Es un deleite recorrer con atención, las páginas de este ineludible libro de É. Laurent, que echa luz, con un decir que se anuda a lo poético, sobre complejos desarrollos del Lacan de Radiofonía y del que lee a Joyce, para la conceptualización del sinthome.
No lo termino aún, pero quiero compartir con ustedes hoy, dos citas en referencia al cuerpo, no ya como superficie de inscripción, mortificado por el significante, sino como cuerpo traumatizado por el goce, en relación con la escritura, y no con el sentido.
“ El goce se experimenta, “eso se siente”. Y tras esta prueba por el goce, se producen efectos de saber propios de los efectos significantes sobre el cuerpo. El saber inconsciente abrirá la vía a la demostración de lo qué hay que entender como efectos de saber. Lacan invierte el sentido de la certeza surgida del cogito cartesiano. Para Descartes, lo que se siente es el pensamiento; a partir de ahí, mediante una demostración (ergo), se produce la certeza del ser. Para Lacan, lo que se experimenta es el goce, a partir del hecho de que él lo tiene. De este cuerpo marcado por los acontecimientos de goce, por los traumas de lalengua, vendrán luego efectos inconscientes de sentido, que Lacan aborda como efectos de saber. Es otro tipo de demostración, un ergo mediante el goce”.
“(...) "Solo de aquellas [carnes] que el signo marca al negativizarlas, se elevan, desde este cuerpo del que se separan, las nubes, aguas superiores, de su goce, cargadas de rayos que distribuyen cuerpo y carne". Son las mismas que estaban ya en el esquema de Saussure, y que ahora aparecen - en esta muy bella frase de Lituratierra, poética, intensa y que siempre sobrecoge al lector- en un lugar muy distinto, desde donde erosionarán la superficie de las llanuras de Siberia, metáfora del cuerpo traumatizando”.
miércoles, 29 de enero de 2020
domingo, 26 de enero de 2020
LO QUE TRAE LA NIEBLA. DE MARCELO RUBIO. LA REDENCIÓN DE LOS VENCIDOS.
Los que leen el blog saben que esta es mi casa. Que suelo comentar aquello que me gusta, conmueve o emociona.
De modo que si un libro está en mi blog, es porque es parte de mi universo.
Felicidad plena fue leer esta novela de Marcelo Rubio. Desde la belleza del título, convocó una expectativa que no se vio defraudada en mi caso, sino todo lo contrario.
Hay algo que, luego de leer dos de sus novela (ojalá haya escrito y escriba más) comienza a perfilarse como un rasgo que encuentro en su escritura (sin que Rubio tenga nada que ver en ello, es puro invento mío): el gusto por lo inesperado, por lo que descoloca, por aquello familiar que se torna inquietante, a un paso de ser siniestro. Sin embargo, lo siniestro no asoma en su literatura; es insinuado, es aludido, pero permanece como amenaza. Es un margen que solo un gran talento narrativo permite transitar.
Encuentro, a decir verdad, otro rasgo en la literatura de Marcelo: el gusto por los vencidos, sean personas o pueblos enteros. Las historias que inventa los involucran, pero gracias a la literatura en la que nacen y viven, son redimidos, son salvados. Son seres que pudiendo resultar extraviados (lo cito “ Cuando perdemos el rumbo, lo único que nos ata a la tierra es lo cotidiano, esa abulia de la que tratamos de huir hasta que se nos vuelve indispensable”), terminan recuperados por el arte de la palabra, cuando éste conecta íntimamente con la experiencia humana del existir, con los diversos modos del amor.
Le dije un día a Marcelo, El Cristo roto es como Los adioses de Onetti pero al revés! Es decir, en Los adioses un tipo llega a un pueblo que lo reconoce como intruso y da lugar a toda una serie de historias paralelas que van tejiéndose a su alrededor, con buena dosis de imaginación y maledicencia.
En este caso, un tipo llega a un pueblo con una tarea a realizar, y todo lo que lo rodeará (los que lo habitan, los fenómenos naturales, El Paso del tiempo (grrrrrr el maldito auto Corrector! Sin mayúsculas por favor), el deseo, el amor, todo encarna un enigma, muestra lo extraño, lo descolocado. Se preguntarán a estas alturas, cómo se resuelve una trama que se teje con estas características.
Primero: con diálogos inteligentísimos, orgánicos, maravillosos, tiernos, divertidos (y no es nada fácil hacer eso, les cuento), con personajes que toman cuerpo más por sus palabras y sus silencios que por las descripciones, pero por encima de todo, con un enorme talento que logra, con bella poesía, cambiar el rumbo de los hechos y crear un final que emociona, tooooodoo esooooo en apenas una página!!
Lean a Marcelo Rubio. Me lo van a agradecer.
Gracias Marcelo, por Lo que trae la niebla.
De modo que si un libro está en mi blog, es porque es parte de mi universo.
Felicidad plena fue leer esta novela de Marcelo Rubio. Desde la belleza del título, convocó una expectativa que no se vio defraudada en mi caso, sino todo lo contrario.
Hay algo que, luego de leer dos de sus novela (ojalá haya escrito y escriba más) comienza a perfilarse como un rasgo que encuentro en su escritura (sin que Rubio tenga nada que ver en ello, es puro invento mío): el gusto por lo inesperado, por lo que descoloca, por aquello familiar que se torna inquietante, a un paso de ser siniestro. Sin embargo, lo siniestro no asoma en su literatura; es insinuado, es aludido, pero permanece como amenaza. Es un margen que solo un gran talento narrativo permite transitar.
Encuentro, a decir verdad, otro rasgo en la literatura de Marcelo: el gusto por los vencidos, sean personas o pueblos enteros. Las historias que inventa los involucran, pero gracias a la literatura en la que nacen y viven, son redimidos, son salvados. Son seres que pudiendo resultar extraviados (lo cito “ Cuando perdemos el rumbo, lo único que nos ata a la tierra es lo cotidiano, esa abulia de la que tratamos de huir hasta que se nos vuelve indispensable”), terminan recuperados por el arte de la palabra, cuando éste conecta íntimamente con la experiencia humana del existir, con los diversos modos del amor.
Le dije un día a Marcelo, El Cristo roto es como Los adioses de Onetti pero al revés! Es decir, en Los adioses un tipo llega a un pueblo que lo reconoce como intruso y da lugar a toda una serie de historias paralelas que van tejiéndose a su alrededor, con buena dosis de imaginación y maledicencia.
En este caso, un tipo llega a un pueblo con una tarea a realizar, y todo lo que lo rodeará (los que lo habitan, los fenómenos naturales, El Paso del tiempo (grrrrrr el maldito auto Corrector! Sin mayúsculas por favor), el deseo, el amor, todo encarna un enigma, muestra lo extraño, lo descolocado. Se preguntarán a estas alturas, cómo se resuelve una trama que se teje con estas características.
Primero: con diálogos inteligentísimos, orgánicos, maravillosos, tiernos, divertidos (y no es nada fácil hacer eso, les cuento), con personajes que toman cuerpo más por sus palabras y sus silencios que por las descripciones, pero por encima de todo, con un enorme talento que logra, con bella poesía, cambiar el rumbo de los hechos y crear un final que emociona, tooooodoo esooooo en apenas una página!!
Lean a Marcelo Rubio. Me lo van a agradecer.
Gracias Marcelo, por Lo que trae la niebla.
viernes, 24 de enero de 2020
HOTARU. DE MARTÍN SANCIA KAWAMICHI. LA SOMBRÍA Y VIOLENTA LUZ DE LAS LUCIÉRNAGAS.
“(...) Y lo primero que Maeko hizo cuando despertó fue quitarse del ojo izquierdo una lágrima helada, diminuta, que acababa de soñar”. De HOTARU.
Terminé ayer HOTARU. La leí sin parar. Es algo que me produce la literatura de Martín. Me resulta adrenalínica, emocionante, inquietante, excelsa, sorprendente.
En este caso, se trata de una historia de amor trágica, condenada, se la mire por donde se la mire. Que tiene de telón de fondo otra historia de amor, romántica, apacible, hermosa. Ambos amores se entretejerán en una localidad bonaerense sin trascendencia, y se situarán imprevista y dramáticamente en la ARGENTINA sangrienta y violenta de los setenta. La historia está hilvanada con maestría, en formas breves, y el final, que se desencadena de manera casi natural, esperable, nos depara un plus atroz , escrito con el manejo poco común del timing, lo que subyace tácito, y belleza poética.
Imaginé, de manera inducida por las lecturas, que Martín debe detentar el uso del pensamiento lateral, que le permite giros, cambios de orientación en la trama, tan bruscos como legítimos y verosímiles. Trato de encontrarle una respuesta a la pregunta que me genera su literatura: a ese arte que encuentro en sus novelas, que resuena con lo mejor de la sensualidad y el erotismo de la literatura japonesa, no sin la violencia propia que tanta estetización vela; pero escrito, pensado y plasmado en una escritura que me resulta tan novedosa, que emula a ese monumento de la narrativa japonesa, datada hace más de mil años, y escrita por una mujer, Murasaki Shikibu: La historia de Genji.
Me repito: si aman las buenas historias, la poesía y la literatura, lean a Martín.
Terminé ayer HOTARU. La leí sin parar. Es algo que me produce la literatura de Martín. Me resulta adrenalínica, emocionante, inquietante, excelsa, sorprendente.
En este caso, se trata de una historia de amor trágica, condenada, se la mire por donde se la mire. Que tiene de telón de fondo otra historia de amor, romántica, apacible, hermosa. Ambos amores se entretejerán en una localidad bonaerense sin trascendencia, y se situarán imprevista y dramáticamente en la ARGENTINA sangrienta y violenta de los setenta. La historia está hilvanada con maestría, en formas breves, y el final, que se desencadena de manera casi natural, esperable, nos depara un plus atroz , escrito con el manejo poco común del timing, lo que subyace tácito, y belleza poética.
Imaginé, de manera inducida por las lecturas, que Martín debe detentar el uso del pensamiento lateral, que le permite giros, cambios de orientación en la trama, tan bruscos como legítimos y verosímiles. Trato de encontrarle una respuesta a la pregunta que me genera su literatura: a ese arte que encuentro en sus novelas, que resuena con lo mejor de la sensualidad y el erotismo de la literatura japonesa, no sin la violencia propia que tanta estetización vela; pero escrito, pensado y plasmado en una escritura que me resulta tan novedosa, que emula a ese monumento de la narrativa japonesa, datada hace más de mil años, y escrita por una mujer, Murasaki Shikibu: La historia de Genji.
Me repito: si aman las buenas historias, la poesía y la literatura, lean a Martín.
lunes, 20 de enero de 2020
EL CRISTO ROTO. DE MARCELO RUBIO. LA TRAMA DE LO INCONFESABLE QUE HABITA LOS MILAGROS.
"Lo bueno, si breve, dos veces bueno", dice el aforismo de B. Gracián, que le va como "arandela" al dedo a la novela de Marcelo Rubio.
En 71 páginas, el autor hace maravillas: nos lleva a un pueblo, al borde de perecer de aislamiento y aburrimiento, ávido de un milagro; nos involucra con presencias descriptas con maestría, en pocas y contundentes palabras, que se nos meten en la piel; genera intriga y misterio sobre un milagro que advendrá, en cuyo corazón anida algo inconfesable; y hace que el protagonista, Carlos, un restaurador de esculturas e imágenes, nos tome de la mano y nos haga transitar con él lo enigmático, lo absurdo, lo inconsistente.
En el tejido de esa trama, brota como un manantial, el decir poético, que complejiza y llena de belleza las descripciones de la acción, los lugares y los personajes, en un balance perfecto que extrae el néctar de un pueblo y varias vidas, que amenazan con secarse, con perecer de una vez y para siempre. Los objetos y el mundo natural se "humanizan", nacen, respiran, viven, en medio del tiempo moroso que parece cómplice de la extinción que amenaza todo. Y, sin embargo... algo indecible, inconfensable, atrae al protagonista sin que éste pueda explicárselo.
El Cristo roto es un viaje, una aventura que vale la pena experimentar, en tanto sus diálogos inteligentes, llenos de picardía y humor crean un mundo que aunque pequeño, toca la inmensidad, vibra en sintonía con lo auténtico y verdadero.
En 71 páginas, el autor hace maravillas: nos lleva a un pueblo, al borde de perecer de aislamiento y aburrimiento, ávido de un milagro; nos involucra con presencias descriptas con maestría, en pocas y contundentes palabras, que se nos meten en la piel; genera intriga y misterio sobre un milagro que advendrá, en cuyo corazón anida algo inconfesable; y hace que el protagonista, Carlos, un restaurador de esculturas e imágenes, nos tome de la mano y nos haga transitar con él lo enigmático, lo absurdo, lo inconsistente.
En el tejido de esa trama, brota como un manantial, el decir poético, que complejiza y llena de belleza las descripciones de la acción, los lugares y los personajes, en un balance perfecto que extrae el néctar de un pueblo y varias vidas, que amenazan con secarse, con perecer de una vez y para siempre. Los objetos y el mundo natural se "humanizan", nacen, respiran, viven, en medio del tiempo moroso que parece cómplice de la extinción que amenaza todo. Y, sin embargo... algo indecible, inconfensable, atrae al protagonista sin que éste pueda explicárselo.
El Cristo roto es un viaje, una aventura que vale la pena experimentar, en tanto sus diálogos inteligentes, llenos de picardía y humor crean un mundo que aunque pequeño, toca la inmensidad, vibra en sintonía con lo auténtico y verdadero.
domingo, 19 de enero de 2020
MARCELO RUBIO LEYÓ CRIATURAS DE ARENA Y ESCRIBIÓ ESTAS LÍNEAS. ¡GRACIAS MARCELO!
La novela abre puertas desde el inicio, marca senderos por donde andar y un ritmo constante.
Lo primero que encontramos es la imprecisión temporal y espacial; eso, a mi entender, es un gran mérito de la autora.
Luego viene el cruce de historias, y con ellas, de sentimientos. Asistimos a personajes masculinos fuertes, pero atención, las cartas fuertes están jugadas por las mujeres; las decisiones finales de ellas tuercen y dan sentido a la historia. Sin anticipar nada de la obra, hay que centrarse en las idas y vueltas de las vidas, y en lo importante que terminan siendo las detenciones.
Es una novela que tiene que ver con el amar, con el querer y no ser respondido; con la amistad y la hermandad. Pero también trata sobre la traición, sobre la muerte, sobre no ser.
Criaturas de arena tiene un lenguaje trabajado con prolijidad, con paciencia. Hay lugar para la poesía (los capítulos abren con bellas poesías que, me animo, alguna podría ser musicalizada).
Si pudiese dialogar con la autora, preguntaría cómo fue creciendo y armando el cruce de historias. También aprovecharía para hablar sobre las historias espejo, si es que yo las veo y no son así.
La muerte es un fantasma que recorre Criaturas. Voy a destacar algunas frases (por cierto, hago claro aviso que dejo de lado aquella que todo el mundo va a reconocer como genial): "Después dejaron que al animal se le destiñera la vida" (aquí la prosa y poesía se funden); "La hicieron deshijarse" dice Leonor en una parte de la novela donde se habla de un aborto; "El cuchillo tajea mi piel como el paso del tiempo" y aquí, tal vez errado, es para mi una de las claves de esta novela. El tiempo, el paso de la vida, eso que va sucediendo mientras pensamos qué hacer mañana o pasado. Allí radica, allí germina, la novela.
Entre tristezas, entre erotismo, entre juegos de aromas, Criaturas de arena es una lectura que se vuelve necesaria para aquellos que disfruten de la literatura.
EL MAL DE LA MUERTE. DE MARGUERITE DURAS. EL AMOR COMO MALDICIÓN DE LA MUERTE.
En esta historia, un hombre muerto en vida, contrata a una mujer por algunas noches, aspirando a alcanzar el misterio de aquello nunca experimentado, que lo ha dejado intocado, estéril: el misterio del amor, que ha gravitado en su vida, según palabras de ella, como "esa función mortal de la falta de amar".
"Ella le pide que se lo diga claramente. Usted se lo dice: No amo.
Ella dice: ¿Nunca?
Usted dice: Nunca
Ella dice: El deseo de estar a punto de matar a un amante, de guardarlo para usted, para usted solo, de poseerlo, de robarlo contra todas las leyes, contra todos los imperios de la moral, ¿no lo conoce, no lo ha conocido nunca?
Usted dice: Nunca.
Ella le mira, repite: Es raro un muerto.
(...)
Ella entonces le dice:
"Usted pregunta cómo podría surgir el sentimiento de amar. Ella le responde: Quizás de un fallo repentino en la lógica del universo. Dice: Por ejemplo de un error. Dice: Nunca por quererlo. Usted pregunta:¿El sentimiento de amar podría surgir de otras cosas aún? Usted suplica que diga. Ella dice: De todo, de un vuelo de pájaro nocturno, de un sueño, del sueño de un sueño, de la cercanía de la muerte, de una palabra, de un crimen, de uno, de uno mismo, de pronto sin saber cómo".
"Ella le pide que se lo diga claramente. Usted se lo dice: No amo.
Ella dice: ¿Nunca?
Usted dice: Nunca
Ella dice: El deseo de estar a punto de matar a un amante, de guardarlo para usted, para usted solo, de poseerlo, de robarlo contra todas las leyes, contra todos los imperios de la moral, ¿no lo conoce, no lo ha conocido nunca?
Usted dice: Nunca.
Ella le mira, repite: Es raro un muerto.
(...)
Ella entonces le dice:
"Usted pregunta cómo podría surgir el sentimiento de amar. Ella le responde: Quizás de un fallo repentino en la lógica del universo. Dice: Por ejemplo de un error. Dice: Nunca por quererlo. Usted pregunta:¿El sentimiento de amar podría surgir de otras cosas aún? Usted suplica que diga. Ella dice: De todo, de un vuelo de pájaro nocturno, de un sueño, del sueño de un sueño, de la cercanía de la muerte, de una palabra, de un crimen, de uno, de uno mismo, de pronto sin saber cómo".
viernes, 17 de enero de 2020
HOMERO+LA ILÍADA+ BARICCO. FÓRMULA INFALIBLE.
Tuve la enorme dicha de asistir en la BNMM a la presentación de este hallazgo literario, con la presencia de Alessandro Baricco.
También tuve la enorme dicha de que en la secundaria, mi hija tuviera problemas con Latín (asignatura en la que vaya uno a saber por qué, le daban para leer La Ilíada, que fue escrita en griego), y me comprometiera a ayudarla para evitar a toda costa que se fuera a examen (mis conocimientos de latín son vix autem pauper, de modo que mejor evitar males mayores). Así que ahí me vi con esta obra monumental de la narrativa mundial, poema épico en su origen, que con controversia mediante, está datada en la segunda mitad del siglo VIII a.C. ¡Sí! ¡Siglo VIII a. C! Su autoría se atribuye a Homero.
El eje, para que te des una idea, para mí es:
Homero, Shakespeare/Cervantes, Joyce.
Ellos lo escribieron y lo dijeron, casi (dejemos un pequeño margen de duda) TODO. De ahí la trascendencia de esta obra, junto con la Odisea. La que te comento hoy es la versión "Baricco" de La Ilíada.
Bien. Partimos de bases sólidas.
Ricardo Piglia solía relacionar el arte de la novela y el de la traducción. Algo nodal y poderoso de las novelas excelentes, traspasa todo desvío que la traducción pueda hacer de ella.
Esta idea se verifica en esta obra, que sería traducida a varias lenguas. No es que yo sea genia, lo dice el propio Baricco en el prólogo:
"(...) Me doy cuenta de que esto es añadir paradoja sobre paradoja. Un texto griego traducido al italiano que es adaptado en otro texto italiano y, al final, traducido, pongamos, al chino. Borges se habría frotado las manos (...)".
Baricco se declara autor de cuatro operaciones mayores, en la adaptación de la obra:
1- Eliminó todas las apariciones de los dioses. Bueh, algo polémico, ya que son muy graciosas y divertidas en general (los dioses griegos eran lo MÁS).
2- Usó el italiano vivo, buscando el ritmo y la respiración del texto.
3- Pasó la narración a la primera persona. Es decir, cada capítulo está narrado por el protagonista (me suena mucho ésto). Es un recurso que redunda en efectos maravillosos en la lectura.
4- Hizo algunas adiciones al texto (¿Sabían que la cuestión del caballo de Troya NO ESTÁ en La Ilíada? Casualmente aparece en el recorte que comento hoy, como algo ya sucedido. ¿Tampoco la caída de Troya?).
Entonces, les digo lo siguiente: ¡léanse La Ilíada! ¡Es dramática, divertida, religiosa, pagana, cruel, poética, alegórica... y más!
Hoy voy a acercarles un recorte del capítulo titulado NÉSTOR. Están los troyanos, Príamo, Héctor, Paris (el que seduce a Helena y "se la lleva", a pesar de ser la esposa Menelao, encumbrado y principesco aqueo, junto con su hermano Agamenón). Y están los aqueos, entre los más destacados y conocidos por todos, Ulises el astuto y Aquiles, el de los pies alados. Néstor es un aqueo anciano y sabio, respetado por todos.
Voy a compartir un recorte de este capítulo, que me gustó especialmente:
"(...) Era el más anciano y ellos respetaban mi sabiduría. Así que les dije que teníamos que pedirles a los troyanos un día de tregua, para que nosotros y ellos pudiéramos retirar a nuestros muertos del campo de batalla. Y les dije que teníamos que aprovechar ese día para construir alrededor de nuestras naves un muro, alto, y un gran foso, para protegernos de un ataque de los troyanos. ¿Un muro? ¿Para qué necesitamos muros, si ya tenemos nuestros escudos?, dijo Diomedes. Yo los muros los derribo, no los construyo, dijo. A nadie le gustaba esa idea. Hubo hasta quien dijo: Pensad en cómo se jactará Aquiles cuando sepa que sin él tenemos tanto miedo que nos encerramos detrás de un muro. Se reían, pero la verdad es que eran jóvenes, y los jóvenes tienen una idea vieja de la guerra: honor, belleza, heroísmo. Como el duelo entre Héctor y Ayante: los dos príncipes que antes intentaban matarse ferozmente y luego se intercambiaban presentes. Yo ya era demasiado viejo para creer todavía en aquellas cosas. Esa guerra la ganamos con un caballo de madera, descomunal, relleno de soldados. La ganamos gracias al engaño, no con la lucha a pecho descubierto, leal, caballeresca. Y esto a ellos, los jóvenes, nunca les gustó. Pero yo era viejo. Ulises era viejo. Nosotros sabíamos que vieja era la larga guerra que estábamos librando, y que un día la ganaría aquel que fuera capaz de librarla de una manera nueva".
También tuve la enorme dicha de que en la secundaria, mi hija tuviera problemas con Latín (asignatura en la que vaya uno a saber por qué, le daban para leer La Ilíada, que fue escrita en griego), y me comprometiera a ayudarla para evitar a toda costa que se fuera a examen (mis conocimientos de latín son vix autem pauper, de modo que mejor evitar males mayores). Así que ahí me vi con esta obra monumental de la narrativa mundial, poema épico en su origen, que con controversia mediante, está datada en la segunda mitad del siglo VIII a.C. ¡Sí! ¡Siglo VIII a. C! Su autoría se atribuye a Homero.
El eje, para que te des una idea, para mí es:
Homero, Shakespeare/Cervantes, Joyce.
Ellos lo escribieron y lo dijeron, casi (dejemos un pequeño margen de duda) TODO. De ahí la trascendencia de esta obra, junto con la Odisea. La que te comento hoy es la versión "Baricco" de La Ilíada.
Bien. Partimos de bases sólidas.
Ricardo Piglia solía relacionar el arte de la novela y el de la traducción. Algo nodal y poderoso de las novelas excelentes, traspasa todo desvío que la traducción pueda hacer de ella.
Esta idea se verifica en esta obra, que sería traducida a varias lenguas. No es que yo sea genia, lo dice el propio Baricco en el prólogo:
"(...) Me doy cuenta de que esto es añadir paradoja sobre paradoja. Un texto griego traducido al italiano que es adaptado en otro texto italiano y, al final, traducido, pongamos, al chino. Borges se habría frotado las manos (...)".
Baricco se declara autor de cuatro operaciones mayores, en la adaptación de la obra:
1- Eliminó todas las apariciones de los dioses. Bueh, algo polémico, ya que son muy graciosas y divertidas en general (los dioses griegos eran lo MÁS).
2- Usó el italiano vivo, buscando el ritmo y la respiración del texto.
3- Pasó la narración a la primera persona. Es decir, cada capítulo está narrado por el protagonista (me suena mucho ésto). Es un recurso que redunda en efectos maravillosos en la lectura.
4- Hizo algunas adiciones al texto (¿Sabían que la cuestión del caballo de Troya NO ESTÁ en La Ilíada? Casualmente aparece en el recorte que comento hoy, como algo ya sucedido. ¿Tampoco la caída de Troya?).
Entonces, les digo lo siguiente: ¡léanse La Ilíada! ¡Es dramática, divertida, religiosa, pagana, cruel, poética, alegórica... y más!
Hoy voy a acercarles un recorte del capítulo titulado NÉSTOR. Están los troyanos, Príamo, Héctor, Paris (el que seduce a Helena y "se la lleva", a pesar de ser la esposa Menelao, encumbrado y principesco aqueo, junto con su hermano Agamenón). Y están los aqueos, entre los más destacados y conocidos por todos, Ulises el astuto y Aquiles, el de los pies alados. Néstor es un aqueo anciano y sabio, respetado por todos.
Voy a compartir un recorte de este capítulo, que me gustó especialmente:
"(...) Era el más anciano y ellos respetaban mi sabiduría. Así que les dije que teníamos que pedirles a los troyanos un día de tregua, para que nosotros y ellos pudiéramos retirar a nuestros muertos del campo de batalla. Y les dije que teníamos que aprovechar ese día para construir alrededor de nuestras naves un muro, alto, y un gran foso, para protegernos de un ataque de los troyanos. ¿Un muro? ¿Para qué necesitamos muros, si ya tenemos nuestros escudos?, dijo Diomedes. Yo los muros los derribo, no los construyo, dijo. A nadie le gustaba esa idea. Hubo hasta quien dijo: Pensad en cómo se jactará Aquiles cuando sepa que sin él tenemos tanto miedo que nos encerramos detrás de un muro. Se reían, pero la verdad es que eran jóvenes, y los jóvenes tienen una idea vieja de la guerra: honor, belleza, heroísmo. Como el duelo entre Héctor y Ayante: los dos príncipes que antes intentaban matarse ferozmente y luego se intercambiaban presentes. Yo ya era demasiado viejo para creer todavía en aquellas cosas. Esa guerra la ganamos con un caballo de madera, descomunal, relleno de soldados. La ganamos gracias al engaño, no con la lucha a pecho descubierto, leal, caballeresca. Y esto a ellos, los jóvenes, nunca les gustó. Pero yo era viejo. Ulises era viejo. Nosotros sabíamos que vieja era la larga guerra que estábamos librando, y que un día la ganaría aquel que fuera capaz de librarla de una manera nueva".
sábado, 11 de enero de 2020
Dónde podes comprar Criaturas de arena
Conseguí CRIATURAS DE ARENA en librería MENDEL Paraguay 5163, CABA (entre Humbolt y Fitz Roy). Para Diego D Orfila que preguntó, y todo interesado.
jueves, 9 de enero de 2020
AL OTRO LADO DEL CANAL. JULIAN BARNES
Creo que corro el oscuro riesgo de volver a caer en la institución disfuncional y anacrónica del matrimonio. Sí! Ah, una aclaración: si conozco a Julian Barnes y sucede que tenga onda conmigo, tal vez me case con él!! 😂😂 El té me sale riquísimo, al igual que los scons!!
Bueno, hablemos en serio.
Compro los libros de Barnes a ciegas. Por portación de apellido. Compré para mis vacaciones Al otro lado del Canal. Y me pasó lo siguiente: termino de leer el primer capítulo y me parece tan bien escrito, tan profundo, con un final, no por esperable o deseable, menos impactante, y me digo: Barnes es un escritor refinado, exquisito, eficaz, inteligente, pero cómo y con qué llenara las páginas que restan?? Entonces caigo en la cuenta de que no era una novela lo que leía, sino un libro de cuentos!! Ahora sí! Me digo, pero de todos modos el desafío era enorme. Pero una vez más, Barnes sorprende, fascina, enamora con su prosa y sus ideas. Los cuentos son bellísimos, sofisticados, inteligentes: una mujer que abandona su arte en pos del de su amado marido, y una venganza y una victoria igualmente inútiles; la enorme gravitación del ferrocarril en las vidas de las personas; el surrealismo y la investigación sobre la sexualidad (de los cuentos más inteligentes y deliciosos que haya leído); el peso del pasado inevitable, en medio de la Revolución Francesa; la atrocidad de la guerra y la dialéctica del recuerdo y el olvido; el salvajismo de la fe, son algunos de los temas de este apasionante libro. Barnes sitúa sus historias dentro del margen delimitado por las cambiantes relaciones entre Inglaterra y Francia, haciendo gala de un importante conocimiento de la historia de los últimos siglos de ambos países. La prosa es muy poética, las historias preciosas, narradas con inteligencia, ironía (no podía estar ausente), humor, amor y hasta cierto adorable candor.
Recordé mientras leía, el famoso chiste que dice: "de lo sublime a lo ridículo hay solo un paso. El de Calais", que Freud inmortalizara si mal no recuerdo, en El chiste y su relación con lo inconciente.
Sin embargo, desde que Barnes escribe, ese chiste se verifica falso, porque lo que se encuentra en el paso de Calais es la poesía y la literatura de alto vuelo que Barnes practica.
De modo que mi TOP 3 de libros de cuentos, ahora es un TOP 5!!
A Dublineses de Joyce, a Cuentos de San Petersburgo de Gogol, a El llano en llamas de Rulfo, le sumo El cielo de los animales de Poissant, y obviously, Al otro lado del Canal de Julian Barnes.
Bueno, hablemos en serio.
Compro los libros de Barnes a ciegas. Por portación de apellido. Compré para mis vacaciones Al otro lado del Canal. Y me pasó lo siguiente: termino de leer el primer capítulo y me parece tan bien escrito, tan profundo, con un final, no por esperable o deseable, menos impactante, y me digo: Barnes es un escritor refinado, exquisito, eficaz, inteligente, pero cómo y con qué llenara las páginas que restan?? Entonces caigo en la cuenta de que no era una novela lo que leía, sino un libro de cuentos!! Ahora sí! Me digo, pero de todos modos el desafío era enorme. Pero una vez más, Barnes sorprende, fascina, enamora con su prosa y sus ideas. Los cuentos son bellísimos, sofisticados, inteligentes: una mujer que abandona su arte en pos del de su amado marido, y una venganza y una victoria igualmente inútiles; la enorme gravitación del ferrocarril en las vidas de las personas; el surrealismo y la investigación sobre la sexualidad (de los cuentos más inteligentes y deliciosos que haya leído); el peso del pasado inevitable, en medio de la Revolución Francesa; la atrocidad de la guerra y la dialéctica del recuerdo y el olvido; el salvajismo de la fe, son algunos de los temas de este apasionante libro. Barnes sitúa sus historias dentro del margen delimitado por las cambiantes relaciones entre Inglaterra y Francia, haciendo gala de un importante conocimiento de la historia de los últimos siglos de ambos países. La prosa es muy poética, las historias preciosas, narradas con inteligencia, ironía (no podía estar ausente), humor, amor y hasta cierto adorable candor.
Recordé mientras leía, el famoso chiste que dice: "de lo sublime a lo ridículo hay solo un paso. El de Calais", que Freud inmortalizara si mal no recuerdo, en El chiste y su relación con lo inconciente.
Sin embargo, desde que Barnes escribe, ese chiste se verifica falso, porque lo que se encuentra en el paso de Calais es la poesía y la literatura de alto vuelo que Barnes practica.
De modo que mi TOP 3 de libros de cuentos, ahora es un TOP 5!!
A Dublineses de Joyce, a Cuentos de San Petersburgo de Gogol, a El llano en llamas de Rulfo, le sumo El cielo de los animales de Poissant, y obviously, Al otro lado del Canal de Julian Barnes.
viernes, 3 de enero de 2020
BACURAU. LA VIGENCIA HIRIENTE DE LA VIOLENCIA Y LA CORRUPCIÓN: EL DESAFÍO DE LA SUPERVIVENCIA Y LA DIGNIDAD.
El día de su estreno vi esta película brasileña, BACURAU, que llega a nuestros cines con el antecedente de haber sido ganadora del Premio del Jurado del Festival de Cannes.
Me atrajo el director (el mismo que dirigiera Aquarius, magnífica película que también protagonizara una asombrosa Sonia Braga, que mejora su calidad interpretativa con los años): Kleber Mendonca Filho, acompañado en este caso, por Juliano Dornelles.
La película es larga (y sí, otra vez hablo de la duración de los films; algo más de dos horas), pero vale la pena verla.
El comienzo plasma ciertas pinceladas de tradiciones y pintoresquismo de un pueblo, Bacurau (que no figura en los mapas), y de su gente: un pueblo dejado de la mano de Dios, o al menos eso parecería en primera instancia, y pobladores con vidas escuetas, escasas, y sin embargo de una curiosa y absurda plenitud. Es algo lenta en esta parte, pero está bien tenerle paciencia: en ese pueblo pobre, en medio de la nada pernambuquiana, algo valioso se manifiesta y el conflicto se desencadena. Luego será la violencia, al comienzo incomprensible e incomprendida por los habitantes la que comenzará a inundar sus arenosas y áridas callejuelas. Habrá un rebelde amotinado, en franca resistencia, un alcalde dudoso y sospechado, y seres hambrientos de muerte, escondidos entre los arbustos, agazapados. Una muerte en particular (no cuento cuál a propósito) termina con la incomprensión benevolente de la gente, para desatar la represalia. Entonces sus escuetos y limitados pobladores darán muestra de la materia de la que están hechos; reaccionarán ante el avasallamiento, la corrupción y la violencia asesina. El final sorprende y conmueve. Al fin y al cabo, no es asesino el que quiere sino el que puede serlo: en las calles deshabitadas del pueblo corren, como un río caudaloso, tanto el amor como la misericordia.
A pesar de ser una ficción, Bacurau es un film que debería proyectarse en las escuelas primarias y secundarias de toda Latinoamérica, para enseñar. Porque si bien la mayoría de nosotros nos asumimos no paranoicos, hay intereses de geopolítica económica que se impone reconocer con los ojos bien abiertos y la mente despierta. Intereses que hunden sus raíces en nuestros vapuleados países, países cuyos pueblos suelen ser un escollo a la hora de que los políticos aliados a los poderes económicos, tomen decisiones drásticas, ya sea para la gente como para el medio ambiente. Imposible no evocar el conflicto que por estos días se vive en Mendoza, por la sanción de la ley de explotación minera.
La película es de una belleza envolvente, humilde y tranquila, que va transformándose en algo descarnado; la violencia recrudece a la par que lo hace la intriga, el espectador queda "pegado" a la incomprensión de los lugareños, no se entiende qué está pasando hasta casi el final, y sin embargo, la película encandila, hechiza, atrapa. Con actuaciones maravillosas, Sonia Braga es una más del reparto, pero ilumina la pantalla con su arte y su rara belleza-ahora-entrada-en-años.
No pude evitar evocar Fuenteovejuna, del gran Lope de Vega, si bien la temática y el desencadenante del conflicto no es el mismo. Cuando a un pueblo se lo deja sin alternativa, cuando hasta lo más vital le es arrebatado, es estúpido esperar que no haya ninguna reacción, que no se instrumente ningún tipo de defensa de la vida, de sus tradiciones, de sus recursos naturales, de su dignidad.
Bacurau es una película tan enojosamente alegórica, tan irritantemente provocativa, tan dolorosamente de ellos, como podría ser nuestra o de cualquier otro pueblo del sur de nuestro continente, que no puede menos que atravesarnos, conmovernos y por encima de todo, hacernos pensar, ojalá que mucho y con toda la claridad de la que seamos capaces.
Me atrajo el director (el mismo que dirigiera Aquarius, magnífica película que también protagonizara una asombrosa Sonia Braga, que mejora su calidad interpretativa con los años): Kleber Mendonca Filho, acompañado en este caso, por Juliano Dornelles.
La película es larga (y sí, otra vez hablo de la duración de los films; algo más de dos horas), pero vale la pena verla.
El comienzo plasma ciertas pinceladas de tradiciones y pintoresquismo de un pueblo, Bacurau (que no figura en los mapas), y de su gente: un pueblo dejado de la mano de Dios, o al menos eso parecería en primera instancia, y pobladores con vidas escuetas, escasas, y sin embargo de una curiosa y absurda plenitud. Es algo lenta en esta parte, pero está bien tenerle paciencia: en ese pueblo pobre, en medio de la nada pernambuquiana, algo valioso se manifiesta y el conflicto se desencadena. Luego será la violencia, al comienzo incomprensible e incomprendida por los habitantes la que comenzará a inundar sus arenosas y áridas callejuelas. Habrá un rebelde amotinado, en franca resistencia, un alcalde dudoso y sospechado, y seres hambrientos de muerte, escondidos entre los arbustos, agazapados. Una muerte en particular (no cuento cuál a propósito) termina con la incomprensión benevolente de la gente, para desatar la represalia. Entonces sus escuetos y limitados pobladores darán muestra de la materia de la que están hechos; reaccionarán ante el avasallamiento, la corrupción y la violencia asesina. El final sorprende y conmueve. Al fin y al cabo, no es asesino el que quiere sino el que puede serlo: en las calles deshabitadas del pueblo corren, como un río caudaloso, tanto el amor como la misericordia.
A pesar de ser una ficción, Bacurau es un film que debería proyectarse en las escuelas primarias y secundarias de toda Latinoamérica, para enseñar. Porque si bien la mayoría de nosotros nos asumimos no paranoicos, hay intereses de geopolítica económica que se impone reconocer con los ojos bien abiertos y la mente despierta. Intereses que hunden sus raíces en nuestros vapuleados países, países cuyos pueblos suelen ser un escollo a la hora de que los políticos aliados a los poderes económicos, tomen decisiones drásticas, ya sea para la gente como para el medio ambiente. Imposible no evocar el conflicto que por estos días se vive en Mendoza, por la sanción de la ley de explotación minera.
La película es de una belleza envolvente, humilde y tranquila, que va transformándose en algo descarnado; la violencia recrudece a la par que lo hace la intriga, el espectador queda "pegado" a la incomprensión de los lugareños, no se entiende qué está pasando hasta casi el final, y sin embargo, la película encandila, hechiza, atrapa. Con actuaciones maravillosas, Sonia Braga es una más del reparto, pero ilumina la pantalla con su arte y su rara belleza-ahora-entrada-en-años.
No pude evitar evocar Fuenteovejuna, del gran Lope de Vega, si bien la temática y el desencadenante del conflicto no es el mismo. Cuando a un pueblo se lo deja sin alternativa, cuando hasta lo más vital le es arrebatado, es estúpido esperar que no haya ninguna reacción, que no se instrumente ningún tipo de defensa de la vida, de sus tradiciones, de sus recursos naturales, de su dignidad.
Bacurau es una película tan enojosamente alegórica, tan irritantemente provocativa, tan dolorosamente de ellos, como podría ser nuestra o de cualquier otro pueblo del sur de nuestro continente, que no puede menos que atravesarnos, conmovernos y por encima de todo, hacernos pensar, ojalá que mucho y con toda la claridad de la que seamos capaces.
jueves, 2 de enero de 2020
CRIATURAS DE ARENA EN KRIMINAL MAMBO (530 AM. Sábados de 16 a 18)
¡FELIZ AÑO PARA TODOS!
La primera entrada de este nuevo año es para el autobombo. Y sí, te ruego un poco de indulgencia.
La gente de Kriminal mambo tuvo la gentileza de invitarme a charlar sobre Criaturas de arena. Lo pasé muy bien. ¡Muchas gracias Martín Sancia Kawamichi, Marcelo Rubio y Beto Nacarado!
Te dejo debajo el enlace para que puedas escuchar la entrevista, que como bonus track, terminó de manera muy divertida.
https://radiocut.fm/audiocut/leonor-curti-escritora/?fbclid=IwAR3P_tYp8wE0AD0dfD5yA0m9ovn42dmRlZ8QgQCSIfgrot3L_eWRvtMoyTs