Fue una marcha multitudinaria. Heterogénea, transversal, no partidista aunque profundamente política, que convocó a muchas generaciones, a profesionales de distintas instituciones y de distintas carreras.
No vi más que alegría. Y mucha argentinidad.
Dicen que fuimos 800.000 personas en la ciudad de Buenos Aires. Y varios cientos de miles más en muchísimas ciudades del país.
Pensé y sentí que éramos muchos más, porque por ejemplo, conmigo estaba mi abuelo Ricardo, y mi viejo, y mi mamá que quería ir en auto, porque no puede asistir a manifestaciones multitudinarias como la de hoy. Y mi hija, que fue al Lenguas Vivas y hasta hoy lo agradece! Hasta estuvo su padre...
En espíritu había muchos más. Que madrugaron durante años, para viajar por horas, llegar a las clases a horas inverosímiles, que se recibieron trabajando y porque la facultad era gratuita. En mi caso, por un día mi madre no me parió en un examen en Ciencias Económicas!
Tengo al Pellegrini y a la UBA en la sangre... y sí. No puedo ni quiero evitarlo. Por eso hoy viví una fiesta que me devolvió la alegría luego de meses de sombría tristeza. Porque no vi ni sentí grieta alguna.
Por los que ya estudiamos, por los que están estudiando ahora, por los que estudiarán en un futuro cercano, como los niños de las fotos. Ella bailaba con un deleite que la foto no refleja, claro. Sostenida en su carrito y bajo la mirada cuidadosa de la mamá.
GRACIAS A LA EDUCACIÓN PÚBLICA.
GRACIAS A NUESTRA MARAVILLOSA JUVENTUD QUE HOY EXPLOTÓ TRENES, SUBTES, CALLES Y CORAZONES.
GRACIAS ARGENTINA QUERIDA.
TE DEBO LO MEJOR QUE PUEDA HABER EN MÍ.
LEONOR, 23/4/24