domingo, 11 de octubre de 2015
Hermosa locura
Hay situaciones de las que no se vuelve, y si se lo intenta no hace bien. Tratar de hacer como que no pasaron, no se dijeron, o no se omitieron, se vuelve sintomàtico. Hay que asumir, y dejar ir... La vida y la literatura no son unidireccionales; mas bien todo lo contrario: multidireccionales y sobredeterminadas.
La literatura es no-toda (la expresiòn no-toda es de Lacan, pero yo la uso).
Para prueba hacer este ejercicio: ir a cualquier librerìa. Mirar la cantidad de libros en existencia que hay. Pensar cuàntas màs hay en esa ciudad, pensar cuàntas màs hay en la provincia, en el paìs, en el continente, en el mundo. En otras lenguas. En las bibliotecas privadas de cada uno y en las pùblicas.
El libro debe ser el objeto màs numeroso que existe.
No es un campo que pueda aspirar a la completud. Nadie tiene la ùltima palabra, ni la mejor, ni escribiò el ùltimo libro. Nadie es el amo del lenguaje, ni el dueño del estilo, ni de la verdad.
A determinada edad, eso se vuelve una constataciòn diaria.
Si alguien invirtiò horas de su vida y de su vista (no es un detalle menor èste) leyendo algo que escribì, (porque escribir me arma un tejido que me sostiene cuando nada me sostiene, aunque el lector no lo sepa) existiendo en el mundo, por nombrar algunos, Homero, Cervantes, Shakespeare, Montaigne, Valery, Dante, Sarmiento, Borges, Arlt, Piglia, G. Garcìa, Storni, Heker, Schweblin, Cortàzar, Conrad, Carver, Houellebecq, Capote, Lispector, Kawabata, Oè, Garcìa Màrquez, F. O`Connor, Joyce, Wilde, Beckett, Macedonio, Sor Juana, E. Dickinson, etc, etc, etc (sucesiòn infinita que nunca conforma una lista cerrada) me pongo feliz y agradecida, porque es una hermosa locura que lo haya hecho.
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