, tristes y demasiado próximas. Lo iba dejando, no sin la intuición de que algo grande me esperaba allí, quieto, paciente. 
Se trata de Mientras agonizo, de Faulkner. QUÉ NOVELA ENORME, aunque es corta. Me sorprendió, la gocé, me deslumbró. Me enseñó sobre la vida y sobre la escritura. Una mujer-madre está muriendo. Hacía años había decidido que su muerte iba a significar de diversos modos, su manera de vengarse de un marido al que no amaba pero que sí la amaba a ella; de los hijos que había tenido con él, y que odiaba; quizás, también, de su femineidad, de su cuerpo femenino abierto a la maternidad como un castigo. Está narrada con pericia, desparpajo, humor irónico y cierta distante resignación de los personajes, que asumen la voz narrativa alternándose.
 Faulkner escribió una obra de arte, que nos precipita, con el agobio propio del ambiente caribeño, en una forma sofisticada, sutil y turbia de la perversidad femenina. 

miércoles, 23 de septiembre de 2020

ANIVERSARIO DEL FALLECIMIENTO DE SIGMUND FREUD.

 


Freud fue y sigue siendo un acontecimiento. Trato de transmitirles a los alumnos la gigantesca hazaña que significó la irrupción de un deseo inédito, el suyo, y una elaboración que subvirtió el concepto de individuo racional de manera ineludible. La sexualidad infantil y lo infantil de la sexualidad, la determinación inconciente de los actos y los afectos humanos, los sueños, su ética y su funcionamiento poético, la pulsión de muerte, la complejidad y lo enigmático de la sexualidad femenina, la invención del objeto psicoanalista, son algunos de los conceptos que cambiaron para siempre el mundo. 

Con ocasión de recibir el Premio Goethe, en 1930, Freud cita al gran poeta, en su obra Fausto

De nuevo aparecéis, formas flotantes,

Como ya antaño ante mis turbios ojos.

Debo intentar ahora reteneros?


“Lo no sabido por los hombres,

O aquello en lo cual no repararon,

Vaga en la noche

Por el laberinto del pecho”.


Harold Bloom, en su maravilloso texto, Freud y lo sublime: una teoría catástrofe de la creatividad, publicado en la Revista Descartes N# 24/25 (publicación del Centro Descartes de Septiembre de 2015), dirá:

"(...) los textos fuertes vienen a ser fuertes porque consideran equívocos todos los textos precedentes. Más tiene Freud en común con Proust y Montaigne que con los científicos de la biología, porque sus interpretaciones de la vida y de la muerte son informadas siempre por textos, primero los textos literarios de otros, y después por los suyos propios de antes, hasta que al fin la mediación Sublime de la "otredad" empieza a ser desempeñada por su propia obra en preparación. (...) pero el canon de los escritos de Freud nos da la sensación, cada vez más inquietante, de que él mismo llegara a ser su propio precursor, y que se pusiera a defenderse contra sí mismo llegando así, intencionada y audazmente, a posiciones finales".
Encuentro en este texto sobre Freud, una potencia de deseo equivalente a la que llevó a su autor a escribir Shakespeare. La invención de lo humano. ¡Lo cual, al menos a mí, me dijo y dice mucho! Estamos aún y creo que lo estaremos por bastante tiempo más, delimitando las coordenadas de nuestra vida personal y en comunidad, a partir de las marcas que inscribiera en la historia de la humanidad, el acontecimiento Freud; desde la lucidez de pensamiento y un deseo nunca en reposo freudianos. 
Para conmemorar el aniversario de su nacimiento, elijo citarlo (me costó encontrar el párrafo en particular para esta ocasión):

"Por muy diversos motivos, me es ajeno el propósito de hacer una valoración de la cultura humana. (...) los juicios de valor de los seres humanos derivan enteramente de sus deseos de dicha, y por tanto son un ensayo de apoyar sus ilusiones mediante argumentos. (...) se me va el ánimo de presentarme ante mis prójimos como un profeta, y me someto a su reproche de que no sé aportarles ningún consuelo- pues eso es lo que en el fondo piden todos, el revolucionario más cerril con no menor pasión que el más cabal beato-. 
He aquí, a mi entender, la cuestión decisiva para el destino de la especie humana: si su desarrollo cultural logrará, y en caso afirmativo en qué medida, dominar la perturbación de la convivencia que proviene de la humana pulsión de agresión y de autoaniquilamiento. Nuestra época merece quizás un particular interés justamente en relación con esto. Hoy los seres humanos han llevado tan adelante su dominio sobre las fuerzas de la naturaleza que con su auxilio les resultará fácil exterminarse unos a otros, hasta el último hombre. Ellos lo saben; de ahí buena parte de la inquietud contemporánea, de su infelicidad, de su talante angustiado. Y ahora cabe esperar que el otro de los dos "poderes celestiales", el Eros eterno, haga un esfuerzo para afianzarse en la lucha contra su enemigo igualmente inmortal. ¿Pero quién puede prever el desenlace?". 

El malestar en la cultura. (1930[1929]). Página 140. Tomo XXI. Amorrortu Editores. Buenos Aires. 1986.

martes, 22 de septiembre de 2020

ROJO. FILM DE BENJAMÍN NAISHTAT. 2018. EL AGOBIANTE PODER DE LA NADA.


 En estos días vi en Netflix este film argentino. Por la estructura del mismo y por el desarrollo del hilo argumental es algo complejo de comentar, sin revelar mucho. Pero ahí vamos. 

Está situado en algún pueblo de alguna provincia argentina, a mediados de los ‘70. El film abre con una secuencia muy potente por su alcance alusivo: la facilidad con la que el ser humano puede transformarse en un ser caroñero, carente de moral y de la más mínima ética. Esta escena también adelanta uno de los logros mayores del film, a mi entender, el sonido: una dimensión paralela que se anuda no a las palabras de los protagonistas sino a lo que jamás se dice, ni se alude. 
Darío Grandinetti es un abogado que mientras espera impaciente en un restaurant a su mujer, una descollante Andrea Frigerio, tiene un encuentro violento con un sujeto desconocido que lo increpa por ocupar una mesa sin consumir, mientras que él se ve obligado a esperar. Este episodio (casi un tópico de la narrativa local, quién no ha participado de una situación así en su vida?) cambiará su vida de manera determinante: no se transformará en un ser maléfico, inmoral o violento; se transformará en un pusilánime, un banal en el sentido que Hanna Arendt le diera al término. Recibirá de un amigo, un impecable Claudio Martínez Bel, una propuesta inaceptable desde varias perspectivas, que sin embargo aceptará, comenzando un derrotero atroz.
Estos episodios se proponen sobre el horizonte de la violencia y la oscuridad que se desatarán en nuestro país a partir de 1976, con la dictadura militar. Es sobre este aspecto donde encontré algunos cabos sueltos que determinan que si no se conoce la historia de aquellos años siniestros, la película vire hacia un caleidoscopio de cuestiones entre delirantes (el personaje del detective lo pondría en esta línea) e inconexas; el relato moderno de la arbitrariedad de los crímenes aleatorios. Asumo que la ambición del film iba bastante más allá. 
Dicho esto, la película me pareció muy bien hecha, igual que la edición, y muy bien dirigida. La fotografía y la reproducción de los detalles de época son asombrosos y como dije, el sonido es un punto fuerte.
En materia de actuaciones, lo dicho: maravillosos Andrea Frigerio (es la segunda película en la que me sorprende gratamente con su dúctil interpretación: sus caras de astío y aburrimiento no tienen parangón; por favor Andrea, no le hagas nada a tu cara, no permitas que ningún cirujano la deteriore) y Claudio Martínez Bel, cuyo personaje sí ronda con decisión el terreno de la canallada. Otras interpretaciones me resultaron menos verosímiles, inconsistentes.
Por último, el mayor logro de este film a mi entender, que como escritora me deslumbró e imagino un efecto parecido sobre guionistas: la capacidad de agobio de lo que resta al decir. Y digo resta en lugar de lo no dicho o lo que se silencia, porque casualmente experimenté que no había registro subjetivo en los principales protagonistas de la dimensión de lo que se calla, que esa era una dimensión suprimida: más allá de palabras expresadas, vacuas y  dichas con mezquindad, pareciera no haber nada. Y es esa nada alrededor de la que se configura la trama, la que crece dentro del espectador como una presencia amenazante y siniestra. Una maravilla, un grandísimo logro de escritura que vuelve muy valioso a este film. 





lunes, 21 de septiembre de 2020

ADELANTO DE LA PRÓXIMA LECTURA! (Con fecha aún a confirmar) DE LA INMORTALIDAD DE LOS LIBROS

 

Tuve una tía abuela que tocaba el piano y el violín. Trabajó cuarenta años en la Librería Sarmiento, famosa en su época. Entre sus clientes habituales, recuerdo sus relatos, estaban Borges, que la llamaba Elenita, y Bioy.

Imagino que su variada y nada erudita biblioteca fue poblándose con volúmenes que adquirió allí, o que el dueño le regalara. Ella era su mano derecha, su persona de confianza. 

De chica, cuando iba a su pequeño y modesto departamento, me gustaba mucho sentarme en un silloncito naranja que tenía, y vagar entre sus libros. No creo, sin embargo, haber leído nunca alguno de ellos. Sí lo hizo mi madre, de chica. 

Ella falleció hace ocho años, con más de noventa. Entonces decidí, habiéndome transformado ya en escritora, que me quedaría con sus libros; no fue difícil lograrlo ya que nadie más en la familia reclamaba ese modesto tesoro. Así me hice de una edición del Quijote encuadernada en tapas de cuero trabajado, con mapas de los recorridos del Caballero de la triste figura, y con ilustraciones. También encontré este libro, del que les muestro la contraportada en la foto y su fecha de publicación, para despertarles el deseo y la curiosidad.

No Lo he leído aún... ninguno de sus tomos. Planeo hacerlo con ustedes, en alguna de estas noches tibias que la primavera empieza a regalarnos. 

Sólo les adelanto que la edición y el volumen están dedicados a Stéphane Mallarmé, a Paul Valery y al señor Bergeret. 

Nada mal no? 

PRONTO!!!

domingo, 20 de septiembre de 2020

NO ES UN RÍO. DE SELVA ALMADA. UN DECIR EN LA FRONTERA ENTRE LA POESÍA Y LA ALEGORÍA,

No es un río es una novela de amores y pasiones. Hay personajes, sí, pero los apasionados amantes son la tierra y ese río que traga, barre, inunda, arrastra a los que los profanan, a los que no los respetan. Aquellos que asumen que pueden disponer de todo lo sagrado que los habita, vivirán bajo amenaza. Entonces el sentimiento oceánico de lo divino no será para los hombres, cuyas vidas valdrán lo que las de los insectos. 
Una historia de amistad, de esas que no vencen con el paso del tiempo ni con las desgracias y adversidades de la vida, se entrelaza con la presencia perpetua del río: en una paradoja filosófica, Selva hermana a Heráclito y a Parménides, logrando que ese río sea siempre el mismo, siendo siempre otro. 
No es un río es una novela compleja a pesar de su brevedad; en su estructura hay saltos temporales, los personajes aparecen y desaparecen sin mucha explicación del narrador, que nos cuenta esa tierra con un gran lirismo sensual; que nos pinta a los personajes con crudeza animal y un decir peculiar, que parece brotar de la misma geografía.
A la vez que es un deleite recorrer sus páginas de diálogos secos y austeros , donde no hay lugar para el humor, es un desafío que como lectora agradecí, porque requiere atención máxima e inteligencia. 
No es un río me evocó Los pasos perdidos de Carpentier, con esa fascinación que anuda belleza con peligro en una tierra que derrocha recursos para protegerse del abuso y la explotación del ser humano. Una tierra que merece ser preservada aún más que las vidas humanas. 

Selva Almada escribió una novela para más de una lectura porque en el primer acercamiento a ella, somos llevados por el ritmo vertiginoso de la trama, que como el río, avanza, generando la sensación de que habrá que volver a recorrerla para captar los zumbidos que no percibimos, los olores y aromas que no sentimos, los dolores y momentos efímeros de belleza indescriptible que no experimentamos. 
 

viernes, 18 de septiembre de 2020

JOKER. LA OSCURA PROFECÍA A LA VUELTA DE LA ESQUINA.

 

JOKER. LA OSCURA PROFECÍA A LA VUELTA DE LA ESQUINA. 






JOKER de TODD PHILLIPS.

Hoy vi Joker. Pasaron algunas horas, pero todavía no me la saco del cuerpo. QUÉ PELÍCULA ENORME Y PERFECTA!
A los cardíacos les aviso, no da respiro. Empieza allá arriba, muy arriba. Un upper cut de derecha a la mandíbula. Estás por ver algo impactante: un plano de Joaquín Phoenix que aterra, desconcierta, inquieta. No se mucho de cine. Lo veo y lo disfruto. Tengo mucha sensibilidad estética. Por lo que me autorizo a decir que NO TENGO MEMORIA DE UNA ESCENA DEL MISMO CALIBRE EN NINGUNA OTRA PELÍCULA. ¡¡¡¡D E S C O M U N A L!!!! Me hundí en la butaca, buceando en mí para esclarecer qué estaba sintiendo. No lo logré. Desde el comienzo la película va al cuerpo.
Ciudad Gótica está asfixiada de basura y de violencia. Y las personas se transformaron en seres carroñeros; quieren la porción de basura y de violencia que les corresponde. Y matan por conseguirlas. La enfermedad y la locura jugarán también su partida para ir llevando a JOKER por un camino sin retorno: el mundo está podrido, y apesta. Y él, bautizado Happy por una dudosa y calamitosa madre, tiene la misión de hacer reír, de provocar alegría en los demás. Pero la risa y la comicidad lo amenazan, no son recursos de los que él disponga a voluntad. Se presentan al modo de un fenómeno elemental, disruptivamente, exponiéndolo a todo tipo de atrocidades. Happy será rebautizado por un conductor de reality shows, encarnado por un genialRobert De Niro, Joker. Entonces empezará a "defenderse", sorprendido por la satisfacción que sus terribles actos le producen.
El odio, la violencia y la segregación están en cada esquina, por lo que alguien que no retrocede frente al acto, aunque ese acto sea aberrante y criminal, es endiosado y proclamado líder espontáneo por la masa de seres sojuzgados, atropellados, a quienes gran parte de la dignidad humana les fuera quitada. Todos somos payasos. Lo que conlleva la amenaza velada de que todos podemos ser Joker en potencia.
El final es una OBRA DE ARTE. MARAVILLOSO. ATROZ. PERFECTO. ES EL HUEVO DE LA SERPIENTE. JOKER se encarga de darse un lugar en el mundo. Se inventa, produce, provoca la existencia de su antagonista, imagino que saben de quién hablo.
Trato de no contar mucho, pero la pauta de lo gigantesca que es esta JOKER es que se trata de lo que en literatura se llama una narración en extrema res, sabemos de antemano de qué va la cosa, pero sin embargo, estamos expuestos, desnudos, despojados de los semblantes que nos hacen la vida vivible ante el cuadro dantesco que nos presenta el film, y no hay manera de que esa fuerza masiva no nos atropelle y arrastre. Es exponencial la dificultad que representa para un relato de este tipo, el hecho de mantener interesado al lector, en este caso, al espectador. Este film supera con creces la prueba y el desafío. La tensión y el interés no decaen en ningún momento; por el contrario, aumentan con el correr de los minutos.Esto en cuanto a lo argumental.
La estética del film es flawless dirían en inglés. En español diría que no puede ser más perfecta. Es el comic plasmado en un film con actores y locaciones inmejorables. Hay algo Baconiano en las imágenes, algo deformado, fuera de foco, puras presencias cromáticas a veces, horizontes desdibujados en los que se destaca la figura de Joker como una anomalía. Una máscara que no hace más que revelar el horror que intenta disimular. La máscara y el horror son una y la misma cosa.
No sé cómo lo habrán logrado pero hay escenas texturadas, como en 3D, un juego alucinado y perceptivo de objetos, de calles, de transeúntes, del metro, que meten al espectador en la escena, le hacen vivir el peligro, sentir la sangre, temer tanto o más que los involucrados en la misma.
La dirección es de una maestría tal que es increíble que el director sea el mismo que el de la saga ¡¡The hangover!! La cámara nos toma del cuello y nos sube a una montaña rusa infatigable que nos vapulea a diestra y siniestra.
La edición y el sonido son ¡breathtaking! Cortan la respiración.
La banda de sonido, qué decirles sin repetirme... sublime.
La fotografía es arte pictórico de alto vuelo; hay escenas indescriptibles. Espantosamente bellas en su horror.
Bueno, Joaquín Phoenix ahora. TREMENDO, INCONMENSURABLE, IRREPETIBLE, INVEROSÍMIL. Es un cuerpo expuesto al arrebato, al odio sin medida, a la mortificación, al abuso. Su rostro refleja de manera inaudita cada uno de los infortunios que marcaron y marcan el cuerpo de Joker. Podría escribir una pagina entera cargada de adjetivos elogiosos. Y ni aún así describiría lo que se siente al ver a Joaquín en la pantalla encarnando a Joker.
Estuve a punto de aplaudir, levantarme y gritar como una desquiciada cuando terminó. No podía creer lo que acababa de ver. JOKER es una epifanía oscura, es un vaticinio siniestro, es el horror vuelto belleza, es una profecía que, a la vuelta de la esquina, podría sorprendernos mañana mismo, sin atenuantes, sin salida.
UNA OBRA DE ARTE MAYÚSCULA. Escribo estas líneas, y como Joker, no se si reír o llorar.
Vayan, vayan ya a verla.

lunes, 14 de septiembre de 2020

ANIVERSARIO DEL FALLECIMIENTO DEL ENORME DANTE! LA DIOSA FORTUNA. ILUSTRACIONES DEL GENIAL WILLIAM BLAKE y DEL INCONMENSURABLE MIGUEL ÁNGEL.


En el Infierno del Dante, la diosa Fortuna.

 En este día en especial, siento que muchas veces escribir es como cabalgar sobre el lomo de la Fortuna (primera ilustración, del genio de W. Blake) hacia el Juicio Final (segunda ilustración, del genio de Miguel Ángel, en la Capilla Sixtina, Fresco sobre el Juicio Final).
De modo que elegí compartir con ustedes además de las ilustraciones, algo de la maravillosa y subyugante Divina Comedia del Dante. 

"Vuestro saber en su dominio falla: es diosa y, cual los otros,en sus dones juzga, otorga, persigue y avasalla".

Infierno, canto VII. (tomado del libro William Blake. La Divina Comedia de Dante, editorial Taschen.

Sí. Dante ubica a la Fortuna en el mismo Infierno. Es así. Y Blake, no duda en reforzar el concepto: ""The hole of a Shit-house. The Goddess Fortune is the devil´s servant, ready to kiss any one´s Arse". El agujero de un cagadero. La Diosa Fortuna sirve al diablo, dispuesta a besarle el culo a cualquiera". (del libro citado más arriba).

sábado, 12 de septiembre de 2020

A DOCE AÑOS DE SU PARTIDA (el mismo día que mi padre). DAVID FOSTER WALLACE


 

Esto es agua. Una joya de David Foster Wallace

Es largo, pero créanme, no le sobra ni una palabra. Lucidez desgarradora, hermosamente triste. Para leer, pensar, atesorar. 

Esto es agua

Están dos peces nadando uno junto al otro cuando se topan con un pez más viejo nadando en sentido contrario, quien los saluda y dice, “Buen día muchachos ¿Cómo está el agua?” Los dos peces siguen nadando hasta que después de un tiempo uno voltea hacia el otro y pregunta “¿Qué demonios es el agua?”
Este es un requerimiento estándar para los discursos en las ceremonias de graduación, el uso de una pequeña y didáctica historia. El cuento resulta ser uno de los métodos más ejemplificativos y menos tediosos del género, pero si creen que planeo presentarme aquí como el pez viejo y sabio que les va a explicar a ustedes, jóvenes peces, qué es el agua, por favor no lo hagan. No soy el pez viejo y sabio.
El punto de la historia de los peces es simplemente que las realidades más obvias e importantes son con frecuencia las más difíciles de ver y sobre las que es más difícil hablar. Enunciado como una frase, por supuesto, éste es sólo un lugar común como cualquier otro, pero el hecho es que en las trincheras del día a día de la existencia adulta, los lugares comunes pueden tener una importancia de vida o muerte, o por lo menos de ello me gustaría hablar en esta despejada y encantadora mañana.
Claro que el principal requisito para este tipo de discursos es que debo hablar sobre el significado del estudio de las ciencias sociales y humanidades, tratar de explicar por qué el título que están a punto de recibir tiene un valor humano real y no sólo un fin material. Hablemos entonces del cliché más generalizado en los discursos de graduación, que es que la formación en ciencias sociales y humanidades tiene como objetivo tanto proveerlos de conocimiento como enseñarles cómo pensar. Si ustedes son como yo cuando era estudiante, no debe gustarles escuchar este tipo de cosas, e incluso se sienten un poco ofendidos por la afirmación de que necesitan que alguien les enseñe cómo pensar, dado que el hecho de que hayan sido aceptados en una universidad tan buena como ésta parece probar que ya saben hacerlo. Sin embargo, vengo a plantear que el cliché no resulta ser para nada insultante, porque lo que verdaderamente importa para su educación –misma que se supone reciben en una escuela como ésta- no gira en torno a la capacidad para pensar sino en decidir sobre qué decidimos pensar.
Si su total libertad de pensamiento con respecto a las decisiones sobre qué pensar les parece demasiado obvia como para desperdiciar tiempo discutiéndola, les pediría que piensen sobre los peces y el agua, y que sólo por un par de minutos hagan un paréntesis en su escepticismo sobre el valor de lo totalmente obvio.
Aquí va otra pequeña y didáctica historia. Están dos hombres sentados juntos en un bar ubicado en una parte remota de Alaska. Uno de los hombres es religioso, el otro es ateo, y los dos discuten sobre la existencia de Dios con esa especial intensidad que viene después de la cuarta cerveza. Entonces el ateo dice: “Mira, no es que no tenga razones para no creer en Dios, no es que nunca haya experimentado el Creo-En-Dios-Y-Rezo y esas cosas. Justo el mes pasado me agarró una tormenta de nieve lejos de casa, estaba totalmente perdido y no podía ver nada, la temperatura era cincuenta grados bajo cero, entonces lo intenté: me arrodillé en la nieve e imploré ‘Oh, Dios, ¡si es que existes! Estoy perdido en la nieve y moriré si no me ayudas’”. El hombre religioso mira desconcertado al ateo y dice “Entonces debes creer ahora, después de todo aquí estás, vivo”. El ateo mueve la cabeza y dice: “No, hombre, lo único que pasó es que casualmente un par de esquimales pasaban por ahí y me mostraron el camino de regreso”.
Es fácil ver esta historia a través del cristal con el que normalmente se analizan este tipo de situaciones en cualquier carrera de ciencias sociales y humanidades: exactamente la misma experiencia puede significar dos cosas completamente diferentes para dos personas, considerando las diferentes creencias y patrones, y las diferentes formas de construir significados basados en la experiencia. Como priorizamos la tolerancia y la libertad de pensamiento, por supuesto que no vamos a querer afirmar que una interpretación es verdadera y la otra falsa o mala.
Lo cual está bien, excepto por el hecho de que nunca terminamos hablando sobre de dónde vienen estas creencias y patrones. Es decir, de dónde vienen dentro de estos dos hombres. Como si la orientación más básica de una persona, y el significado de su experiencia fueran de alguna manera inherentes a ella, como la altura o el número de zapato; o fueran automáticamente absorbidos de la cultura, como el lenguaje. Como si la forma de construir significados no fuera el resultado personal e intencional de una decisión consciente. Además, tenemos la cuestión de la arrogancia. El ateo está convencido de que el hecho de que los dos esquimales hayan pasado en ese momento no tuvo nada que ver con su rezo pidiendo ayuda. Cierto, también hay un montón de religiosos arrogantes y seguros de sus propias interpretaciones. Son probablemente más repulsivos que los ateos, y que, por lo menos, la mayoría de nosotros. Pero el problema de los dogmáticos religiosos es exactamente igual al del no-creyente de la historia: la certidumbre ciega, una mente cerrada que equivale a un aprisionamiento tan absoluto donde el mismo prisionero ignora que está encerrado.
El punto es que pienso que ésta es una parte de lo que el mantra de “enseñar cómo pensar” debe significar: ser un poco menos arrogantes, tener “consciencia crítica” sobre mí mismo y mis certidumbres…porque un buen porcentaje de las cosas que doy por dadas, resultan eventualmente diluidas e incorrectas. Yo he aprendido esto de la manera difícil, como seguramente ustedes también lo harán.
 Aquí va un ejemplo del carácter erróneo que hay en las cosas sobre las cuales tiendo a estar automáticamente seguro. Todo en mi inmediata experiencia sostiene mi profunda creencia de que yo soy el centro absoluto del universo, la más real, vívida e importante persona en la existencia. Raramente pensamos en este tipo de este egocentrismo natural por el hecho de que es socialmente repulsivo, pero en el fondo es básicamente el mismo en todos nosotros. Es nuestra configuración predeterminada, inherente a nosotros desde el nacimiento. Piensen en esto: no existe ninguna experiencia que hayan tenido en la cual ustedes no hayan sido el centro de la misma. El mundo como lo viven está ahí en frente a ustedes, o detrás, o a un lado, en frente, o en la televisión, o en su monitor, o en dónde sea. Los sentimientos o ideas de otras personas tienen que ser comunicadas a nosotros de alguna manera, pero las propias son inmediatas, urgentes, reales. Ya van entendiendo. Pero por favor no se preocupen que me esté preparando para predicar sobre la compasión o las también llamadas “virtudes”. Esto no se trata de virtud sino sobre decidir cambiar, o liberarse de alguna manera, de esa configuración predeterminada, la cual es: ser profunda y literalmente egocéntrico, y ver e interpretar todo a través del lente de sí mismo.
 Las personas que pueden ajustar su configuración predeterminada de esta manera son con frecuencia denominadas “bien equilibradas”[1], término que, sugiero, no es fortuito. Siguiendo la línea académica, una pregunta obvia sería qué tanto de este ajustarnos a nuestra configuración predeterminada involucra realmente conocimiento o intelecto. No es de extrañar que la respuesta sea: depende de qué tipo de conocimiento del que estemos hablando.
 Probablemente el aspecto más peligroso de la educación académica, por lo menos en mi caso, es que posibilita mi tendencia a sobre-intelectualizar las cosas, a perderme en el pensamiento abstracto en lugar de simplemente poner atención a lo que está pasando frente a mí. En lugar de poner atención a lo que está pasando dentro de mí. Como seguramente a estas alturas ya saben, es extremadamente difícil mantenerse alerta y concentrado en vez de quedarse hipnotizado por el constante monólogo que tiene lugar dentro de nuestra cabeza. Lo que todavía no saben son las implicaciones de esta lucha.
 A veinte años de haberme graduado, me he dado cuenta paulatinamente de estas implicaciones, y advertí que el cliché universitario de “enseñarte cómo pensar” era realmente la síntesis de una muy importante y profunda verdad. “Aprender a pensar” realmente significa aprender a ejercer cierto control sobre cómo y qué es lo que pensamos. Significa estar lo suficientemente conscientes para escoger a qué le ponemos atención y decidir cómo vamos a construir significados a través de la experiencia. Porque si ustedes no pueden o no quieren ejercer este tipo de decisiones en su vida adulta, estarán totalmente derrotados. Piensen en el viejo cliché de cómo la mente es un “excelente sirviente pero un pésimo amo”. Éste, como muchos otros clichés, tonto y banal en la superficie, en realidad expresa una gran y terrible verdad. No es coincidencia que la mayoría de los adultos que se suicidan con armas de fuego siempre se disparen a sí mismos en…la cabeza. Y la verdad es que la mayoría de estos suicidas estaban muertos mucho antes de jalarle al gatillo.
 Y esto es realmente, sin mentiras ni bromas, de lo que su educación debe tratarse: cómo evitar ir por tu confortable, próspera y respetable vida adulta, siendo un muerto, inconsciente, esclavo de tu cabeza y de tu configuración predeterminada, esa que te hace estar única, completa y totalmente solo día tras día. Esto puede sonar a una exageración o un sinsentido abstracto. Entonces hagámoslo concreto. El hecho es que ustedes recién graduados todavía no tienen idea de lo que “día tras día” realmente significa.
 Resulta que hay una buena parte de la vida adulta americana de la cual nadie habla en los discursos de graduación. Esa parte involucra aburrimiento, rutina y una bonita frustración. Los padres y las personas más grandes aquí entenderán perfectamente de lo que hablo. Por ejemplo, supongamos que este es un día normal en la vida adulta, se levantan en la mañana, se dirigen a su desafiante trabajo de oficina digno de un graduado, trabajan por nueve o diez horas, al final del día están cansados y muy estresados: todo lo que quieren es irse a su casa, prepararse una buena cena, tal vez despejarse un rato y dormirse temprano porque tienen que levantarse temprano al día siguiente a hacer lo mismo de nuevo.
 Pero de repente recuerdan que no hay comida en la casa –no han tenido tiempo suficiente para comprar comida esta semana a causa del desafiante trabajo- entonces al final del día tienen que subirse al automóvil y manejar hasta el supermercado. Es la hora que marca el fin de la jornada laboral y el tráfico es espantoso, entonces llegar a la tienda toma mucho más tiempo del que debería, y cuando finalmente llegan ahí, el supermercado está atiborrado de gente, porque por supuesto es la hora del día en que las demás personas que también tienen trabajo tratan de hacer cabida en su horario para ir de compras al supermercado, y la tienda está horrorosa y fosforescentemente iluminada, ambientada con espantoso pop corporativo o esa genérica música de fondo capaz de matar almas. Es el último lugar en el que quisieras estar pero no puedes entrar y salir inmediatamente. Tienes que deambular por los inmensos y saturados pasillos para encontrar las cosas que quieres, tienes que maniobrar con tu carrito entre todas las demás personas, que también están cansadas y tienen su propio carrito, y por supuesto están los viejos que se toman todo el tiempo del mundo, los que toman demasiado espacio, los niños hiperactivos, y tú tienes que poner la mandíbula dura y ser amable mientras les pides que te dejen pasar, hasta que por fin encuentras lo que buscabas, sólo que ahora no hay suficientes cajas abiertas a pesar de que la tienda está llena, entonces la fila para pagar es interminable. Lo cual es estúpido e irritante, pero no puedes desahogar tu ira con la frenética señora trabajando en la caja registradora, quien para ese entonces ya ha trabajado más horas de las que le tocan al día en un trabajo cuya rutina e insignificancia sobrepasan la imaginación de cualquiera de nosotros aquí en esta prestigiosa universidad…Pero bueno, finalmente llegas al frente de la fila y pagas por tu comida, y esperas tu cambio o a que una máquina apruebe tu tarjeta para después escuchar un “Que tenga un buen día” en una voz que suena como la muerte misma.
 Y después tienes que llevar tus feas y poco sólidas bolsas de plástico en tu carrito que tiene una de esas llantas locas que lo hacen moverse irremediablemente a la izquierda, todo mientras pasas por un estacionamiento sucio y lleno de gente, y tratas de subir las bolsas a tu automóvil de manera que nada se vaya a salir y rodar por la cajuela durante el camino, y luego tienes que manejar en medio de un lento y pesado tráfico para llegar a tu casa, etcétera, etcétera. Todos han pasado por esto, claro, pero todavía no ha sido parte de la rutina de ustedes, graduados, día tras semana, tras mes, tras año. Pero lo será, junto con otras rutinas no menos aburridas, tediosas y sin sentido. Excepto que ese no es el punto. El punto es que dentro de toda esta mierda frustrante entra el trabajo de escoger.
 Como el tráfico es lento, los pasillos atestados y la fila para pagar larga, si no hago una decisión consciente sobre qué pensar y a qué ponerle atención, estaré enojado y seré miserable cada vez que tenga que ir de compras al supermercado, porque mi configuración natural hace que en situaciones como estas todo gire en torno a mí, mi hambre, mi fatiga, mis ganas de irme a casa, y parecerá que todos los demás en el mundo están en mi camino, y a todo esto, ¿quién chingados son todas estas personas en mi camino? Y mira qué repulsivas lucen la mayoría de ellas y cómo parecen ovejas haciendo fila en la línea para pagar, o qué tan irritante y descortés es que las personas hablen así de fuerte por celular en medio de la fila, y, miren qué injusto es esto: he trabajado realmente duro todo el día, tengo hambre, estoy cansado y no puedo irme a mi casa por culpa de estas estúpidas y malditas personas. O, por supuesto, si estoy en una forma más socialmente consciente de mi configuración predeterminada, puedo pasar mi tiempo atorado en el tráfico estando enojado y disgustado con todas esas gigantes y estúpidas camionetas familiares, Hummers pick ups mientras gastan su derrochador y egoísta tanque de 150 litros, y puedo extenderme hablando de cómo las calcomanías religiosas o patrióticas parecen siempre estar pegadas en los vehículos más monstruosos manejados por los más feos, desconsiderados y agresivos conductores, quienes además suelen hablar por celular mientras tocan su claxon solo para ponerse seis estúpidos metros adelante en el tráfico, y puedo pensar en cómo los hijos de nuestros hijos van a odiarnos por haber desperdiciado todo el combustible del futuro y probablemente haber jodido el clima, y en cómo todos somos malcriados, estúpidos y egoístas, y cómo todo apesta, y así sucesivamente… Miren, si decido pensar así está bien, muchos de nosotros lo hacemos, excepto que ese pensamiento tiende a ser fácil y automático, no tiene que representar ninguna elección.
 Pensar de esta manera es mi configuración predeterminada. Es la forma automática e inconsciente con la que experimento lo aburrido y frustrante de la vida adulta, una vez que opero con la automática e inconsciente creencia de que soy el centro del mundo y que mis necesidades y sentimientos inmediatos son lo que deben de determinar las prioridades del mundo. La cosa es que obviamente hay diferentes maneras de pensar este tipo de situaciones.
 Hay mucho tráfico, todos estos vehículos están parados y estorbándome en el camino: no es imposible pensar que algunas de esas personas manejando camionetas familiares hayan estado en horribles accidentes automovilísticos en el pasado y ahora manejar para ellos se ha vuelto una experiencia tan traumática que su terapista no ha tenido más remedio que aconsejarles comprar una camioneta grande en la que se sientan suficientemente seguros al manejar; o que la Hummer que se acaba de meter en frente de mí está siendo manejada por un padre cuyo hijo está herido o enfermo en el asiento de copiloto, y está tratando de evadir el tráfico para llegar pronto al hospital, y que tiene una prisa más legítima que la mía. Realmente soy yo quien está atravesándose en su camino. O puedo escoger forzarme a considerar que muy probablemente las demás personas haciendo fila en el supermercado están tan aburridas y frustradas como yo, y que en lo general algunos de ellos tal vez tengan vidas mucho más difíciles, tediosas o dolorosas que la mía. Y así sucesivamente.
 De nuevo, por favor no piensen que les estoy dando un consejo moral, o que estoy diciendo que “tienen que” pensar de esta manera, o que alguien automáticamente espera ello de ustedes, porque es difícil, toma voluntad y esfuerzo, y si son como yo, algunos días no serán capaces de hacerlo, o no querrán hacerlo. Pero la mayoría de los días, si están lo suficientemente atentos como para decidir, pueden decidir ver diferente a la señora gorda con mal de ojo y demasiado maquillaje que acaba de gritarle a su hijo en la fila para pagar. Tal vez ella no siempre es así; tal vez lleva tres noches seguidas sosteniendo la mano de su marido quien está muriendo de cáncer, o tal vez esta misma señora es la empleada mal-pagada de oficina, que justo ayer, te ayudó a resolver un engorroso trámite ejerciendo un pequeño acto de bondad burocrática. Claro, ninguno de estos casos es probable, pero tampoco imposible. Depende de qué es lo que ustedes prefieran considerar.
Si están automáticamente seguros de saber qué es la realidad y quiénes y qué es importante –si quieren operar con su configuración predeterminada- entonces ustedes, como yo, probablemente no van a considerar ningún escenario que no sea fastidioso o sin sentido. Pero si realmente han aprendido cómo pensar, cómo poner atención, entonces sabrán que tienen más opciones. Estará en sus manos hacer de una situación lenta, infernal y estresante no sólo una experiencia significativa sino algo sagrado, un fuego con la misma fuerza que enciende las estrellas; compasión, amor, la subsuperficie de todas las cosas. Esta onda mística no necesariamente tiene que ser verdad: la única Verdad que lleva mayúsculas aquí es que ustedes tienen la capacidad de decidir cómo quieren ver las cosas. Esto, me parece, es la libertad de la educación verdadera, de aprender cómo estar “bien-equilibrados”: Ustedes pueden decidir conscientemente qué tiene importancia y qué no. Ustedes deciden qué es lo que van a adorar, porque aquí hay otra cosa que es verdad: en el día a día de la vida adulta no existe tal cosa como el ateísmo. No existe tal cosa como no adorar nada. Todo el mundo adora algo. La única elección está en qué decidimos adorar. Y una gran razón para decidir adorar a algún dios o algo parecido a un espíritu –llámese Jesucristo, Allah, Yavé, la Diosa Madre, Las Cuatro Nobles Verdades o una colección de principios infrangibles- es que prácticamente cualquier cosa que adores te comerá viva. Si adoran el dinero y las cosas –si eso es lo que consideran que tiene verdadera importancia en la vida- entonces nunca tendrán suficiente. Nunca van a sentir que tienen suficiente. Es la verdad. Adorar su propio cuerpo, belleza o encanto sexual siempre los hará sentirse feos, y cuando la edad se empiece a notar en ustedes, habrán muerto un millón de veces antes de que los entierren. Hasta cierto punto ya todos sabemos estas cosas –han sido codificadas como mitos, proverbios, clichés, trivialidades, epigramas, parábolas: el esqueleto de toda buena historia.
 El secreto está en mantener esta verdad en frente de nosotros diariamente. Si adoras el poder te sentirás débil y con miedo, y necesitarás más poder sobre otros para anestesiar el miedo. Si adoras tu intelecto, o ser considerado inteligente, terminarás sintiéndote estúpido, un fraude siempre a punto de ser descubierto. Y así sucesivamente. Miren, la cosa más insidiosa de estas formas de adoración no es que sean malignas o llenas de pecado; es que son inconscientes. Son configuraciones predeterminadas. Son el tipo de adoración que gradualmente nos atrapa, día a día, haciéndonos más selectivos en lo que vemos y en cómo medimos el valor de las cosas sin ni siquiera estar plenamente conscientes de que lo estamos haciendo. Y el llamado “mundo real” no te desanimará a operar con tu configuración predeterminada, porque el llamado “mundo real” de hombres, dinero y poder se lleva bastante bien con el combustible del miedo, desprecio, deseo, frustración y la adoración de sí mismo.
 Nuestra misma cultura contemporánea le ha puesto un arnés a estas fuerzas de modo que han cedido el paso a la riqueza, el confort y la libertad personal. La libertad para ser amos de nuestro pequeño reino, solos en el centro de toda creación. Este tipo de libertad suena muy atractiva. Pero por supuesto hay diferentes tipos de libertad, y del tipo más preciado de libertad no van a escuchar hablar mucho allá afuera en el mundo competitivo del ganar, conseguir y mostrar.
 El tipo de libertad más importante involucra atención, consciencia, disciplina, esfuerzo, y ser capaces de preocuparse realmente por las demás personas y sacrificarse por ellas, una y otra vez, realizando miles de pequeños, y nada sexys, actos, día tras día. Esa es la verdadera libertad. Eso es ser enseñado a cómo pensar. La alternativa es la inconsciencia, la configuración predeterminada, la “carrera de ratas” –la constante e insistente sensación de haber tenido y perdido algo infinito. Ya sé que todo esto probablemente no suena nada divertido, refrescante o inspirador como suelen hacerlo los discursos de las ceremonias de graduación. Lo que es, como lo veo hasta ahora, es la verdad, con un montón de basura retórica recortada. Obviamente pueden pensarlo cómo ustedes deseen. Pero por favor no lo vean como un sermón en donde la Dra. Laura[2] mueve el dedo índice como metrónomo y de forma acusadora.
 Nada de esto se trata de moral, religión, dogma o sofisticadas preguntas sobre la vida después de la muerte. La cuestión aquí, es la vida antes de la muerte. Es llegar hasta los treinta, o tal vez incluso los cincuenta, sin querer dispararse a sí mismo en la cabeza. Es sobre el verdadero valor de la educación, que no tiene que ver con calificaciones o títulos sino con la simple conciencia –conciencia de lo que es real y esencial, tan escondido a simple vista alrededor de nosotros, que tenemos que recordarnos a nosotros mismos una y otra vez:
“Esto es agua.”
“Esto es agua.”
“Estos esquimales pueden ser mucho más de lo que parecen.”
Es inimaginablemente difícil hacer esto –vivir de manera consciente, adulta, día tras día. Lo que significa que una vez más el cliché es cierto: su educación realmente es el trabajo de una vida, y comienza ahora.
 Les deseo mucho más que suerte.

viernes, 11 de septiembre de 2020

EL AMOR Y LAS MUJERES. De GERMÁN GARCÍA. REVISTA ABC. N# 4. SEXUALIDAD. DERIVAS Y DEBATES.




En el artículo de Germán García El amor y las mujeres, que publica el Colegio Estudios Analíticos en Sexualidad. Derivas y debates, cuarto número de su revista ABC La cultura del psicoanálisis, el autor hace mención de un cuadro de Bramantino (el de la foto inferior), evocado en 1980 por Lacan, que fuera tapa de la revista Sinthoma en su primer número, editado en Barcelona en 
 1981. Destaca lo inquietante de la posición simétrica de los cuerpos del hombre y la rana, ambos boca arriba, que le hará decir a Lacan que la pintura está “bien hecha para dar fe de la nostalgia de que una mujer no sea una rana”. Se refiere entonces a que Lacan seguramente no ignoraba el libro de Lévi-Strauss, Mitológicas III (El origen de las maneras en la mesa), y en particular el capítulo llamado “Cuando se es señorita”.

Lo citará: “ (...) la segunda sigue en la indistinción y el caos” (se refiere a la mujer animal). Continúa: “ Que esta mujer imposible de educar sea una rana, no es cosa que sorprenda, (...) El tránsito de la naturaleza a la cultura exige que el organismo femenino se vuelva periódico, pues el orden social tanto como el cósmico quedarían comprometidos por un régimen anárquico, bajo cuyo imperio no se sustentarían mutuamente la alternación regular del día y de la noche, las fases de la luna, las indisposiciones femeninas, la duración fija del embarazo y el curso de las estaciones. (...) Así, es preciso que las mujeres estén sometidas a reglas”. 



miércoles, 9 de septiembre de 2020

viernes, 4 de septiembre de 2020

UN- NATURAL SELECTION. SELECCIÓN NO NATURAL (O ANTI NATURAL). DOCUMENTAL DE NETFLIX. ¡NO SÉ QUÉ TÍTULO PONERLE A LA ENTRADA, PARTE II!

Vi esta serie de Netflix, en episodios. Pocos, por eso la vi. 
Por segunda vez, como con Human nature, me quedé sin palabras. Pero un poco peor. El primer documental me había dejado la impresión y la inquietud de lo que se venía, como una especie de futuro a mediano plazo. Bueno, UN- NATURAL SELECTION dobló la impresión y la inquietud, y borró la idea de futuro, para imprimirle la desolación sobre lo que YA ESTÁ PASANDO. 

"Tratamientos experimentales" sobre seres humanos: experimentos de "científicos locos" con sustancias que no han sido testeadas ni siquiera en animales pequeños, SE APLICAN YA a personas desesperadas, y se lo transmite en vivo por las redes. 
Ingeniería genética con animales que puede producir, por ejemplo, ratas fosforescentes. ¡Sí! Aunque no lo crean: intervinieron los genes de las ratas, con material genético de.... Adivinen: ¡¡luciérnagas!! 
Promesas mentirosas a enfermos con HIV, que se venden por internet sin control. 
¡Centros médicos en Ucrania que "producen" bebés a pedido, con material genético de tres o más personas!
Algunos científicos "humanos y democráticos", con el mismo cuidado e higiene con el que podrían prepararse un jugo de naranja una mañana con resaca, producen KITS de EDITING GENES (Edición genética ¡Hágalo usted mismo!) que comercializan por internet, a módicos costos, para que la ingeniería genética sea "accesible a todos" y no sólo a los adinerados (un tratamiento experimental para curar enfermedades degenerativas puede alcanzar el costo módico de varios millones de dólares). 
Y muchas más atrocidades, que la ciencia trata y tratará de naturalizar. 
Los personajes existen, algunos rostros y testimonios del documental que comenté con anterioridad se repiten y dicen lo mismo, y los muertos murieron de verdad. 

Terminé de verlo y lo primero que sentí fueron ganas incontrolables de abrazar a mi hija.